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MUJERES, MIGRACION Y PROSTITUCION EN EUROPA: No se trata  de “trabajo sexual”

22/11/2017

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Enlace original:
https://ressourcesprostitution.wordpress.com/2017/08/17/femmes-migration-et-prostitution-en-europe-il-nest-pas-question-de-travail-du-sexe/
 
Publicado por Ressourcesprostitution – En el diario DIGNITY (Red de mujeres emigrantes)
17 de agosto 2017
Autora: Anna Zobnina


Traducción: Tilo Pez

​
Colaboración: Maura Lopez
​

 ​Foto ©Nicolas Economou


Palabras claves

Mujer, emigración, Europa, trabajo sexual, tráfico de seres humanos, despenalización de la prostitución, violencia, Amnistía Internacional, Derecho Europeo, políticas de la prostitución, políticas públicas europeas, trata, explotación sexual, crisis de refugiados, mujeres emigrantes, refugiadas, violencia contra las mujeres, violencia sexual, derechos humanos, derechos de la mujer.

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Desde el inicio de la reciente crisis humanitaria, en Europa casi un millón de personas desplazadas han adherido al estatus de refugiado. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (UNHCR), en el 2016 más de 360 000 refugiados han llegado al territorio europeo para obtener protección legal. De estos al menos 115.000 son mujeres y niñas. Lo que algunos describen como "una crisis de refugiados" por varias razones, porque es un fenómeno que afecta fundamentalmente al feminismo: las mujeres y sus familias eligen la vida, la libertad y el bienestar contra la muerte, la opresión, y la miseria.

Sin embargo, Europa nunca fue un lugar seguro para las mujeres, especialmente para aquellas que están solas, pobres e indocumentadas. Los campamentos de refugiados son en su mayoría habitados y dominados por hombres, dirigidos por fuerzas militares, y están equipados solo con espacios mixtos y sin instalaciones sanitarias reservadas exclusivamente para mujeres. Estos lugares se convierten rápidamente en contextos para el ejercicio de la violencia masculina, donde proliferan la violencia sexual y las amenazas. A menudo las mujeres desaparecen de estos campamentos o centros de refugiados. Como Miembros de nuestra red - las mujeres refugiadas que son nuestras voluntarias en estos campamentos - nos han informado que las mujeres tienen mucho miedo, incluso de ducharse en las instalaciones sanitarias mixtas ya que temen ser acosadas sexualmente y cuando algunos desconocidos se presentan como trabajadores humanitarios ofreciéndose para ayudarlas a utilizar los sanitarios, diciéndoles que los  baños son lugares seguros, estas mujeres desaparecen y no vuelven nunca más al campamento.

Salvo cuando una mujer desaparecida es identificada, es imposible saber si la transfirieron o la traficaron a otro lugar, si logró escapar o si ha fallecido. Lo que nosotras - de la Red Europea de Mujeres Migrantes - sabemos es que las mujeres de nuestras comunidades se han encontrado regularmente en situaciones de trata y explotación: ya sea por matrimonios forzados, servidumbre doméstica, trabajos forzados, pero la prostitución está seguramente entre las formas más terribles de explotación. Esta explotación produce traumatismos sexuales,  se presenta con el síndrome de estrés postraumático (TEPT), con una precariedad material prolongada y aislamiento social, produciéndose una acumulación que pone de manifiesto la vulnerabilidad de las mujeres migrantes.

Para comprender todo esto, no hay necesidad de consultar a la policía; es suficiente con caminar por las calles de Madrid, Berlín o Bruselas, que es la capital de Europa donde también se encuentra la sede social de nuestra red, es una de las ciudades europeas en la cual la prostitución es legal. Si usted pasea por el "Barrio Europeo" o "European quarter" - el hotel de lujo que acoge a los clientes internacionales con las "escort girls" – a Molenbeek, - el famoso "Barrio Jihadista" donde viven los emigrantes pobres y marginados - continuando más adelante se llega al distrito de la Alhambra. Allí se pueden ver hombres que caminan rápido y mirando el piso. Evitan cruzar las miradas con los demás para ocultar el motivo por el cual vienen al barrio de la Alhambra, que es para acceder a las mujeres prostituidas.
 
