Entrevista de NOEMIE RENARD Por Francine Sporenda Traducción: Maura López Colaboración: Maite Sorolla Link original: https://revolutionfeministe.wordpress.com/2018/05/05/le-viol-instrument-de-controle-des-femmes/ Noémie Renard es investigadora en el campo de la biología. Dirige el blog Antisexisme.net desde 2011. F. S.: En líneas generales, según los estudios que citas, entre «un 25% y un 43% de los hombres declaran haber cometido alguna agresión sexual o violación utilizando alguna forma de coerción». Sin embargo, cuando Caroline de Haas (activista feminista francesa) señala el hecho objetivo de que dada la importante cantidad de violaciones y agresiones sexuales, el número de violadores y agresores debe ser también muy elevado, se desata un escándalo. ¿Qué opinas de esta reacción? N.R.: Gracias al movimiento feminista, pudimos arrojar luz sobre el número de víctimas de violencias sexuales, y de esa manera eliminar un tabú: ahora sabemos que hay muchas víctimas, pero sigue siendo difícil afirmar que también hay muchos agresores. A menudo, hablamos de las violencias sexuales como si habláramos del mal tiempo, de una catástrofe natural o de una enfermedad. Es decir, reconocemos que es desafortunado, que es terrible, pero no señalamos a los agresores. Las feministas se percataron de que hablamos de mujeres violadas, pero hablamos poco de hombres violadores. Nos cuesta nombrar a los agresores y es, en parte, bastante práctico porque de los únicos tipos de hombre que se señalan, se dice que están locos, que pertenecen a minorías étnicas, etc. Esto evita debatir, cuestionar la cultura de la violación y confrontar a los hombres con sus responsabilidades. De esta manera seguimos negando las violencias sexuales. F.S.: A menudo, se atiende mal a las mujeres que presentan denuncias por violación, la típica respuesta es que lo que les sucedió no es una “verdadera violación”. Inclusive hay una expresión que refleja la selección que hace la policía entre las «verdaderas violaciones» y las «falsas violaciones»: una «miolación» (una violación, mmm…). Una verdadera violación es la que comete un desconocido en un parking pero ¿qué es una «miolación» (una violación con pocas probabilidades de llegar a juicio) según sus criterios?
N.R.: Hay varios criterios. Una «miolación» sería, por ejemplo, una violación cometida sin agresión física. Si la víctima está en shock, si no se mueve, no se resiste o si no se atreve a decir no, la justicia y la ley consideran que presta su consentimiento. Otro tipo de miolación, es la violacion que cometen los cónyuges, porque la institución judicial la considera dudosa. Aun si la ley afirma lo contrario, en general se considera que, como hay una relación conyugal, no puede haber violación. Otro criterio es que la víctima tuviera un comportamiento «desvergonzado», sexualizado, que participó en una relación de seducción con su agresor, que entró en su habitación, que bebió alcohol, etc. De hecho, a partir del momento en que la víctima tenga un comportamiento que no sea un 100% ejemplar, un 100% racional, se considera que no es creíble y que se merece lo que le sucedió. Otro criterio es también el tipo de penetración: básicamente, las violaciones manuales o las violaciones con fellatio son sistemáticamente descalificadas– los magistrados en Francia tienden a observar una «escala de gravedad» según la cual esas violaciones no son «verdaderas violaciones», que solo son agresiones sexuales, y son sistemáticamente descalificadas y consideradas como menos graves que las penetraciones anales o vaginales cometidas con un pene. Esos son los criterios que permiten que una violación sea considerada una “miolación”. F.S.: La feminista norteamericana Katherine McKinnon afirmó: «desde el punto de vista de las mujeres, la violación no está prohibida, está regulada». ¿Cómo se puede decir que la violación está regulada? N.R.: Para decir esto me baso en el trabajo de Colette Guillaumin que en su artículo de 1978 «La práctica del poder y la idea de naturaleza, la apropiación de las mujeres», muestra como se consideraba que las mujeres y los niños eran propiedad de los maridos y padres. Idea que también pone de relieve Georges Vigarello en su "Historia de la violación", con el concepto de secuestro, etc. Las reglas que regían el grupo de hombres establecían que el marido tenía derecho al acceso sexual a su esposa cuando quisiera aunque su esposa no lo desease (deber conyugal) pero que, en cambio, los otros hombres no tenían derecho a apropiarse de las mujeres de los demás. Y aun si esas reglas ya no las ampara la ley (p. ej.), cuando vemos la manera en que la justicia actúa ante los delitos de violación y, en particular, que los casos en que el violador sea un desconocido se toman más en serio que aquellos donde el violador sea el