28 de abril de 2017 Una columna de Huschke Mau Texto original: https://diestoerenfriedas.de/ein-donnerstagnachmittag-im-puff/ Traducción: Adriana Zaborskyj Este texto es una parte del diario del año 2005,cuando Huschke Mau aún no se llamaba así sino Svenja o Charlotte o CualquierOtroNombre y pasaba su tiempo sentada en un burdel. ¿Por qué estaba ayer derrumbada, totalmente hundida y vencida? Quizás ya no puedo seguir con este trabajo, quizás no puedo soportar más que exista este sistema tramposo en el que hombres viejos y babosos se follen jovencitas. Si, así las preparan – pues igual que antes las jóvenes “rotas” o en “desgracia” eran entregadas a la prostitución (una práctica común en la edad media- y posteriormente también- una vez deshonradas ya no hay nada más que hacer)-. Así es que las hijas que son violadas por sus padres, hermanos, abuelos, tíos como consecuencia entran en la prostitución, donde seguirán siendo tratadas como basura, criminalizadas, discriminadas y abusadas. En mi situación, de la que una parte de la culpa se la doy al estado, para el que no es necesario darle una oportunidad a niñas abusadas, maltratadas y “asociales”. Al menos una segunda oportunidad ya que las condiciones iniciales de aquellos niños, unas condiciones de mierda, ya no pueden cambiarse. En esta situación, de cualquier manera, ganan tanto los hombres como los sistemas patriarcales: mis puteros, mi proxeneta y el estado alemán. Yo fui usada por la sociedad y expulsada de ella como si hubiera sido mi culpa haber sido maltratada. Ahora estoy fuera de ella y cualquiera puede hacer lo que le venga en gana conmigo. Parece que el que quiera puede follarme solamente con que quiera hacerlo. Bueno, ya no cualquiera, sólo los que pagan y lo mejor sería que pusiera a su disposición todos los orificios de mi cuerpo. De esto se lucran los señores de la oficina de impuestos, ¿no?, aparte del proxeneta que gracias a que me follan tiene su enorme casa, su jeep, su mercedes y además puede follarme gratis cuando tenga ganas, ¿por qué no?. Sólo hay que ver cómo trata a mi compañera que no puede decir que no sin que haya follón. El putero también recibe bastante, mucho más de lo que en realidad debería, pero, ¡por dios!, es que ¿hay algo que uno no pueda hacer con una que chupa tantas pollas?, con una que, desde la lógica del putero, está “caliente” todo el día, por lo cual también habría que castigarla. “Probablemente lo que una de esas necesita es que la sacien de verdad”. Exactamente eso es lo que nosotras fingimos diariamente para vosotros porque de las putas que no quieren hacer lo que vosotros queréis son de las que os quejáis diariamente con nosotras. O somos una de las malas (que no merecen nada) o nos hablan de las odiseas que habéis pasado por todos los burdeles con todas esas horribles jovencitas que no pudieron follar de verdad y nos arrancan un “halago”; “es tan doloroso... no puedes ni imaginártelo”. En primer lugar, no hacemos lo suficiente y os decepcionamos: ¿Qué, que no haces francés completo? Pero, si eso es desde hace tiempo lo estándar. Ay no, así con condón no siento nada y tu no te quedas con nada adentro (qué tengo que hacer, pienso, ¿es que de verdad me tienen que dejar algo en la boca?, ¿en serio cree que me gusta tener esperma de desconocidos o una polla sin lavar en la boca? Mejor un condón, ¿no?) y a ti te gusta tragártelo, ¿cierto?, es lo que toca, y, ¿qué?, ¿anal no?. ¿Por qué no?, puede ser divertido, seguro que no lo has probado (si, quizás para VOSOTROS es divertido y no, no quiero probarlo, quizás para alguien de talla XS, como yo, duele. No lo habéis pensado, ¿cierto?). Pero un NO no es un no: “pero si no se puede anal por lo menos puedo jugar un ratito por ahí, ¿no?. Y entonces simplemente hacen lo que les da la gana e intentan meterte el dedo por el culo. Y así siguen las discusiones: “qué es esto, ¿los besos no son lo normal en el negocio?, yo no lo sabía, y, ¿por qué?, no lo entiendo” (Claro, porque no reclamáis lo último que nos queda, ya que la mayor parte ya la habéis tomado?). “Uno tiene que besar cuando folla. Oye, ¿puedo correrme en tu barriga, en tus tetas, en tu cara, en tu coño?, ¿qué? ¿no?, pero ¿por qué?, si así no te embarazas y yo estoy saludable como puedes ver” (si, estas afirmaciones las escucho todo el tiempo) y además: “ven, sólo te sobo el coño un poco con mi polla, así no pasa nada, es que si no es todo un poco impersonal, sin sentimientos”. Y así se pasan el día alegremente intentando sobrepasar los límites. Si he aprendido algo al tener que “ampliar” mi “servicio” para poder ganar algo y no morirme de hambre fue que NUNCA ES SUFICIENTE para ellos. El “servicio” nunca es suficiente. Das una mamada y te lo tragas, ofreces besos y entonces quieren meterte el puño, después de un violento sexo anal eyacular en tu cara y estrangularte. Ofreces esto y luego quieren mear en tu boca, que les lamas el ano y hacerte un garganta profunda al borde de la asfixia o de vomitar. Aparte de que pueden introducirme vibradores y penes, lo cual es lo más popular, y les parece divertido, no hace falta usar un lubricante o humedecer o siquiera preguntar porque de todas maneras yo estoy “caliente” todo el día. Al final le sigo la corriente y hago como si hubiera estado siempre esperando alguien como él. Esto significa entonces que eso era lo que yo quería, después de todo me comporté como un animal, en parte por el dolor tanto físico como psicológico. Y lo que se quejan! Por dios, si es que de verdad lo tienen difícil en la vida. En primer lugar tienen que buscar hasta encontrar una chica que puedan dejar sin que se “insubordine” (que le dé por rechazar prácticas sexuales o por poner límites). Lo mejor es que siempre esté “caliente” como perra en celo, que lo tenga estrecho y por supuesto que sea guapa, si no, no dan ganas de violarla, si no no es elegible. Y mientras allí afuera los puteros ni se dejan ver el culo, les parece que mis tetas son muy pequeñas, no les parece bien mi “francés” con condón, no tengo el color de pelo correcto o a saber qué más. Algunas veces ni siquiera les parece que me veo lo suficientemente “alemana”. Y si finalmente se “dignan” a follarme (eso es lo que ellos piensan), entonces quieren el programa completo, el cliente es el rey, “¿y cuándo será que llega una que me atienda de verdad verdad?”. Escucho cosas como: “yo soy realmente muy bueno en la cama, ¿verdad?. Para ser honestos yo debería recibir dinero por esto” o “venga, que no estoy tan feo, podemos hacerlo por 80 no más, ¿cierto?. Pero lo más humillante ha sido y sigue siendo tener que fingir un orgasmo. Somos putas de mierda y no nos merecemos otra cosa, pero todos nos necesitan para meternos su puta polla y lucrarse de nosotras. Ese es el culmen del capitalismo, creo yo. Y luego quieren irse rapidito pues ya se han corrido y se quejan un rato: “para nosotros también es difícil esto, es complicado, pero que voy a hacer, ¡mi mujer no es tan abierta!”. Un pequeño baño en autocompasión, una simuladita corta de remordimiento, una palmadita en el culo y “hasta pronto”. Una gran película de cine. Ese es el precio que se paga para que exista una institución como la prostitución y esto hay que decirlo claramente, los puteros lo pagan con gusto pues es un precio muy bajo, más bajo que lo que valemos las putas. Suficiente del tema. Hoy no podría recibir ni un “cliente” más, me dolería demasiado. Admitir todo esto y hacerlo público se siente como morir. Aunque es liberador de alguna manera, el miedo al lunes ha regresado, ese miedo a no poder ser vulnerable, a tener que mirar hacia otro lado porque sé que es una violación y que lo que viene será también el asesinato de mi propia alma. 13 de enero de 2005, Huschke Mau.
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28 de abril de 2017 Una columna de Huschke Mau Texto original: https://diestoerenfriedas.de/ein-donnerstagnachmittag-im-puff/ Traducción: Adriana Zaborojsky Este texto es una parte del diario del año 2005,cuando Huschke Mau aún no se llamaba así sino Svenja o Charlotte o CualquierOtraNombre y pasaba su tiempo sentada en un burdel. ¿Por qué estaba ayer derrumbada, totalmente hundida y vencida? Quizás ya no puedo seguir con este trabajo, quizás no puedo soportar más que exista este sistema tramposo en el que hombres viejos y babosos se follen jovencitas. Si, así las preparan – pues igual que antes las jóvenes “rotas” o en “desgracia” eran entregadas a la prostitución (una práctica común en la edad media- y posteriormente también- una vez deshonradas ya no hay nada más que hacer)-. Así es que las hijas que son violadas por sus padres, hermanos, abuelos, tíos como consecuencia entran en la prostitución, donde seguirán siendo tratadas como basura, criminalizadas, discriminadas y abusadas. En mi situación, de la que una parte de la culpa se la doy al estado, para el que no es necesario darle una oportunidad a niñas abusadas, maltratadas y “asociales”. Al menos una segunda oportunidad ya que las condiciones iniciales de aquellos niños, unas condiciones de mierda, ya no pueden cambiarse. En esta situación, de cualquier manera, ganan tanto los hombres como los sistemas patriarcales: mis puteros, mi proxeneta y el estado alemán. Yo fui usada por la sociedad y expulsada de ella como si hubiera sido mi culpa haber sido maltratada. Ahora