Muchas de estas mujeres provienen de las ex colonias europeas y que hoy llaman el Tercer Mundo - o provienen de las regiones más pobres de Europa del Este. Las mujeres provenientes de Rusia, como yo, también son numerosas. Aunque las latinoamericanas, africanas, y mujeres del Sudeste Asiático se encuentran fácilmente en las calles, las mujeres de  Europa del Este son estrictamente controladas por sus "proxenetas" y están confinadas en lugares públicos separados.
 
Se supone que en Europa tendríamos que definir a estas  mujeres como "trabajadoras sexuales", aunque la mayoría de ellas se sorprenderían con este término occidental y neo liberal que define su actividad. Efectivamente, la mayoría de las mujeres migrantes sobreviven en la prostitución de la misma manera que las europeas sobrevivirían al hambre, desastres naturales o guerras. Ellas no trabajan allí, sobreviven. Muchas de estas mujeres tienen calificaciones y diplomas  de estudios que desearían utilizar en lo que en la Unión Europea (UE) llaman skilled economics o economía de empleos calificados o especializados, pero las leyes restrictivas sobre el trabajo de los inmigrantes y las discriminaciones raciales, étnicas y sexuales no permiten a estas mujeres ocupar esos puestos de trabajo.

Por lo tanto, la prostitución no es el ámbito particular donde podemos encontrar por casualidad a mujeres migrantes en Europa. La mayoría de estas mujeres son víctimas de trata. Aunque algunas de ellas han sido individualizadas como víctimas de trata o de explotación sexual, muchas no entran en este marco administrativo. En las calles, de manera intermitente - en los clubes de striptease, saunas, salones de masaje, hoteles y apartamentos privados - hay mujeres migrantes que no cumplen con los requisitos oficiales para ser reconocidas como víctimas de trata, y por lo tanto, no pueden beneficiar de las ayudas estatales.

En el 2015, la Comisión Europea señaló que de las 30.000 víctimas de trata registradas entre los años 2010- 2012 en la Unión Europea, casi el 70% eran víctimas de explotación sexual. De esa cifra el 95% eran mujeres, niñas y adolescentes menores de 18 años. Más del 60% eran víctimas del tráfico de seres humanos dentro de Europa, procedentes de Rumanía, Bulgaria y Polonia. Las víctimas que vienen de fuera de países de la UE son de Nigeria, Brasil, China, Vietnam, y Rusia. Estas son cifras de instituciones oficiales. Las definiciones jurídicas de la trata en los  textos europeos son casi imposibles de aplicar, y muchas asistentes sociales que trabajan directamente con las víctimas saben que la definición de trata no refleja todas las situaciones que ellas enfrentan. La prostitución, la trata y las prácticas de explotación de los proxenetas están tan profundamente arraigadas que todas las definiciones legales no logran cubrir todas las situaciones existentes en el terreno.
 
Las principales organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional conocen perfectamente esta situación.  A pesar de su conocimiento del terreno, en mayo del 2016 Amnistía ha adoptado una política internacional de apoyo a la despenalización de la prostitución (Amnistía Internacional, 2016a). La política impulsada con esta campaña reclamaba para los propietarios de burdeles, proxenetas y clientes puteros el derecho de convertirse en "actores libres" o "free actors" en el libre "comercio y trabajo sexual" o "sex work". Amnistía pretende justificar su posición a favor de la despenalización con la realización de "una consulta internacional exhaustiva", pero no han consultado con ninguna de las organizaciones y redes como la nuestra, que se habrían opuesto a esta recomendación (Amnistía Internacional, 2016b). Este documento donde se pueden leer las motivaciones de Amnistía con respecto a su posición favorable a la despenalización está lleno de expresiones idiomáticas tales como "el intercambio consensual" entre adultos, y en el corazón del documento hay un argumento caritativo que sostiene que se protegerían los derechos de las personas más vulnerables, en particular, los derechos de las mujeres migrantes.

