Noviembre de 2016, Claudine Legardinier
Traducción: Berta OG Texto original: http://prostitutionetsociete.fr/temoignages/article/nadia-le-x-c-est-des-viols-a-repetition-c-est-inhumain En el marco de una investigación sobre proxenetismo y trata de personas, la policía judicial propuso a Nadia contactar con una delegación del Mouvement du Nid [1] y hacer el relato feroz de sus años vividos en el mundo de la pornografía. Prostituida y pornostar, esta denuncia de Nadia no es más que el principio de un largo proceso de revelaciones. Hace menos de un año que dejé la prostitución. Los tíos siguen llamándome, pero los mando a paseo. El porno lo dejé hace tres años. También dejé de fumar; fui fumadora durante 27 años. Soy de cultura musulmana. Mi madre me tuvo con 16 años y a los 18 me dejó en una casa de acogida, pero mi padrastro venía siempre a buscarme y me pegaba. Desde los 8 a los 10 años fui violada repetidamente por un hombre de mi familia y dos amigos suyos. Sé perfectamente que mi vida quedó marcada por culpa de eso. Hace unos diez años, un fotógrafo se fijó en mí en un Salón del Erotismo al que había ido a comprar ropa interior. Había trabajado en un sex-shop Beate Uhse, así que ya estaba familiarizada. Después trabajé en todas las grandes producciones francesas y bastantes americanas. Iba a todos los Salones importantes. Representé a Francia en el de Berlín y hasta tuve que ir a las Vegas. Un mundo de estafadores Todo se hace en negro. Nunca declaran nada, aunque nos juren lo contrario. Hay que levantarse a las 4 de la mañana, atravesar la mitad de Francia, estar en el rodaje a las 6, en casas, en pisos, en garajes… Si te pagan 400 euros por rodaje (450 si hay penetración doble) y el AVE ya te cuesta 350 euros ida y vuelta, te están estafando. Y todavía más si sólo te pagan por una escena aunque luego tengas que rodar dos. No puedes cargarles ningún gasto. Todo es caro, la lencería, la peluquería, el maquillaje, las comidas (pocas veces hay comida en un rodaje) y todo corre por cuenta nuestra. Hay falsos agentes que se llevan comisión; locales donde se obliga a las chicas a operarse del pecho porque eso aumenta las ventas. Les adelantan el dinero, pero tienen que devolverlo. Nada es gratis. Los productores me habían tentado con ganar 25000 euros. ¡Al mes! Me habían dicho que trabajaría en mi casa, por webcam. Para eso me gasté 2000 euros en un ordenador y curiosamente me lo robaron. Cuando firmaba dedicatorias en los salones, cobraba 3 euros por cada DVD vendido. Y siempre me escondía si había inspecciones de la brigada para la represión del trabajo en negro. Siempre nos hacían firmar los contratos al final de los rodajes, a toda prisa y pagándonos en dinero contante y sonante. En diez años, jamás me dieron una copia del contrato. De hecho, no me di cuenta que estaba vendiendo mi imagen por 99 años por el mero hecho de firmar. Esto es algo que aparece indicado en los contratos: en cualquier soporte, revistas porno, DVDs, internet… Aparezco en webs para las que no trabajé en mi vida. Si tecleas mi nombre, te salen 50 páginas de internet. Te encuentras siempre ante hechos consumados. Es un ambiente muy duro. Tratan de aislarte. Yo lo comentaba con mi madre (me dijo que yo ya era bastante grande para saber lo que hacía) y con mis amigas. Entre las chicas es pura competición, hay mucha competencia y hasta robos. Muchas de las actrices son chicas solteras con menores a cargo. Desde luego, hay que pasar mucha hambre para aguantar lo que nos hacen. El teléfono no para de sonar, no hay un solo día que no recibas una llamada. No te dan tregua ni tiempo para pensar. Mientras mantengas el pico cerrado todo va bien; si lo abres, ya no vuelven a llamarte. Tenemos fans. Nos siguen a todas partes, por Francia, por Bélgica, a todos los salones. Al principio te sientes deslumbrada. Ser deseada. Y luego, a lo largo de diez años, pude ver en qué terminaba aquello. Fue la explosión del "gonzo" [2] y de las performances. Teníamos que aguantar cada vez más. A prueba de bomba Yo, la "morita", era la única árabe. El porno es un mundo cerrado y muy racista, pero utiliza mujeres de todo tipo -incluso vi una como de 200 kilos- y reúne todas las