estoy fuera de ella y cualquiera puede hacer lo que le venga en gana conmigo. Parece que el que quiera puede follarme solamente con que quiera hacerlo. Bueno, ya no cualquiera, sólo los que pagan y lo mejor sería que pusiera a su disposición todos los orificios de mi cuerpo. De esto se lucran los señores de la oficina de impuestos, ¿no?, aparte del proxeneta que gracias a que me follan tiene su enorme casa, su jeep, su mercedes y además puede follarme gratis cuando tenga ganas, ¿por qué no?. Sólo hay que ver cómo trata a mi compañera que no puede decir que no sin que haya follón. El putero también recibe bastante, mucho más de lo que en realidad debería, pero, ¡por dios!, es que ¿hay algo que uno no pueda hacer con una que chupa tantas pollas?, con una que, desde la lógica del putero, está “caliente” todo el día, por lo cual también habría que castigarla. “Probablemente lo que una de esas necesita es que la sacien de verdad”. Exactamente eso es lo que nosotras fingimos diariamente para vosotros porque de las putas que no quieren hacer lo que vosotros queréis son de las que os quejáis diariamente con nosotras. O somos una de las malas (que no merecen nada) o nos hablan de las odiseas que habéis pasado por todos los burdeles con todas esas horribles jovencitas que no pudieron follar de verdad y nos arrancan un “halago”; “es tan doloroso... no puedes ni imaginártelo”. En primer lugar, no hacemos lo suficiente y os decepcionamos: ¿Qué, que no haces francés completo? Pero, si eso es desde hace tiempo lo estándar. Ay no, así con condón no siento nada y tu no te quedas con nada adentro (qué tengo que hacer, pienso, ¿es que de verdad me tienen que dejar algo en la boca?, ¿en serio cree que me gusta tener esperma de desconocidos o una polla sin lavar en la boca? Mejor un condón, ¿no?) y a ti te gusta tragártelo, ¿cierto?, es lo que toca, y, ¿qué?, ¿anal no?. ¿Por qué no?, puede ser divertido, seguro que no lo has probado (si, quizás para VOSOTROS es divertido y no, no quiero probarlo, quizás para alguien de talla XS, como yo, duele. No lo habéis pensado, ¿cierto?). Pero un NO no es un no: “pero si no se puede anal por lo menos puedo jugar un ratito por ahí, ¿no?. Y entonces simplemente hacen lo que les da la gana e intentan meterte el dedo por el culo. Y así siguen las discusiones: “qué es esto, ¿los besos no son lo normal en el negocio?, yo no lo sabía, y, ¿por qué?, no lo entiendo” (Claro, porque no reclamáis lo último que nos queda, ya que la mayor parte ya la habéis tomado?). “Uno tiene que besar cuando folla. Oye, ¿puedo correrme en tu barriga, en tus tetas, en tu cara, en tu coño?, ¿qué? ¿no?, pero ¿por qué?, si así no te embarazas y yo estoy saludable como puedes ver” (si, estas afirmaciones las escucho todo el tiempo) y además: “ven, sólo te sobo el coño un poco con mi polla, así no pasa nada, es que si no es todo un poco impersonal, sin sentimientos”. Y así se pasan el día alegremente intentando sobrepasar los límites. Si he aprendido algo al tener que “ampliar” mi “servicio” para poder ganar algo y no morirme de hambre fue que NUNCA ES SUFICIENTE para ellos. El “servicio” nunca es suficiente. Das una mamada y te lo tragas, ofreces besos y entonces quieren meterte el puño, después de un violento sexo anal eyacular en tu cara y estrangularte. Ofreces esto y luego quieren mear en tu boca, que les lamas el ano y hacerte un garganta profunda al borde de la asfixia o de vomitar. Aparte de que pueden introducirme vibradores y penes, lo cual es lo más popular, y les parece divertido, no hace falta usar un lubricante o humedecer o siquiera preguntar porque de todas maneras yo estoy “caliente” todo el día. Al final le sigo la corriente y hago como si hubiera estado siempre esperando alguien como él. Esto significa entonces que eso era lo que yo quería, después de todo me comporté como un animal, en parte por el dolor tanto físico como psicológico. Y lo que se quejan! Por dios, si es que de verdad lo tienen difícil en la vida. En primer lugar tienen que buscar hasta encontrar una chica que puedan dejar sin que se “insubordine” (que le dé por rechazar prácticas sexuales o por poner límites). Lo mejor es que siempre esté “caliente” como perra en celo, que lo tenga estrecho y por supuesto que sea guapa, si no, no dan ganas de violarla, si no no es elegible. Y mientras allí afuera los puteros ni se dejan ver el culo, les parece que mis tetas son muy pequeñas, no les parece bien mi “francés” con condón, no tengo el color de pelo correcto o a saber qué más. Algunas veces ni siquiera les parece que me veo lo suficientemente “alemana”. Y si finalmente se “dignan” a follarme (eso es lo que ellos piensan), entonces quieren el programa completo, el cliente es el rey, “¿y cuándo será que llega una que me atienda de verdad verdad?”