Original: https://morningstaronline.co.uk/article/why-do-marxist-feminists-oppose-liberal-feminists-claims-porn-and-prostitution-are Traducción: Cristina Valdés Labadie Colaboración: Maite Sorolla Debemos tener en claro que la sexualización de las mujeres coloca a los hombres en una posición de superioridad e impide la lucha de clases, argumenta MORGAN HORN. Como feministas marxistas, buscamos desmantelar el capitalismo con el fin de liberar a las mujeres. Grandes sectores del movimiento feminista actual han encontrado su visión política en el ambiente universitario, por lo que a menudo están ciegas ante el hecho de que la mayoría de las mujeres son trabajadoras y, por tanto, fundamentales para la lucha de clase. Fundamentalmente, su análisis no logra unir la opresión de las mujeres con la continua existencia del capitalismo. Estas “estudiantes activistas” de clase media buscan reformar el capitalismo de manera que sea marginalmente mejor para las mujeres en vez de destruirlo completamente. Estas personas a menudo ocupan cómodos puestos dentro del capitalismo – existe un camino muy trillado desde el activismo estudiantil hasta el comentarista burgués “radical” que escribe críticas liberales. Pero la igualdad entre géneros a nivel superficial bajo el capitalismo aún oprime y explota a la clase trabajadora. Puede que a las mujeres se les otorguen derechos formales, pero aún soportan la carga de la expectativa social para ser amas de casa y siguen siendo quienes sufren la horrible violencia de género. Recientemente, este enfoque feminista liberal se ha mostrado preocupado en reivindicar el porno y la prostitución en nombre de la liberación de las mujeres. Debemos ser absolutamente claras sobre el hecho de que la sexualización de las mujeres coloca a los hombres en una posición de superioridad. Divide a la clase trabajadora y nos distrae de la lucha de clases. Sin embargo, las feministas marxistas somos presionadas a aceptar esta sexualización de nosotras mismas y de nuestros cuerpos como algo empoderante. Pero es crucial que se escuchen las voces del feminismo marxista en esta renovada era de feminismo liberal, el cual busca silenciar a quienes son percibidas como disidentes así como presionar a todas las mujeres a aceptar su punto de vista. Las feministas liberales se preocupan por el campo de batalla que es el cuerpo femenino, pero este enfoque hace muy poco para cambiar las relaciones de poder. En vez de eso, debemos cambiar por completo de emplazamiento, no situándolo en el cuerpo femenino, sino en nuestros lugares de trabajo, nuestros hogares y nuestros sindicatos. Reducirnos a nuestros cuerpos no nos empodera. Aunque el nuevo feminismo prevaleciente lo lideren mujeres, aún se centra en nuestra apariencia, nuestros cuerpos y nuestra sexualidad. Las mujeres, en cambio, necesitan que se las tome en serio como socialistas y como activistas. Se arguye que la prostitución debería contar con el mismo estatus legal que cualquier otro trabajo, ya que todo trabajo bajo el sistema capitalista es explotador. Sin embargo, el trabajo sexual no es un trabajo como cualquier otro. Las feministas liberales buscan legitimar sus argumentos afirmando que el sexo es una mercancía. Pero no lo es; El sexo es un medio a través del cual se consume una mercancía, y el bien de consumo es el cuerpo de la mujer. Afirman una y otra vez que la prostitución siempre existirá, y que es inevitable. Esto les concede a los hombres el derecho al uso sexual de una mujer y su cuerpo, validando la cosificación sexual de las mujeres y el privilegio masculino. Con esto en mente, ¿cómo rayos puede esperarse que todas las mujeres se traguen la agenda liberal, perpetuada por una gran cantidad de feministas quienes retratan al porno y al comercio sexual como algo “empoderante”? Esta idea distorsionada perpetúa el mito de que las mujeres de alguna manera tienen “agencia” y “elección” sobre sus propios cuerpos en una industria dirigida abrumadoramente por hombres. Tal cosa sucede a menudo por la fuerza en amplios espacios de tráfico que la industria fomenta. ¿Deberíamos adherirnos a los llamamientos a favor de la despenalización de la prostitución sólo porque una minoría de mujeres se sientan “empoderadas” en sus intentos de “reivindicar” esta industria? Este puto de vista no encaja con los numerosas situaciones terribles a las que cotidianamente se enfrentan las mujeres en este negocio. Los llamamientos a favor de la despenalización son perjudiciales y legitiman que se abuse de las mujeres. Aquellas que buscan despenalizar esta industria ignoran la forma en la que el comercio sexual está estructurado a través de la explotación capitalista, la pobreza y la opresión de las mujeres. El único grupo que saldría beneficiado con ello serían los proxenentas. Las socialistas deberían estar asistiendo y apoyando a las mujeres para salir del comercio sexual y castigar a aquellos que impulsan la demanda del mismo. Al tiempo que anhelamos una sociedad