perversiones que te puedas imaginar. Si nos rebelamos, nos dicen: es la demanda. Hay eso que se llama "gonzo": te golpean duramente, te escupen encima, te tiran del pelo. Rodé yo sola con 35 tíos. Todos con máscara. Tuve quemaduras en la piel por el esperma… He visto dildos enormes, de un diámetro tres veces mayor que una botella. Un productor me obligó a ponerle un condón en el pie de un tío y a metérmelo. Otro me meó en la boca mientras le hacía una felación. Les había dicho que nada de coprofilia, nada de lluvia dorada y nada de zoofilia. Tuve que pelearme sin parar. Conocí a una chica que se suicidó después de haber rodado escenas con un perro. La cosa se estaba moviendo en internet. Tenía 18 años. Y luego está la cocaína. Todo el mundo se mete. Nos la ofrecen gratis para estar delgadas… Una actriz me avisó del peligro. Tomé algún tiempo, pero lo dejé a los tres meses. Además de la coca, todos los actores se meten Viagra y se chutan en el pene. Eso hace mucho más violento todo lo que ya tienes que soportar; a veces, una carnicería. A muchos actores porno les gusta el sexo y están orgullosos de su imagen viril. Para aguantar, tienes que verlo como si se tratara de una performance deportiva. Tienes que estar hecha a prueba de bomba para no suicidarte. Incluso cuando vas a salones hay que aguantar de 2 de la tarde a 4 de la madrugada en tacones de 12cm, fotos, shows, calentar a los tíos. Es agotador. Yo no podía venirme abajo, tenía una hija. Me acuerdo que incluso al día siguiente de una violación atravesé toda Francia en tren para estar con ella a las 9 de la mañana. Yo le echaba mucha cara, si no me habrían aplastado. Exigía preservativos, por ejemplo. Los productores piden test de VIH y yo me hacía todas las semanas, pero me acuerdo de una noche que ninguno de los tíos que se lo hicieron con una chica hasta arriba de coca se pusieron condón. Un día un director me explicó que si me violaban lo mejor era no decir nada para no empeorar las cosas. Y que precisamente me violaran justo después de esa conversación me mosqueó mucho. Un día, después de un rodaje, me citaron en un club de intercambio de parejas. Allí me esperaban 22 tíos. Permanecí pasiva todo el tiempo para terminar cuanto antes. Después denuncié, pero al final tuve que desistir de continuar el proceso porque todos los desplazamientos corrían de mi cuenta. Además, el juez me dijo: "Pero si usted pidió que se pusieran condón, ¿no estaba usted consistiendo?". Así es como le quitan a la gente las ganas de pedir justicia. Cuando me ocurrió lo de la violación colectiva en aquel club, cada uno de los tíos tenía que pagar una botella de champagne. El negocio redondo. La entrada puede costar unos 25 euros y la botella de champagne 5o euros. Hay extorsión en todas partes, es un ambiente de ladrones. Existen vínculos entre la prostitución, la pornografía y los locales de intercambio de parejas. En los lugares donde se rueda es frecuente que se den citas para prostitución. Uno de los productores para los que trabajé fue condenado por ejercer de proxeneta con su mujer. Los que organizaron mi violación por aquellos 22 tíos del club de intercambio también fueron juzgados porque había una menor. Ser pornostar, una estrategia comercial en la prostitución Un día vi en la tele un programa sobre prostitución y me dieron ganas de probar. Allá que fui en vaqueros y zapatillas. Como algo ocasional. No tenía chulo pero tenía que pagar 600 euros a dos ecuatorianas por trabajar en su piso. Ellas curraban las 24h todos los días de la semana para enviar dinero a Ecuador y a España. Se gastaban una fortuna en botox y en estética. Una vez pasé una semana en un bar en Bélgica. Le tenía que dar el 70% de lo que sacaba al dueño del local. Por allí vi pasar a menores, drogadictas… Volví pitando a hacer la calle. Me di cuenta que haber trabajado en el porno era mi mejor publicidad en la prostitución. Los clientes me habían visto ya en las películas. Para ellos era una auténtica perra, una actriz porno, no una aficionada. Cuando hablaban de las otras decían "Esa tiene chulo, tú no; a ti es que te gusta esto, se nota en tus pelis". Yo no decía nada, nunca hay que decir la verdad ni desvelar tus