. Escucho cosas como: “yo soy realmente muy bueno en la cama, ¿verdad?. Para ser honestos yo debería recibir dinero por esto” o “venga, que no estoy tan feo, podemos hacerlo por 80 no más, ¿cierto?. Pero lo más humillante ha sido y sigue siendo tener que fingir un orgasmo. Somos putas de mierda y no nos merecemos otra cosa, pero todos nos necesitan para meternos su puta polla y lucrarse de nosotras. Ese es el culmen del capitalismo, creo yo. Y luego quieren irse rapidito pues ya se han corrido y se quejan un rato: “para nosotros también es difícil esto, es complicado, pero que voy a hacer, ¡mi mujer no es tan abierta!”. Un pequeño baño en autocompasión, una simuladita corta de remordimiento, una palmadita en el culo y “hasta pronto”. Una gran película de cine. Ese es el precio que se paga para que exista una institución como la prostitución y esto hay que decirlo claramente, los puteros lo pagan con gusto pues es un precio muy bajo, más bajo que lo que valemos las putas. Suficiente del tema. Hoy no podría recibir ni un “cliente” más, me dolería demasiado. Admitir todo esto y hacerlo público se siente como morir. Aunque es liberador de alguna manera, el miedo al lunes ha regresado, ese miedo a no poder ser vulnerable, a tener que mirar hacia otro lado porque sé que es una violación y que lo que viene será también el asesinato de mi propia alma. 13 de enero de 2005, Huschke Mau. 24 de marzo 2017 Por Sarah R. Champagne Texto original: https://www.gazettedesfemmes.ca/13751/anciennes-prostituee-aide-psychologique/ Traducción: Leila Hicheri La prostitución deja huellas. Mujeres que han dejado la prostitución se encuentran con el cuerpo y la cabeza enfrentadas, asaltadas por el síndrome de estrés postraumático. Cuando piden ayuda, el apoyo psicológico especializado y a un coste accesible les es difícil de conseguir. Incluso en la consulta del psicólogo, se enfrentan a ser juzgadas. Una cara en el autobús. Un par de botas en la tienda del barrio. Un ruido en el piso de arriba. Un olor en un restaurante. El entorno de Justine, Marie y Emma* resulta ser un campo de minas que pueden explotar en cualquier momento, reavivando los peores recuerdos. “En el momento en que las prostitutas sufren cosas que ya no quieren más, que les dan miedo, les dan asco, ya no se ajustan a sus valores o a sus deseos, estas cosas pueden tener un potencial traumático.” - Pascale Brillon, psicóloga y directora del Institut Alpha. La memoria traumática de agresiones sexuales y de otras violencias está latente. Ese “estar en guardia permanente” agotador acarrea recuerdos y pensamientos intrusivos (flashbacks), pesadillas, crisis de pánico; demasiados obstáculos para una vida normal y serena. “La gente no tiene idea de lo que hemos vivido. Las consecuencias están grabadas en nuestro cuerpo”, suelta Emma. Ella sufrió muchas violaciones durante 15 años antes de entrar en la prostitución, período en el que también intentaron asesinarla. “La policía no hizo un informe; yo sólo era una puta”, cuenta ella, apenada pero vigorosa. Aún poco comprendida “en el sistema”, dice, Emma llama hoy a esta herida mental “mi post”…como para hacerla callar. En la Concertación de las Luchas contra la Explotación Sexual (CLES), Emma ha encontrado un espacio de seguridad para hablar de ello. Mujeres que habían ya dejado la prostitución o quieren hacerlo se juntan allí cada semana, a su ritmo, para apoyarse unas a otras. Durante uno de esos debates al que asistió nuestra periodista, las lenguas se desataron. En cuanto a Marie, fue vendida en una red de prostitución durante 10 años. Tomó conciencia de las violencias sufridas muchos años después. Ahora, los fantasmas la atormentan allá por donde va. “Quizá hayamos dejado la prostitución, pero la prostitución no nos ha dejado.” Cientos de elementos desencadenantes invaden todas las esferas de su vida, desde los clientes de la farmacia hasta el ruido alrededor de su casa “Mi vida en este momento, es una gestión. Gestiono cada momento del día para atravesarlo.” ¿Dónde están los especialistas? Según un estudio realizado por la CLES en 2014, el 78% de las mujeres que dejaron la industria del sexo padecen problemas de salud mental, entre ellos el síndrome del estrés postraumático (SEPT). La necesidad de servicios es indiscutible, pero las listas de espera en el sistema público de salud para ver a un psicólogo o un psiquiatra son cada vez más largas. Marie y Emma esperaron durante meses- hasta un año- antes de encontrar a alguien… que no conocía el SCPT de las ex prostitutas. Los