Por Gabriella Apicella, Guionista, Cofundadora del Festival UnderWire, Miembra de la Junta de Euroscript y productora de Honest Lies Texto original publicado en Huff Post UK el 25/01/2016 11:32 | Actualizado 24 Enero 2017 Traducción: Olga Baselga Imagen: iStock.com/Stefano Tinti El Comité de Asuntos Internos está abierto, en estos momentos y hasta el 18 de febrero 2016, a las propuestas de investigación sobre prostitución. Según han recogido los expertos, cualquier revisión de la ley debe contar con las palabras y actitudes de los consumidores de sexo: "Muchos hombres recurren a las prostitutas para poder hacerles cosas que las mujeres ‘reales’ no aguantarían”. Dean Kirby, en su artículo de la semana pasada en The Independent informaba de que los planes de Andrew Boff, miembro de la Asamblea Conservadora de Londres, proponen ‘gestionar los barrios rojos’ de la capital. Si bien permiten que la prostitución se desarrolle dentro de un horario establecido, garantizando que no se sancione la compra o venta de sexo, la intención es que l@s trabajador@s sexuales se sientan más segur@s. El plan seguiría el modelo instaurado hace poco en Leeds, donde una mujer en situación de prostitución, Daria Pionko, fue asesinada por un consumidor de sexo dos días antes de la Navidad 2015. "Criminalizar una parte de la transacción? Porque me haceís parar de pagar por sexo?" Todos los activistas están de acuerdo en que la seguridad de quienes venden sexo, así como la necesidad de garantizar que nadie lo hace bajo coacción y explotación, son prioritarias. Para tal fin, los planes del Sr. Boff tienen un aspecto positivo: despenalizar a l@s trabajador@s sexuales en los barrios ‘gestionados’ y dentro de los horarios fijados. Esto les permitiría denunciar todos los delitos que sufran sin temor a ser perseguid@s. Sin embargo, el establecimiento de ‘barrios gestionados’, sin unas disposiciones adicionales que aborden los graves perjuicios dentro de la prostitución, supondría, en el mejor de los casos, un simple gesto de buena voluntad y, en el peor, una estrategia peligrosamente incompleta. Más allá de quitar el miedo a ser procesada, ese barrio ‘gestionado’ apenas resuelve los peligros inherentes a la situación de prostitución. Por mucho que no teman denunciar una agresión, sigue tratándose de una agresión o, en el caso de la Sra. Pionko, un asesinato. Los motivos por los que los asesinatos de mujeres en situación de prostitución son 12 veces más frecuentes que para el promedio de las mujeres siguen sin ser atendidos. Para dar verdadera prioridad a la seguridad de l@s que se encuentran en situación de prostitución se necesita un enfoque más contundente. Se debe aplicar la despenalización de la venta de sexo de forma retrospectiva, a fin de garantizar que todos los datos estén claros, caso de que se investigue su historial laboral, residencial o financiero, todo ello combinado con inversiones en vías de salida para l@s que quieran dejar la prostitución. Hay que poner a disposición de tod@s ell@s unos servicios de apoyo, asesoramiento y terapéuticos para atender sus problemas prácticos y de salud más comunes: l@s trabajador@s del sexo sufren estrés postraumático, depresión y ansiedad en niveles similares a los que han combatido en conflictos bélicos. Al desaparecer los servicios especializados por culpa de los recortes, l@s que se dedican a la prostitución son cada vez más vulnerables. Eaves for Women, la ONG que realizó la investigación mencionada, se vio obligada a cerrar sus puertas recientemente, en octubre de 2015. También es esencial reconocer que ‘gestionar’ los barrios no sirve para afrontar los niveles sin precedentes de violencia que soportan las que “trabajan” de puertas adentro, ya sea en burdeles o como ‘escorts’, esto es, el 96% del sexo de pago. El 71% de las mujeres en situación de prostitución, o que salen de ella, sufren violencia, la mayoría por parte de clientes, y el 32% entran en la prostitución antes de cumplir 18 años. Lo único que se consigue con un ‘barrio gestionado’ es un entorno que facilita la explotación. A la prostitución se llega por muy diversos caminos y, a través de mi voluntariado –desde 2012– en una organización benéfica de apoyo a estas mujeres, he sabido que un simple accidente en la vida podía llevar a cualquiera de nosotras a esta situación. Es extremadamente difícil generalizar, pero si se pudiese, diría que la demanda potencia la prostitución, y que si nadie comprase sexo, la prostitución quedaría erradicada. Por tanto, para reducir la prostitución, debemos dirigir la mirada hacia sus “consumidores”. Pese a que algunos consumidores percibieran que las mujeres en situación de prostitución pudieran sentirse "destrozadas", "asustadas", "aliviadas de que no voy a matarlas", "vacías" o "desconectadas", no fue suficiente para disuadirlos. Y aunque, por otro lado, el 51% fue testigo de los pagos a proxenetas, que es un delito según la ley en vigor, menos del 5% informó de sus sospechas a la policía. Sin embargo, cuando se les preguntó si la publicación de su nombre e imagen, tener antecedentes penales, pagar una multa, o constar en el registro de delincuentes sexuales les disuadiría de comprar sexo, 80-85% afirmó que sí. De hecho, allí donde se ha aplicado una ley contra consumidores sexuales, como Suecia, Noruega o Islandia, países reconocidos por sus ejemplares leyes de igualdad, esta estrategia ha demostrado reducir la prostitución. Por contra, la despenalización está llevando a unos niveles de violencia apocalípticos, y bien difundidos, en Nueva Zelanda, Nevada (EE.UU.), Países Bajos y Alemania. Tenemos las respuestas. Que nos sirvan de algo. Sigue a Gabriella Apicella en Twitter: www.twitter.com/Storytails Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
1 Comentario
Doris Iglesias
1/11/2021 05:41:37 pm
Es una lastima en verdad como algunos hombres creen que por comprar un rato de sexo servicio se creen con el derecho o dueños de las sexoservidoras y las someten a practicas sexuales poco ortodoxas donde violentan su integridad como mujer a veces grabándolas sin su consentimiento o obligándolas a no usar condón exponiéndolas a enfermedades de transmisión sexual, etc.
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