Amnistía no es la única organización que se ocupa de los derechos de los emigrantes. Cada vez se van sumando más grupos que defienden el concepto de "trabajo sexual" y en estos mismos grupos se encuentran los que desempeñan el papel de "cuidadores" y asistentes. En Londres, entre estos grupos están la Sex Open University y el Comité Internacional por los Derechos de los Trabajadores Sexuales - Europa (ICRSE) de Amsterdam. Este último intenta hacerse una reputación dentro de las principales instituciones de Bruselas y redes europeas con la finalidad ser reconocido como: "socio respetado del espectro político europeo y de las legislaturas nacionales" y que defienden eficazmente los derechos humanos y los derechos laborales de las trabajadoras sexuales, (International Committee on Rights of Sex Workers) el Comité Internacional de derechos de los trabajadores del sexo – Europa, 2016 [1]

Según Amnistía Internacional, lo que legalmente protegería “el derecho de las trabajadoras del sexo” es garantizarle a los hombres europeos el derecho de acceder a servicios sexuales en un modelo mercantil, sin el riesgo de ser penalizados. Amnistía observó que su política solo sería aplicable a adultos que dan su consentimiento. Porque Amnistía está contra la explotación y prostitución de menores, ya que esta es considerada por la Organización como una violación. Sin embargo, lo que Amnistía omite decir, por ejemplo, es que cuando una menor refugiada es secuestrada con fines de prostitución, ya no dispondrá de recursos materiales o psicológicos necesarios para escapar y denunciar a quienes la están explotando. Es mucho más probable que sea condicionada a aceptar "el trabajo sexual" – que es la etiqueta con la cual la industria del sexo ha designado la prostitución. "El trabajo sexual" será el medio inevitable para su supervivencia en Europa. En efecto, la política de Amnistía no traza una línea neta entre el consentimiento de los adultos y la explotación de menores.  Lo que sí existe en la política de Amnistía es su permiso para que en la vida de un individuo vulnerable se naturalice la agresión y la violencia sexual.
  
La invitación que Amnistía dirige a las mujeres más vulnerables para que acepten la violencia y las agresiones sexuales de la prostitución, solo es posible porque varios profesionales lo han permitido. Porque a fuerza de repetir las palabras "trabajo sexual" han logrado convertirlas en una obviedad, retomada y repetida por académicos universitarios y ONG que ahora consideran la prostitución como un verdadero trabajo. De este modo, con el reconocimiento del trabajo sexual como “la profesión más antigua del mundo”, ahora no solamente es políticamente correcto sino obligatorio desde este punto de vista, decir que la prostitución es un trabajo como cualquier otro para todos aquellos que se deberían preocupar por el respeto de los derechos humanos.

Asimismo, Amnistía y sus aliados aseguran a todo el mundo que la prostitución sería una elección. Sin decir que esta nunca sería la primera opción de todas las personas que tienen otras opciones, pero lo será solamente para las mujeres más marginadas y desfavorecidas y que únicamente se les propone la prostitución como posibilidad para salir de la pobreza. En este sentido, Kenneth Roth, el Director de Human Rights Watch, en 2015, dijo: "a todos aquellos que quieren poner fin a la pobreza en el mundo, ¿por qué negarles a las mujeres pobres la opción del trabajo sexual voluntario?".(Roth, 2015). [2]

Los académicos y profesionales del ámbito de los derechos humanos también han aceptado ampliamente que lo que perjudica a las mujeres prostituidas es la estigmatización. Aun cuando todos sabemos que el traumatismo fundamental es el de anulación de la autonomía sexual, esto sucede en todas las actividades relacionadas con la prostitución y es el aspecto más destructivo, inmediatamente después del asesinato de mujeres prostituidas a manos de sus clientes puteros.

