Puteros de ferias y congresos

«Eventos como el MWC y el Construmat serían a la compra-venta de sexo como la Sant Jordi a la compra-venta de libros»
Autora: Marta Rojals


Texto original: “Puters de fires i congressos” (VilaWeb, 26.02.2018)

Traducción: Olga Baselga
Colaboración: Adriana Zaborskyj

Me lo ha sugerido el Mobile World Congress, y también un visitante hijo de su padre que ha venido a inaugurarlo: desde hace varios años -como mínimo cuatro-, cuando entras en Barcelona por la Feria, te encuentras con una gran valla publicitaria de estas en altura que debe costar una pasta. El anuncio muestra el nombre comercial del vendedor y, debajo, la descripción del producto: ‘Chicas de compañía’. Lo que no sé deciros -ya me perdonaréis, son días convulsos- es si en este Mobile también ha pasado como en ediciones anteriores donde, mientras duraba la feria, la organización lo hacía retirar por no darse ‘mala imagen’. Se entiende que, después de la feria, ya puede volver a tener ‘mala imagen’, pero ya será otra.


Esto, en cuanto al antiguamente llamado primer mundo. Vamos ahora a una noticia del otro extremo, como es el escándalo que destapó The Times sobre el personal de una ONG británica que en 2010 contrató a prostitutas para hacer orgías durante una misión humanitaria en Haití. Tirando del hilo se han ido sabiendo más casos similares de más ONGs, algunos que implican el abuso de menores. En relación con este drama, el otro día escuché en Versió Rac1 una entrevista al antropólogo Gustau Nerin, autor de un libro de 2011 muy crítico con las ONGs y que, entre muchas más cuestiones, trataba ésta de pasada. No nos entretendremos: el antropólogo, con su estilo provocador, dijo que no veía dónde estaba ‘el escándalo’ de la noticia, que los cooperantes de las ONGs no son tan ‘santos’ como hemos querido verlos, que sólo son trabajadores de una empresa como tantas que envían personal durante un tiempo, a veces años, a países donde hay mucha prostitución. Como queriendo decir que la vida es así, no la he inventado yo. El relato es crudo, así que lo asumiremos con la misma frialdad.


Es un hecho: hay muchos hombres que viajan lejos de sus familias. Allá lejos se encuentran la prostitución a su alcance. Y la ocasión hace al ladrón, como dice la sabiduría popular. Volvemos a la ‘ocasión’ de una feria en el mundo desarrollado. Nos cuentan los ‘profesionales del sector’ [de la prostitución] que las fechas del MWC, junto con las de Construmat, son los ‘días de mayor demanda’ [de mujeres] del año. Porque decir que son los días donde hay más señores con corbata salidos como verracos por las calles de Barcelona podría resultar ofensivo para los señores con corbata que van salidos como verracos por las calles de Barcelona. Quedémonos pues con el vocabulario oficial: en cuanto a la ‘demanda’, unos eventos como el MWC y el Construmat serían a la compra-venta de sexo como la Sant Jordi para la compra-venta de libros. La fiesta mayor del putiferio, vaya.


Por un lado, tenemos puteros de ferias y congresos que pueden permitirse alquilar los cuerpos que se ofrecen en los anuncios mencionados al principio. Por otro, tenemos intermediarios que, con los ingresos de los cuerpos que ofrecen, se pueden permitir tener un anuncio permanente en una de las principales entradas a Barcelona desde el aeropuerto. Es una rueda pensada para los puteros que llegan a la ciudad con hotel y dietas pagados por la empresa y que, cuando ven el anuncio desde el taxi, se les enciende la bombilla… ¡ay! la bragueta: “¿qué vas a hacer esta noche, solo, tan lejos de casa?” Al fin y al cabo, la publicidad se presenta tan ‘normal’ como una de coches o colchones. Al fin y al cabo, el reclamo figura a la entrada de una ciudad europea, cosmopolita y gobernada por un consistorio feminista. El putero que paga 190 euros por una mujer, o 250, y hasta 1.000 (tarifas de 2015 que encuentro en El Periódico) debe volver al hogar con la conciencia más tranquila: incluso puede haber leído en los periódicos, como yo misma, que las chicas ‘de temporada’ de 18 a 25, no profesionales, se alquilan por horas para pagarse una parte de los estudios, así que, encima, habrá podido contribuir a una buena causa. En casa seguro que estarán orgullosos de él. Y si tiene hijos, o hijas, podrá servirles de ejemplo para cuando se encuentren ellos en esa misma situación.


No como otros. No como los puteros desalmados que se aprovechan de la miseria de mujeres, y niñas, y niños, y trans, y etcétera, en países en vías de desarrollo. Todos conocemos a alguien que ha vuelto de viaje por algún país ‘pobre’ que nos cuenta que el billete es caro, sí, pero cuando llegas, todo tirado de precio. Comidas y cenas por un euro. Con los cuerpos debe pasar igual, tirados de precio, sólo que eso no se dice tan alegremente en la mesa, con los niños y la madre delante. Los puteros saben con quién pueden presumir de estas gangas, y es con sus iguales. Por un euro, por diez, por quince, tienes tal y tal. El paraíso, tú. Pero ojo: que lo necesitan para comer, ¿eh? Si no fuera por eso, se morirían de hambre. Gracias a la miseria, por tanto, no hay putero que no pueda encontrar un precio ajustado a sus ‘necesidades’.


Entre el putero que alquila a una mujer por diez euros y el que la alquila por 1.000, hay quien disculpa al segundo porque las chicas ‘por lo menos’ han cobrado bien. Sería como decir que el precio le vale la pena, en el sentido literal del término. Pero al final, ya que hablamos de oferta y demanda, es como con los alquileres de Barcelona, que son caros o baratos según quien los tenga que pagar: quiero decir con esto que los 190, 250, 1.000 euros que a una mujer de aquí pueden parecerle mucho, siempre habrá un hombre en el mundo para quien no será nada, sólo calderilla. Es el problema de ponerle precio a un cuerpo, que siempre será barato para alguien, en Haití o en Barcelona. Tan barato que, en la feria del mundo desarrollado que nos ocupa, los intermediarios de la prostitución ‘de lujo’ recomiendan a los puteros que hagan la reserva con antelación, porque no dan abasto. ‘Me las quitan de las manos’, podrían decir, y también sería literal.