Por: Sarah Benson, CEO, Ruhama
Original: http://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=5954&fbclid=IwAR3au0PJbJOrCqX6mLtmieOTKx5tZ8fTj61HNOerefsycc2JJ8Xl_JjN6rU Traducción: Victoria Argoty Colaboración: Hinaetefaton Tebas Mientras que un pequeño número de mujeres (menos de 200) son explotadas sexualmente en la calle en Irlanda, la mayoría (más de 1000) se localizan en locales cerrados en una amplia variedad de instalaciones (salas de masajes, saunas, apartamentos, habitaciones de hotel), que operan esencialmente como burdeles (i). El comercio sexual está ampliamente controlado por bandas criminales organizadas. Las mujeres son publicitadas en internet como “acompañantes independientes” y aunque existe un pequeño número de mujeres que son genuinamente independientes, la gran mayoría está sujeta a alguna forma de control de terceros con variados niveles de severidad. Una importante proporción han sido tratadas a través de fronteras internacionales para servir en el comercio sexual de Irlanda. Las agencias de prostitución y los proxenetas ejercen diferentes niveles de pago, multa, endeudamiento, control y violencia. Las mujeres son trasladadas por controladores de un lugar a otro por toda Irlanda de una manera planificada y muy frecuentemente para satisfacer la demanda de los compradores de sexo por “chicas nuevas”. Como la vasta mayoría son mujeres migrantes (principalmente de África, Latinoamérica y Europa continental), el movimiento constante las aísla extremadamente, incapaces de “echar raíces” o buscar ayuda (ii).
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