especialistas escasean, incluso en las clínicas privadas, reconoce Pascale Brillon, psicóloga del Institut Alpha, un centro de Montreal especializado en tratamiento de la ansiedad. Escribió su tesis doctoral sobre el SCPT a partir de entrevistas con 25 mujeres que habían sufrido una violación desde hacía menos de un mes, entre ellas mujeres en la “industria del sexo”. El análisis del estrés postraumático es muy reciente en Canadá, afirma ella. Es bastante estudiado en Estados-Unidos, donde la vuelta de los veteranos de la guerra de Vietnam forzó a realizar numerosas investigaciones. “El general Dallaire despertó las conciencias sobre el tema” prosigue ella; pero la prostitución sigue siendo un sector donde pocas investigaciones se llevan a cabo. Los recursos financieros al salir de la prostitución siguen siendo escasos y el seguimiento psicológico necesita tiempo. Visto el histórico de rechazo del programa de indemnización a las víctimas de actos criminales (IVAC), las tres mujeres dicen dudar en pedir una compensación, incluso si estuvieron bajo el control de un proxeneta durante muchos años. La historia recientemente publicada en el Journal de Montreal de una joven amenazada de muerte y forzada a prostituirse por su ex pareja a quien el IVAC negó toda indemnización, confirma sus palabras. Emma cuenta haber llamado a la puerta de un centro de ayuda a las víctimas de actos criminales (CAVAC) en 2008, para salir de una depresión severa. “Me dijeron: “Si fuiste prostituta, te metiste con tus propios pies en ello”. Una manera expeditiva de responsabilizarla de los crímenes que ha sufrido y que han afectado a su salud mental. El consentimiento peliagudo Es precisamente este razonamiento acerca del consentimiento que impide reconocer el fuerte potencial traumático de la prostitución. “Mucha gente piensa que estas mujeres no pueden padecer un estrés postraumático. Vamos a decir: “ella lo ha querido”, señala Pascale Brillon, que recibe pacientes que dejaron el mundo de la prostitución. En el otoño de 2016, algunos medios utilizaron el pasado de Alice Paquet para desacreditarla cuando presentó una denuncia por agresión sexual contra el diputado liberal Gerry Skiavounos. Escribió en una carta abierta acerca de un artículo en este sentido: “Se informa en él que he sido escort, como si tal información incidiera en la rotura de consentimiento del que he sido víctima, igual que tantas mujeres.” Sobre este tema, Pascale Brillon es tajante: el contrato inicial no es una carta blanca. En efecto, el consentimiento puede ser retirado en cualquier momento. “En el momento en que las prostitutas sufren cosas que ya no quieren, que les dan miedo, les dan asco, ya no se ajustan a sus valores o a sus deseos, estas cosas pueden tener un potencial traumático.” Explica la psicóloga clínica. Muchas van, entonces, a sentirse que se “desconectan” de su cuerpo, un mecanismo de distanciamiento emocional que se produce cuando los acontecimientos traumáticos son “demasiado grandes para lo que podemos soportar” indica Pacal Brillon. La carga adicional del juicio Al tabú de la agresión sexual se le añade el de la prostitución, el de la vergüenza, el del miedo al proxeneta, el del aislamiento social de esas mujeres…y cuando acuden a la consulta del psicólogo, sienten todavía su palabra vergonzante. Justine, casi treinta años, cuenta haber encontrado un equipo del Institut universitaire en santé mental de Montréal (Instituto Universitario de Salud Mental). “Fui objeto de un ataque durante tres horas y media. Me juzgaron porque estaba en la ayuda social, me dijeron que mi cese de “trabajar” no está justificado y, delante de mi asistente y de mí, dijeron: “Nuestros impuestos pagan eso.” Justine salió de ese encuentro, esperado durante nueve meses, conmocionada y desanimada. Piensa incluso presentar una demanda. “Suerte que no estaba sola, si no nadie me creería”. Emma cuenta también que su psicólogo había omitido su pasado sexual en sus informes, ocultando a su vez lo que ella misma denomina un SCPT. “Soy un ser humano con corazón, y todo lo que veo, es juicio. Por dentro, estoy todavía podrida de violencia y de rabia. Dentro de poco tendré 60 años y sólo pido vivir un momento de paz. Pero tengo todavía miedo.” *Nombres ficticios Texto original: http://nypost.com/2010/07/11/how-porn-is-warping-a-generation-of-men/ Traducido por Desobediencia y Felicidad Hoy la pornografía no es la de la Playboy de tu papá. Si tecleas porno en Google no vas a ver nada parecido a los viejos posters, sino que vas a ser catapultado a un mundo de crueldad sexual y de brutalidad donde las mujeres son sujeto de castigos corporales sexuales y son llamadas por