secretos. Si no, estás vendida. Me di cuenta desde muy joven que con el sexo conseguiría poder sobre los hombres. El padre de mi hija lo único que quería era sexo. Quiso que abortara cuando me quedé embarazada. El tío con el que viví tres años y que me decía que se iba a casar conmigo era un adicto al sexo. Tuve muchos de ésos entre mis clientes. Algunos venían dos veces a la semana, algunos incluso todos los días, ¡a 100 euros el pase! Y vi a tíos gastarse hasta 750 euros al mes en suscripciones a webs porno. Los clientes vienen a pedirte lo que vieron en las películas. Los peores son los jóvenes, que quieren hard y sexo anal. Se meten sustancias para aguantar más. Esos hombres siempre necesitan sentirse seguros, que les digas "¡Fue estupendo!". Di con drogadictos, con violadores. Me acuerdo de uno que me dijo que ya había violado a una prostituta. Decía que se había vuelto loco a costa de pagar a la misma chica y que se dio cuenta que lo único que ella quería era la pasta. Había otro que quería que lo asfixiara con una bolsa de plástico. En esos casos yo ya sabía que me la estaba jugando con alguien que podía matarme. Para aguantar, hay que ser capaz de guardar el tipo. Tanto en la prostitución como en el porno nunca hay que mostrar debilidad. Lo que es duro también en la prostitución es la mirada de la gente. Cuando tratan de meterte en el porno te hacen creer que tiene más estilo. En realidad, nuestros orificios son vendidos por 99 años, es todavía peor. Cuando estaba en la prostitución me lo pulía todo. Si ganaba 100, gastaba 200. Necesitaba salir, relajarme. Una no escoge ser puta. Lo dejé durante tres años porque encontré un tío que me mantenía. Y luego, en 2014, exploté. Compré dos cajas de Xanax y una cuerda para colgarme. Pero con el Xanax sólo conseguí desmayarme. Escribí un mensaje a mi hija: "Soy una puta". La había abandonado, era una huérfana a cargo del Estado. Después me entró miedo: no va a quererme nunca más… Una esclavitud "moderna" Lo que me hizo dejarlo todo fue que tuve un neumococo. Pasé dos meses en el hospital, uno de ellos en coma: así fue como pude salir del círculo vicioso. Ahora me doy cuenta de que la pornografía es la esclavitud moderna. Sufrí una auténtica humillación. En comparación, me encontré con que en la prostitución había por lo menos hombres amables; sólo me violaron una vez y no me torturaron. El cine porno es una violación tras otra, es inhumano. En un día como prostituta pude haber tenido 11 tíos máximo. En unas horas de porno, 35. Y en la prostitución no vendí mi imagen. Ahora estoy embarazada y vivo con 800 euros al mes. Tengo una pensión de incapacidad debido a problemas psiquiátricos. Después de hacer frente a todos los gastos, me quedan 5 euros al día. Me encantaría que mi hija pudiera tenerlo todo; que pudiera ir a Niza y a Disneyland. Tiene 14 años y mi único deseo es que vuelva conmigo. Pero tengo que pelearlo en el juzgado para borrar mi imagen de actriz porno y de prostituta. Hay que ver cómo me tratan la policía y la justicia, me dan por todos lados. Con el Mouvement du Nid, he emprendido un proceso para recuperar el derecho a mi propia imagen. Todas las productoras me han amenazado con querellas. Hasta ahora, todas las mujeres que lo intentaron acabaron desistiendo; los productores les dieron dinero. Hay que decirles a los chicos que no se identifiquen con los actores porno. Ese mundo no es la realidad. Y sobre todo a las chicas hay que decirles que ahí no hay más que tiburones. No me gustaría que mi hija cayera en eso, que la captaran. Muy a menudo estuve tentada de disuadir a las chicas que iba conociendo. Las hay que trabajan gratis en el porno con la esperanza de llegar a ser actrices… Pero cuando venían a hablar conmigo en algún Salón, no podía decirles "¡cuidado con esto!". Una es muy frágil en ese mundo. Se puede acabar muy mal. Yo hubiera podido convertirme en un despojo. Podría estar muerta. Hoy no aspiro a otra cosa que a una vida normal, un trabajo normal. Pero cuando una ha sido prostituta y actriz porno, eso pesa como un lastre. [1] Asociación de apoyo a personas prostituidas. [2] Pornografía desprovista de escenario, con planos cortos y visión subjetiva.