Si buscan entre las mujeres migrantes una "trabajadora sexual" que haya sido asesinada por el estigma, no la encontraran jamás. Lo que van a encontrar es el comprador de sexo (el prostituyente) que la ha matado, la industria del sexo que ha creado el ambiente para que todo esto suceda, y los defensores de derechos humanos, tales como Amnistía Internacional que han cerrado los ojos ante los daños sufridos por todas las mujeres.

Las mujeres vienen a Europa a causa de situaciones desesperadas, de necesidades económicas, y cada vez más, porque temen por sus vidas. Si alguna vez ha dejado su oficina para ir a conversar con las mujeres migrantes, - mujeres árabes, africanas, indias, filipinas, las mujeres que vienen de China o Rusia - las probabilidades de encontrar una mujer que describa la prostitución como "trabajo" son extremadamente bajas. Esto es porque el concepto de "trabajo sexual" no existe en las culturas de donde ellas provienen. Como tantas otras palabras del léxico neo liberal, este término fue importado e impuesto al resto del mundo por las economías capitalistas occidentales, implementadas a menudo con las ayudas humanitaria y sus políticas de reducción de daños, es decir, para lograr reglamentar de alguna manera las situaciones de trata, así como con los programas para la prevención del SIDA.
 
 
Alemania representa en Europa la típica economía capitalista occidental, donde la satisfacción sexual de los hombres puede ser comprada libremente de la misma manera que se compra la atención dental. El modelo normativo alemán es el de la despenalización total de la industria del sexo, seguida por la aplicación de algunas normas de menor importancia. En este sistema de libre mercado, los compradores de sexo y los proxenetas no son reconocidos como responsables ni explotadores. Entre el 6 de octubre y el 11 de noviembre del 2016, por ejemplo, mataron a cuatro mujeres prostituidas (Sex Industry Kills, 2016). Han sido asesinadas en los clubes privados del sexo, pisos o burdeles, y que los alemanes llaman con el  eufemismo "amor móvil" para referirse a las caravanas que van a zonas donde la policía no tiene presencia, donde solo los proxenetas tienen el control total y son frecuentadas por los compradores de sexo. Al menos tres de las víctimas asesinadas fueron identificadas como mujeres migrantes (de la República Dominicana y de Hungría), y se sospecha que las cuatro han sido asesinadas por sus "clientes" (todos varones).

Con estas abrumadoras evidencias de que la despenalización total del comercio del sexo no protege a nadie salvo a los clientes prostituyentes y proxenetas, se tiende a pensar que Amnistía, al conformar su política haya elaborado un análisis político de la discriminación sexista, racista y social que considera que el tema de la prostitución es un desafío  excesivamente grande para afrontar. Esto es típico del "white male síndrome" o síndrome del hombre blanco, como ha sugerido, la superviviente de la trata, Rachel Moran (Moran, 2015). Sin embargo la cuestión que exige una respuesta es la siguiente: ¿Es que no saben en qué consiste el sexo? Es poco probable que todos los miembros del Consejo de Administración de Amnistía sean castos; podemos suponer que algunos de ellos han tenido relaciones sexuales en sus vidas y por lo tanto, saben que la relación sexual ocurre cuando ambas partes lo desean. Cuando una de las partes no desea una relación, la llamamos una experiencia sexual no deseada, lo que configura según la ley como un acoso sexual, agresión sexual o violación.

La prostitución consiste esencialmente en violencia sexual y no hay ninguna diferencia si ha sido "consentida" o no. El consentimiento, según el derecho europeo, se define como el resultado de la libre voluntad de una persona considerando el contexto y las circunstancias en que ha sido concedido (Consejo de Europa, 2011). Entonces el consentimiento no debe ser solo una elección unilateral de los hombres, porque esto formaría parte de las normas patriarcales.