libre de prostitución debemos luchar por la implantación del modelo nórdico. El modelo nórdico hace exactamente lo anteriormente mencionado. Despenaliza a aquellas que son prostituidas, proporciona servicios vitales para ayudar a la gente a salir de la industria y convierte la compra de personas para obtener sexo en un delito penal. De este modo, al reducir la demanda atacamos el problema desde la raíz. La pornografía, entretanto, fue específicamente diseñada por y para la fantasía masculina, ignorando completamente a las mujeres como seres humanos. El porno es a menudo violento y extremo y el lenguaje utilizado en sus títulos es deshumanizante. Una rápida ojeada a Pornhub mostrará títulos como: “brutalizadas”, “golpeadas”, “destruidas”, “castigadas”, etc.. El dolor y la incomodidad de las mujeres es claramente una atracción más que una desafortunada consecuencia de la industria. En el porno, las mujeres son objetos sexuales, nada más, nada menos. Pero las feministas liberales creen que hay formas en las que la pornografía puede utilizarse para liberar a las mujeres. Esto está unido al aumento del supuesto “porno feminista”, que supuestamente es más representativo de todas las mujeres en la sociedad y que está producido por y para las mujeres. No hay un “porno feminista”: el concepto de la mercantilización del sexo es fundamentalmente capitalista y carente de ética y esto es independiente a cuán diverso sea el elenco o a cuán bien se trate a los actores. Mientras los hombres puedan ver a mujeres teniendo sexo frente a las cámaras con el click de un botón, no podemos esperar afrontar el privilegio masculino hacia las mujeres en en el conjunto de la sociedad. Ver a un ser humano como un medio de producción, o una mercancía es fundamentalmente anti-comunista e ignora completamente la resistencia a la explotación de las mujeres, lo cual es un elemento central de dicho pensamiento. Los genitales de una mujer no son un medio de producción que pueda poseerse. Pensar lo contrario y autoproclamarse feminista resulta desconcertante. Debemos hacer retroceder esta reinvención corporativa del feminismo si pretendemos unir a hombres y a mujeres de clase trabajadora contra el capitalismo y avanzar hacia la emancipación humana. Como dijo Marx, tenemos un mundo que ganar: entonces, ¿por qué estamos invirtiendo tanto tiempo en conquistar las partes más sórdidas del mundo que queremos dejar atrás? La profesora Mary Davis da un argumento de peso por el que “la lucha por la igual remuneración por el mismo trabajo, por el cuidado infantil subvencionado, por la socialización de otros aspectos del trabajo doméstico y por otros asuntos de importancia para las mujeres, tales como los plenos derechos legales y reproductivos, apunta en última instancia al socialismo.” Y tiene razón al decir que es “entorno a asuntos como éstos donde las mujeres son más proclives a movilizarse y unirse.” Las mujeres hemos de organizarnos colectivamente por asuntos que nos afectan desproporcionada y exclusivamente a nosotras, pero esta no es razón para alienarnos y sexualizarnos, ya que este comportamiento existe para reducir nuestro impacto en la lucha de clases. Las feministas aprovecharían mejor el tiempo si se organizasen colectivamente para garantizar que todas las mujeres tengan acceso a servicios de calidad. Cuando las mujeres trabajadoras se unen y se organizan pueden conseguir cambios reales en la sociedad. La exitosa campaña para derogar la octava enmienda en Irlanda es un claro ejemplo de ello. Y no podemos perder de vista la lucha de clases. Como dijo Clara Zetkin, “La mujer proletaria lucha codo con codo con el hombre de su clase en contra de la sociedad capitalista.” Debemos luchar en contra de las políticas identitarias y su rechazo de clase que buscan dividirnos. Y debemos continuar organizándonos colectivamente, luchando juntas como clase y para nuestra clase. Para los bolcheviques una de sus primeras prioridades fue la implantación de la total igualdad de géneros ante la ley, incluyendo los derechos al divorcio, al aborto y al matrimonio civil. Cuando nos organicemos como feministas marxistas, debemos hacerlo colectivamente con las necesidades de todas las mujeres de clase trabajadora en mente, al contrario que las feministas liberales quienes priorizan los deseos individuales y la validación sobre lo colectivo. El feminismo liberal se centra en el individuo y por tanto es fundamentalmente anticomunista. Debemos permanecer totalmente comprometidas con el desmantelamiento del capitalismo para liberar completamente a las mujeres. Millones de personas de clase trabajadora no han sacrificado sus vidas en pro del porno hipster. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
1 Comentario
Daniela
12/2/2019 09:32:14 pm
El sexo y nuestra relación amigable con la sexualidad empodera. Puede eso confundirse con que ser prostituta o actriz porno es empoderante, pero difiero.
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