nombres humillantes. No sorprende cuán poco las mujeres realmente saben sobre el porno hoy, ya que la mayoría de las mujeres evitan entrar a esos sitios. No es lo mismo para los hombres que he conocido, en especial aquellos que están en edad universitaria e incluso chicos de secundaria. Han crecido con el porno y, para ellos, esta ha sido la principal forma de educación sexual. En el porno, el sexo no trata sobre hacer el amor. Los sentimientos y emociones que normalmente asociamos con ese acto – conexión, empatía, ternura, cuidado, afecto- están ausentes, y en su lugar están aquellos que normalmente asociamos al odio – miedo, asco, enojo, repugnancia y desprecio. En el porno, el hombre “hace el odio” a la mujer, como si cada acto sexual tuviera el propósito de entregar la mayor cantidad de degradación. Así sea asfixiándola o teniendo una relación sexual violenta, el objetivo del sexo porno es demostrar cuánto poder él tiene sobre ella. Y aun así, las mujeres son retratadas como si estuvieran disfrutando de las escenas. Imágenes como estas son ahora lugar común por todo internet y están moldeando la manera en que los hombres piensan sobre el sexo, las relaciones y la intimidad. El tamaño de la industria hoy es impactante. Aunque los números fiables sean difíciles de encontrar, se ha estimado que la industria global ha alcanzado un total de u$s 96 billones en el 2006, con un mercado estadounidense de aproximadamente u$s 13 billones. Cada año, más de 13000 películas son estrenadas, y aun cuando tengan un presupuesto modesto, las ganancias de la pornografía rivalizan con la totalidad de los mayores estudios de cine de Hollywood. Según Internet Filter Reviews, hay 420 millones de páginas porno en internet, 4,2 millones de páginas web, y 68 millones de solicitudes de búsqueda de pornografía a diario. Un estudio reciente de Optenet, una firma de seguridad online, mostró que aproximadamente un 37% de las páginas online tienen contenido pornográfico. Mientras tanto, el número de sitios porno se incrementó un 17% desde el año pasado. Sin duda, el factor clave que lleva al crecimiento del mercado del porno ha sido el desarrollo de tecnologías que permiten a los usuarios comprar y consumir porno en privado, sin avergonzados viajes a locales sórdidos o videoclubes. Estas tecnologías también permiten que puedan ser visualizadas en cualquier lugar, en cualquier momento, incluso se espera que el mercado global de celulares para porno alcance los u$s 3, 5 billones este año, según Juniper Research radicada en Gran Bretaña. Este es un negocio con un considerable impacto político, con capacidad de presionar políticos, caros litigios legales, y el uso de relaciones públicas para influir el debate público. Como la industria tabacalera, esto no es sólo un tema del consumo personal; sino que el negocio está siendo cada vez más capaz de desplegar una sofisticada y bien provista maquinaria de marketing, no sólo para incrementar sus beneficios sino para promover la imagen de la industria con una luz positiva. Es más, uno de los mitos clave que la industria promueve es que el porno es diversión que no le hace mal a nadie: que es todo sobre la fantasía y el juego, y que no deberíamos tomarlo demasiado en serio. Mis entrevistas con hombres en edad universitaria cuentan una historia bien diferente. Cuando hablo con los hombres acerca de sus experiencias con el porno, queda claro que no todos se ven afectados de la misma manera, pero sí que les afecta a todos. Recuerden, esta es la generación que creció con porno por internet, y algunos estudios muestran que la primera visualización del porno es a los 11 años. A diferencia de las previas generaciones, estos chicos y hombres tienen un suministro de pornografía explícita 24 horas al día. Muchos de los hombres con los que hablé creen que el porno es lo que las mujeres quieren, y se molestan y enojan cuando su pareja sexual, tal vez su esposa, su novia o el ligue de una noche, se niega a verse o comportarse como sus estrellas favoritas del porno. Las mujeres suelen negarse a realizar los actos sexuales que los hombres han disfrutado de mirar de forma rutinaria, y en comparación con los gritos orgásmicos y la gimnasia sexual del sexo porno, el sexo con mujeres reales les empieza a parecer aburrido y poco estimulante. Un estudiante me dijo que “me encanta el porno y ensayo el sexo en mi novia, pero no está interesada. Dejé a la última chica con la que estaba porque quería dejar el sexo convencional. Eso no es para mí. Si las mujeres no quieren probar cosas diferentes, entonces no estoy interesado. Estos hombres se acostumbraron tanto al sexo porno que algunos se decepcionan