Un acto sexual no deseado no se convierte en una experiencia aceptable solo porque la industria del sexo dice que debe serlo. No hay ningún principio moral que la pueda convertir en tolerable porque te encuentras en un estado de vulnerabilidad, ya sea por pobreza, desempleo, sin documentación legal, huyendo de la guerra o de un cónyuge violento. Es cierto que las mujeres migrantes en Europa tienen limitados sus derechos de trabajo. Y sin duda que sufrimos el racismo, la exclusión, la xenofobia y el eurocentrismo. Aunque Amnistía y cualquier comisión del trabajo sexual intenten impugnar los derechos de estas mujeres, esto no las hace menos humanas que otras. Al igual que los hombres en Europa, las mujeres migrantes tienen cuerpos, deseos y derechos sexuales. Estos derechos son autónomos y personales, no pertenecen a nadie - mucho menos a los hombres que no comprenden o que fingen no saber en qué consiste una relación sexual.

La justificación legal con que Amnistía Internacional, y otros defensores de derechos humanos que sostienen lo mismo, brindan a los hombres que quieren confundir el sexo con su privilegio de obtener una gratificación sexual es una mentirosa manipulación psicológica, inaceptable e ilegítima. A menos que olvidemos que Europa ha abolido la esclavitud hace dos siglos, no hay ningún instrumento legal que reflejando la fragilidad económica y jurídica de una persona; reconozca y conceda a otro el privilegio de imponerle relaciones sexuales remuneradas.

Con las mejores intenciones de ayudar a los inmigrantes, algunos de nosotros tal vez no nos damos cuenta que aceptar la política de Amnistía es dañina y perjudicial para las mujeres migrantes y refugiadas. La despenalización de la prostitución normaliza las desigualdades de género, las desigualdades étnicas y sociales que ya son difíciles de erradicar de nuestras sociedades europeas en las que estas mujeres sufren desde hace mucho tiempo y actualmente de una manera desproporcionada. Esta despenalización aumenta las barreras legales que la mayoría de mujeres migrantes afrontan desde hace tiempo para acceder a trabajos dignos, dejándolas no calificadas y sin oportunidades económicas auténticas. Pero la peor consecuencia es que les roban lo que incluso las más pobres y las más desfavorecidas de estas mujeres migrantes llevan consigo cuando se embarcan en esos peligrosos viajes a Europa – que es la fe, la esperanza y la determinación de luchar para que una vida sin violencia sea posible
 
 Biografía de la autora

Anna Zobnina es Presidenta de la Red de Mujeres Migrantes (European Network of Migrant Women - ENOMW) es una experta y ha sido seleccionada por el Instituto Europeo de la igualdad de género (European Institute of Gender Equality - EIGE). Nació en San Petersburgo, Rusia. A.Zobnina tiene más de diez años de experiencia en el campo del análisis feminista intersectorial de la violencia y discriminación contra las mujeres, especialmente de las mujeres migrantes, la explotación sexual, y la economía de la asistencia. Anteriormente, trabajó como analista e investigación en el Instituto Mediterráneo de Estudios de Género (Mediterranean Institute of Gender Studies - MIGE). En la red europea de las mujeres migrantes, actualmente trabaja en el fortalecimiento de las capacidades de las organizaciones de mujeres migrantes y el aumento de las condiciones de inclusión de las mujeres migrantes en el proceso de decisión de la Unión Europea en las áreas de acceso al trabajo, a la justicia, la participación cívica y a los derechos a la salud sexual.

Citaciones recomendadas

Zobnina, Anna. (2017). La mujer, migración, y prostitución en Europa: No es cuestión de "trabajo sexual." Dignity: A Journal of Sexual Exploitation and Violence. Vol. 2, Issue 4, artículo 6. Available at http://digitalcommons.uri.edu/dignity/vol2/iss4/6.

Traducción: Wendy Okada para EnoMW y Lise Bouvet para el Colectivo Recursos Prostitución

El sitio web de la Red: http://www.migrantwomennetwork.org/

Seguir en Twitter: https://twitter.com/ENoMW

 
Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
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