cónyuge, vemos que es algo que persiste en las mentalidades, y es la primera forma de regulación: quién tiene derecho al acceso sexual al cuerpo de las mujeres, quién tiene el derecho de imponer relaciones sexuales a una mujer. Otra disposición jurídica declara que, para que haya violación, debe existir «coerción, amenaza, violencia o sorpresa». Sin embargo, en general el violador no necesita utilizar modo alguno de coacción, dado que la víctima, si está en shock, si tiene miedo, no reacciona. A veces, hay tanta desigualdad en las relaciones de poder que no hay necesidad de coacción: si la víctima es menor, si es discapacitada, si es totalmente dependiente de su agresor, no se resiste y, por lo tanto, la justicia considera que no hubo coerción, entonces no hay violación, aunque en los hechos haya una coerción psicológica o social: los magistrados interpretan la idea de coerción de manera muy estricta. Es una legislación que se centra en los medios utilizados. Básicamente, se puede imponer una penetración sexual no deseada a alguien si no se emplean formas demasiado excesivas: no hay que golpear, no hay que emplear la violencia física, la coerción no debe ser demasiado fuerte ni demasiado explícita, bajo estas condiciones, está todo bien. Esa es una segunda forma de regulación que se refiere a los medios. Ya mencioné el hecho de que si la víctima tuvo un comportamiento juzgado como poco aceptable, si el tipo de penetración es nada más que un dedo o fellatio, se dirá que no es verdaderamente una violación. Es decir que en ciertas condiciones, la violación es más aceptable que en otras. Si en ciertas condiciones se condena la violación y en otras no, quiere decir que está regulada. Es así que comprendemos mejor lo que quiere decir Catherine McKinnon cuando afirma que la violación está regulada y no totalmente prohibida, sean cuales sean las condiciones. F.S.: ¿No hay también categorías de mujeres consideradas – no jurídicamente, sino culturalmente – como violables sin problema? Intenta presentar una denuncia por violación si eres prostituida, no es nada fácil. N.R.: Sí, mencioné esta cuestión en mi libro. Efectivamente, hay cierto tipo de mujeres que son violables. Durante el Antiguo Régimen, las sirvientas, las esclavas y las mujeres prostituidas solteras, no estaban protegidas contra la violación. Actualmente sigue siendo así para las mujeres prostituidas. Con respecto a las prostituidas, la gente dirá entre risas «¿es un robo o es una violación?». Legalmente es ahora una circunstancia agravante, como la violación del cónyuge, pero en los hechos hay un gran bloqueo en las mentalidades cuando las mujeres prostituidas presentan denuncias. Recientemente encontré un artículo que trataba sobre un asunto de este tipo ocurrido en Bélgica. Una prostituida presentó una denuncia por violación, y los jueces consideraron que «debido a la naturaleza de la profesión que ejercen las damas, la ausencia de consentimiento es difícil de demostrar». Esto significa claramente que la violación de una mujer prostituida no es verdaderamente una violación. F.S.: En tu libro señalas que no es la excitación sexual lo que predispone a la violación sino el placer de dominar. La violación es un acto que a la vez expresa y perpetúa la dominación de los hombres sobre las mujeres y se utiliza para controlarlas. ¿Cómo se ve afectada la conducta de las mujeres por el miedo a la violación? N.R.: En primer lugar, el miedo a la violación lleva a las mujeres a adoptar comportamientos de auto-restricción. Evitan caminar solas por la noche, evitan ciertas salidas, no viajan solas, no hacen autostop - hay muchas actividades, particularmente relacionadas con la libertad de circulación, que se restringen por el miedo a la violación. También tienen cuidado con lo que llevan puesto, con lo que beben. También observé que hay mujeres que no utilizan los auriculares en la calle para estar pendientes del acoso. Las mujeres están alerta todo el tiempo, siempre atentas a cambiar su comportamiento, es imposible para ellas transitar por las calles tranquilamente, en especial de noche y en ciertos lugares. Y eso refuerza también su dependencia de los hombres: en ciertas situationes, el miedo a la violación hace que las mujeres quieran estar acompañadas por un hombre. Su libertad de movimiento se ve directamente afectada por el miedo a la violación. Esto afecta también su libertad sexual porque con frecuencia se acusa a las víctimas de violación, se las culpabiliza por su comportamiento sexual: si coquetearon con el agresor, si expresaron interés o deseo, si lo besaron o comenzaron alguna relación sexual con él, se considera que son parcialmente responsables. Lo vimos en el caso de Tariq Ramadan y el de Solveig Halloin con Caubère, la gente se pregunta: «¿pero por qué subió a su habitación?» Lo