por su propia performance sexual. Cuando se comparan a sí mismo con actores fortalecidos por el Viagra, los tipos con los que hablé suelen admitir que se siente como fracasados sexuales y se preocupan de que algo vaya mal con ellos. Adam creció mirando el porno de su padre y sintió que “el porno me enseñó todo lo que sé sobre sexo. Mis padres nunca mencionaron la palabra sexo en casa, y la educación sexual en la escuela fue… un chiste. Tuve esta imagen de cuán genial el sexo podría ser, con los dos haciéndolo por horas. Entonces fue como un shock la manera en que resultó ser la cosa real…” Lo que más problemático para muchos de estos hombres es que la mayoría necesitan ponerse las imágenes porno en la cabeza para poder satisfacerse sexualmente con sus parejas. Reproducen escenas porno en sus mentes, o piensan en tener sexo con su estrella de porno favorita cuando están con sus parejas. Dan estaba preocupado por su performance sexual con las mujeres. Me contó que “no me enfoco en la mujer sino en la última escena que miré”. Le pregunté si pensó que el porno le había afectado de alguna manera su sexualidad. Me dijo, “no lo sé. Empecé a mirar porno antes de tener sexo, entonces el porno es bastante de lo que yo aprendí sobre sexo. Puede ser un problema el pensar en el porno tanto como lo hago yo, especialmente cuando estoy con mi novia. Significa que en realidad no estoy realmente presente con ella. Mi cabeza está en alguna otra parte”. El porno se volvió tan violento y degradante que ignoramos que estamos en peligro. Ahora estamos criando una generación de chicos en un porno violento y cruel y dado que las imágenes dan forma a la manera en que las personas piensan y se comportan, esto va a tener un efecto profundo en su sexualidad y en la cultura como un todo. El uso del porno es uno de las cuestiones más graves para la salud pública actual y precisamos que pararlo de raíz ahora antes de que traigamos al mundo una nueva generación de chicos con imágenes aún más duras. Lamentablemente, no hay respuestas fáciles. Los padres y madres enfrentan un desafío técnico abrumador para evitar que sus chicos accedan al porno. Con educación y mayor concienciación, sólo podemos desear que la sociedad eventualmente se rebele, y que se haga socialmente inaceptable que haya un acceso tan fácil al porno, que los hombres gasten tanto tiempo mirándolo y, que nuestras ideas sobre la sexualidad se deformen tanto. Gail Dines es autora de “Pornolandia: cómo el porno ha secuestrado nuestra sexualidad” (Beacon Press), publicado esta semana. (julio 2010) 2017 by GAIL DINES Texto original: http://www.feministcurrent.com/2017/04/17/know-abuse-see-unless-women-hurt/ APRIL 17, Traducción: Analía Pelle Todo el mundo quedó horrorizado por el modo en que se trató a David Dao en el vuelo 3411 de United. ¿Cuándo reaccionarán frente al abuso de las mujeres en la pornografía? David Dao tuvo una conmoción cerebral, una fractura de nariz y perdió dos dientes tras ser echado violentamente del vuelo de United 3411. Recientemente, noté que mucha gente compartía por Facebook la respuesta de Andrea Dworkin a la pregunta: “¿Puede explicar por qué se opone tanto a la pornografía?” Y su respuesta fue la siguiente: “Me resulta extraño que eso requiera una explicación. Los hombres crearon toda una industria con imágenes, tanto en movimiento como fijas, que retratan la tortura a las mujeres”. Se comparte aún más el horrible video del Dr. David Dao siendo agredido y tratado brutalmente, mientras lo echan de un vuelo de United, con sangre en la boca, gritando: “Mátenme de una vez”. El CEO de United empeoró todavía más la pesadilla para los encargados de relaciones públicas con su disculpa inicial, en la que explicaba que había tenido que “reubicar a los clientes”. Haciendo uso del mecanismo humano básico de la empatía, hubo personas de todas partes que acudieron a las redes sociales para expresar su indignación por las imágenes de la violencia que padeció ese hombre y por el modo en que United trató de hacerlo pasar por un incidente desafortunado ocasionado por una sobreventa de pasajes. Tengamos en cuenta que no fue necesario contar con cientos de estudios académicos revisados ni se tuvo que realizar ningún estudio por encargo del gobierno que nos explicara que lo que le sucedió a Dao fue violento, traumático e inhumano. La gente vio el video, se puso a sí misma en el lugar de Dao y llegó a la sensata conclusión de que lo que veía era un acto de brutalidad desalmada que es inaceptable en la sociedad civil. A Andrea Dworkin no le habría resultado extraña nuestra empatía porque, a pesar de su tristeza e ira ante la crueldad en el mundo, ella