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David Horsey (Los Ángeles Times) Traducción: Sara Martin Texto original: http://www.latimes.com/opinion/topoftheticket/la-na-tt-internet-porn-20141215-story.html No tienes que ser puritana/o para que te preocupe el porno. Gracias a Internet, los americanos y americanas han sido inconscientemente involucrados en un amplio experimento social, para probar si el acceso sin restricciones a la pornografía más extravagante y repugnante deformará las relaciones sexuales de nuestra generación y de las que están por venir. Los días en que los chicos echaban furtivas miradas al Playboy en las estanterías de los kioskos, son cosa del pasado. Hace años, el Playboy se comercializaba dentro de una bolsa de plástico, tras los mostradores, para ocultar las imágenes de “las chicas de al lado” desnudas de las miradas infantiles. Qué pintoresco resulta esto hoy, en un mundo en el que el ordenador familiar se ha convertido en un rápido portal de acceso a un mar de imágenes sexualmente mucho más explícitas. Sexualmente explícito ni siquiera comienza a describir las cosas que cualquier chaval puede encontrar tecleando unas pocas palabra en el motor de búsqueda y a un par de golpes de ratón. Es un rápido descenso hacía una innumerable exposición de fotos y vídeos representando sexo en cualquiera de sus formas, pero dominado por las fantasías perversas masculinas de mujeres actuando como "putas" para hombres cuyas técnicas sexuales parecen haber aprendido en la celda de una prisión. Los peores contenidos parecen venir de Europa del Este –pequeñas películas obscenas y misóginas que se deleitan en el abuso y degradación de mujeres jóvenes. Estos contenidos que perturban el alma, la mayoría de las personas no los han experimentado o visto antes, pero ahora cualquier joven de 14 años tiene acceso a ellos en un portátil desde la privacidad de su dormitorio. A pesar de que cuesta dinero acceder a estas webs con las que la industria porno acumula sus billones, también hay gran cantidad de material gratuito por lo que no existe una barrera que mantenga a nadie alejado/a de esas imágenes. No está de moda sugerir que existe un problema con el porno. Cómicos como Bill Maher, se mofan de las personas religiosas conservadoras que sugieren que sí lo hay. Las objeciones feministas se rechazan como arengas de arpías asexuales. Pero el sentido común y un creciente monto de evidencias, sugieren que se está pagando un coste negativo que se traduce, para empezar, en el tráfico sexual y la explotación que consttituyen las capas más profundas de la industria porno. Un nuevo estudio publicado en los Archivos de Conducta Sexual, afirma que el porno se ha convertido en “la fuente principal de la educación sexual” que está arraigando en nuevos códigos de conducta sexual en los hombres jóvenes. La encuesta a 487 jóvenes americanos en edad universitaria, indica que “a más pornografía que consuma un hombre, es más probable que demande determinados actos sexuales pornográficos de su pareja, evoque deliberadamente imágenes de pornografía durante la relación sexual para mantener la excitación y tenga preocupación por su actuación sexual y su imagen corporal. Es más, el estudio afirma que un mayor uso de pornografía se asocia negativamente con el disfrute sexual íntimo con una pareja. En otras palabras, los hombres jóvenes que se sumergen en el porno, desarrollan expectativas perturbadoras sobre el sexo y sobre lo que deberían demandar de sus compañeros/as sexuales. Las mujeres en edad universitaria que tienen que lidiar con estos hombres, confirman que es cierto y uno se pregunta si la epidemia de agresiones sexuales que ha golpeado tantos campus universitarios podría estar exacerbada por la omnipresencia del porno, especialmente en el contexto de las fraternidades. Hay alguna indicación además, de que el porno ha sido un factor en agresiones sexuales en el ejército. Aquí tenéis otro hecho perturbador: los oficiales de la ley en Los Ángeles están descubriendo que entre agresores sexuales muy jóvenes –estamos hablando de chicos de 12 años- el acceso a la pornografía es una fuerza impulsora común de sus actos. Demasiado jóvenes para saber lo que el sexo normal y sano puede ser, se vuelven hipersexualizados por videos porno que proyectan actos sexuales abusivos. No sólo los menores se ven afectados por el acceso fácil al porno. Hombres adultos se vuelven adictos al porno, arriesgando sus trabajos y sus familias porque no pueden apartar la mirada. La película de Joseph Gordon-Levitt de 2013 “Don Jon”, es un retrato entretenido y honesto de un hombre joven que no es capaz de mantener una relación íntima con una mujer por su obsesión con el porno. Merece la pena verla. El arte erótico no es malo. La imaginería sexual puede ser artística, reveladora y simplemente divertida. Pero si traspasas la superficie “sexy” del porno en Internet, encontrarás un mensaje dominante: las mujeres no son más que una serie de orificios dirigidos al uso y abuso de los hombres y los hombres no son más que falos anónimos que demandan ser servidos. Esa es la filosofía que le ofrece a los jóvenes americanos una industria muy rentable que usa una herramienta de comunicación muy poderosa que se introduce en cada hogar. Algunas personas lo llaman libertad de expresión o entretenimiento “para adultos”; Yo lo llamo deshumanización. |
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