que en realidad significa: «no se va a la habitación de un hombre si es para jugar a las cartas». Solveig Halloin dijo en el vidéo que no tenía ningún interés sexual en Caubère, pero si hubiera sido el caso, si hubiera deseado una relación sexual, eso no es un justificativo. Pareciera que si las mujeres desean a un hombre, y si después este hombre es sexualmente violento con ellas, pensamos que tuvieron su merecido, que se lo buscaron. Y esto sucede porque se equipara la sexualidad con la violencia. Si las mujeres sienten deseo por un hombre, significa que buscan problemas, que buscan violencia sexual. Hay una confusión entre los dos, lo que también sirve para controlar su comportamiento sexual. ¿Cuántas mujeres que sienten interés sexual por un hombre no se atreven a tomar la iniciativa porque, si después son víctimas de un agresión sexual por parte de su pareja, se dirá que fue culpa suya?. Se las culpabiliza por su comportamiento sexual, que se considera el causante de las violaciones, por lo que su libertad sexual también se ve afectada. FS: ¿Qué opinas sobre el hecho de que actualmente se ponga mucho énfasis en la noción de consentimiento, pero que solo se refiera al consentimiento de las mujeres? NR: Es cierto que en los discursos que escuchamos sobre la sexualidad, los hombres desean y las mujeres consienten. En mi opinión, esto revela el hecho de que todavía percibimos la sexualidad de las mujeres como inherentemente pasiva. El consentimiento significa aceptar. Si nos referimos exclusivamente al consentimiento de las mujeres, significa que no las vemos como emprendedoras, su sexualidad consiste en responder positiva o negativamente a los avances del hombre. Seguimos teniendo roles muy “generizados” en los que se niega la autonomía sexual de las mujeres, su deseo no puede ser activo, depende del de los hombres. Si hablamos mucho sobre el consentimiento de las mujeres y no del de los hombres, es porque el tema siempre está vinculado a esta cuestión del deseo. Consentir significa aceptar, ¿por qué una mujer acepta las relaciones sexuales? ¿Es porque lo desea o es porque realmente no tiene otra opción? ¿Y cuál es el "consentimiento" de las prostitutas? Es la pobreza lo que las impulsa a consentir. Si hacemos tanto hincapié en el consentimiento de las mujeres y tan poco en sus deseos, significa que su deseo no se considera importante. Lo importante es que acepte, pero no nos preguntamos si este consentimiento es realmente libre, si es la expresión del deseo y la voluntad. F.S.: Tú dices que se asocia la penetración con el poder. ¿Existe alguna relación entre esto y el hecho de que la penetración de los orificios masculinos sea tabú, mientras que las alusiones a la penetración de las mujeres sean omnipresentes? N.R.: Efectivamente, está relacionado porque simbólicamente la penetración se asocia con el poder: el penetrante se percibe como dominante y él o la penetrada se percibe como dominado; se ve muy claro en expresiones comunes como «follar», «empomar», «entubar» etc. De hecho, la penetración se usa como una metáfora para expresar el engaño o la humillación. Hay muchas expresiones que lo evidencian, y es revelador. Y este simbolismo también se encuentra asociado con el problema de la frigidez, que fue estudiado por sexólogos y psicólogos durante gran parte del siglo XX. Para ellos, una mujer frígida, no es una mujer que no puede tener un orgasmo, que no siente placer, es una mujer que no puede alcanzar el orgasmo mediante penetración vaginal. Se consideró como una enfermedad: estas mujeres tenían un problema porque se negaban a renunciar a su sexualidad clitoriana, que se consideraba inmadura, activa y dominante mientras que la sexualidad de una mujer madura, una mujer real, tenía que ser vaginal, es decir (según ellos) pasiva y subordinada. La mujer frígida no aceptaba su papel de mujer. Ahí vemos muy bien que la penetración vaginal y como resultado el orgasmo, están asociados a la subordinación de las mujeres. La aceptación de la penetración vaginal y el llamado "orgasmo vaginal" por parte de las mujeres se considera como la aceptación de permanecer en su sitio. Aquellas que se negaban a permanecer en su lugar eran las clitorianas, las frígidas y las feministas. Incluso si no hablamos mucho sobre la frigidez, esta relación entre la penetración y la sumisión sigue siendo fuerte. Doy otro ejemplo en el libro, con una encuesta cualitativa de parejas homosexuales masculinas sobre su percepción de la penetración anal. Los hombres entrevistados, para hablar de penetrante y penetrado, usan conceptos binarios: pasivo / activo, dominado / dominante, o mujer / hombre. Este vocabulario hace referencia a una idea de jerarquía (aunque los hombres que lo utilizan no necesariamente suscriben): aquel que es penetrado es necesariamente