siempre tuvo fe en la capacidad de las personas para hacer lo correcto. Lo que sí es extraño, sin embargo, es que no haya ninguna protesta pública hacia la pornografía. Si uno ingresa la palabra “pornografía” en Google, en 10 segundos aparecerán imágenes que son tan violentas, tan brutales, tan deshumanizantes que lo dejan a uno sin aliento. Aparecen personas siendo violadas, torturadas, estranguladas, golpeadas, electrocutadas y destruidas físicamente al punto tal que muchas deben estar pensando: “Mátenme de una vez”. ¿Por qué no hay indignación? ¿Por qué no se les exige a las compañías que producen esa brutalidad que se disculpen? Porque esas personas son mujeres y cuando las mujeres reciben un trato brutal en nombre del sexo, la violencia se vuelve invisible. Mientras sea semen, no sangre, lo que chorree por su boca (y en general también por todos los demás orificios) y ella diga “penetrame” mientras hace una mueca, llore y a veces grite de dolor, pareciera, según señala Dworkin, que la gente necesita una explicación respecto de por qué esta brutalidad en particular no es aceptable. Entonces las feministas radicales comenzaron a explicar, en un lenguaje muy claro, por qué la pornografía es violencia contra las mujeres. Hablaron de los modos en que las mujeres eran degradadas y desvalorizadas en la pornografía. Hablaron de cómo la pornografía, de hecho, era una documentación de la tortura y, por lo tanto, una violación a los derechos civiles de las mujeres. Yo comenzaba a aprender sobre el feminismo en la década de 1980 y vi la primera presentación contra la pornografía en esos años. Ver esas imágenes fue un punto de quiebre en mi vida. No podía creer lo que veía. ¿Cómo era posible que los hombres les hicieran eso a las mujeres y que les resultara excitante? ¿Cómo podía suceder eso en una sociedad civil? ¿Cómo era posible que eso fuera una industria multimillonaria? ¡¿Cómo?! Al irme de la presentación, me sentí asqueada, enfurecida y desesperanzada. Algo similar sentí cuando vi cómo arrastraban al Dr. Dao para sacarlo del avión. Mientras escribo esto, sigo las noticias sobre lo que todos sabemos que probablemente se convertirá en una demanda multimillonaria contra United y espero ver a cuántos altos ejecutivos de United los obligarán a renunciar. Espero que el Dr. Dao termine enriqueciéndose con esto, no sólo porque se lo merece, sino porque ése sería un modo de expresar, en una economía capitalista, que el dolor sí importa. Tendremos que esperar mucho tiempo más para una demanda multimillonaria contra la industria de la pornografía porque creemos, como sociedad, que el dolor de la mujer no importa. De hecho, en la pornografía, el dolor de la mujer hace que las erecciones sean más grandes y duras. Actualmente, la pornografía predominante en Internet -hoy una industria que pasó de ser multimillonaria a multibillonaria- hace que la pornografía que vi en la década de 1980 sea blanda. El nivel de violencia que padece una mujer en el set de un film pornográfico es similar a lo que eufemísticamente se llamó “técnicas mejoradas de interrogación”. Si eso le sucediera a los hombres, se lo vería por lo que es y nos preguntaríamos: “¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que una industria global construida sobre la tortura a los seres humanos sea calificada como ‘positiva para el sexo’, ‘empoderadora’ y como ‘fantasía inofensiva’?” La respuesta por supuesto es que una mujer no es vista como un ser humano completo. Una mujer es, como dijo Simone de Beauvoir, “sexo… sexo de un modo absoluto, nada menos”. Y ciertamente, nada más. Es por eso que cuando vemos imágenes de un hombre tratado de manera brutal, vemos la brutalidad. Cuando vemos imágenes de mujeres en la pornografía tratadas de manera brutal, la cultura ve sexo. No importa cuántos miles de estudios haya, cuántos volúmenes de testimonios de mujeres sobre los daños de la pornografía o cuántas millones de imágenes que documenten la tortura. Sólo cuando las mujeres sean vistas como seres humanos completos resultará extraño que alguien necesite una explicación respecto de por qué las feministas están en contra de la pornografía. Hasta que eso suceda, debemos organizarnos contra esta industria, ser osadas en nuestro activismo y firmes en nuestro compromiso con el hecho de que las mujeres importan. No descansaremos hasta que los pornógrafos paguen por el dolor que les causaron a las mujeres. Gail Dines es profesora de Sociología y Estudios de la Mujer en la Wheelock College y autora de “Pornland: How Porn Has Hijacked Our Sexuality”. Es fundadora y presidenta de Culture Reframed. |
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