pasivo, aquel que penetra es necesariamente activo, vemos que la penetración se concibe como la expresión de una jerarquía. El hecho de que la heterosexualidad se base completamente en esta práctica que además no da, en promedio, tanto placer a las mujeres (hay pocas mujeres que alcancen el orgasmo solo con penetración), muestra que la heterosexualidad se concibe como un acto de dominación masculina sobre la mujer, es la afirmación de una jerarquía. FS: Las "feministas pro-sexo” afirman que la sexualidad es buena en sí misma y eligen ignorar las relaciones de poder que existen en las relaciones heterosexuales. ¿De qué manera esta valoración incondicional de la sexualidad en este contexto desigual es peligrosa para las mujeres? NR: Es peligrosa porque en un contexto de desigualdad, las mujeres tienen menos oportunidades de tomar decisiones libres, o controlar las relaciones sexuales. En este contexto, las mujeres corren el riesgo de que su sexualidad se vea subordinada a la de los hombres en vez de estar liberada por la "liberación sexual". FS: Es todo lo contrario, ya que, como acabas de decir, en la medida en que la relación de penetración es precisamente el instrumento por excelencia de la dominación masculina, cuanto más nos sentimos obligadas a tener relaciones sexuales bajo la influencia de la ideología de la "liberación sexual", más dominadas estamos. NR: Yo creo que la liberación sexual no es finalmente liberación sexual, excepto tal vez para los hombres. Se cuestionaron algunas normas, pero no se cuestionó esta jerarquía entre hombres y mujeres, por lo que las mujeres pueden haber quedado atrapadas por esta "liberación sexual" que, por el contrario, fortaleció el poder de los hombres sobre ellas. Esta liberación sexual, en un contexto de desigualdad, es de hecho la puerta abierta a más violencia sexual, que a su vez está arraigada en un contexto desigual: cuando existen desigualdades jurídicas, psicológicas y económicas, los dominantes pueden entonces imponer actos sexuales no deseados. No puede haber libertad sexual si no se cuestionan las relaciones de poder entre hombres y mujeres. Por ejemplo, una joven de entre 16 y 24 años que tenga un romance con un hombre que le dobla en edad, desde el punto de vista jurídico, es legal, pero en realidad, este tipo de vínculo me parece muy dudoso porque creo que el hombre detenta todo el poder. Si tiene el doble de edad, tiene la edad de sus padres, es muy fácil tener control sobre una joven. En este tipo de situación no hay libertad sexual, sino todo lo contrario: la joven puede encontrarse en una relación en la que no tenga mucha elección y donde pueda estar sometida. La verdadera libertad sexual es tener la posibilidad de participar en actos sexuales deseados. FS: Dices que penalizar ampliamente la violencia sexual no es limitar la libertad sexual de cada uno, sino todo lo contrario, es protegerla. ¿Puedes explicarlo? NR: Lo dije en el libro en el contexto de la ley canadiense: el consentimiento debe ser continuo. En una relación sexual, cada acto sexual debe ser consentido libremente, es decir, ser una expresión de la voluntad y el deseo. Afirmar eso, implica que penalicemos la violencia sexual ocurrida durante las relaciones sexuales. Una ley de este tipo no debe considerarse únicamente desde el punto de vista de la represión. Plantea una prohibición: que no se impongan actos no deseados en el curso de una relación sexual consentida, el objetivo es que las mujeres puedan participar en la relación sexual con la mente más o menos tranquila sin miedo a la violencia. Por supuesto, la ley por sí sola no puede garantizar que no haya violencia durante este tipo de interacción, pero es importante que las mujeres sepan que está del lado de las víctimas si hubiera violencia. Y está el caso del retiro del condón: en algunos países, si un hombre retira su condón por sorpresa, se considera violación o violencia sexual. Además, al penalizar esto, al plantear esta prohibición, permite que las mujeres puedan tener relaciones sexuales con menos temor de que el hombre se quite el condón, porque está prohibido por ley. Cuando la prohibición está claramente establecida, solo puede fortalecer la libertad sexual y todos pueden participar en estas interacciones con tranquilidad. En conclusión y como dije anteriormente, la violencia se utiliza para controlar el comportamiento sexual de las mujeres. Si los agresores son señalados como responsables y son claramente penalizados, la vergüenza cambia de bando, las víctimas ya no son consideradas culpables, no son culpables de su comportamiento sexual. Y si el comportamiento sexual de las mujeres está menos vigilado, les da una mayor libertad. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
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