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Las enseñanzas del porno: las mujeres son objetos de consumo, abuso y desecho

27/4/2018

2 Comentarios

 

Artículo original: https://beautyredefined.org/lessons-from-porn-women-are-objects/
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Fecha de publicación: 31 de enero de 2015 
Traducción: María Arenas Bardisa
Revisión: Maite Sorolla
 
Nos consideramos anti-porno sin reservas. 
 
Aunque se trate de una de las más poderosas y lucrativas industrias del mundo y, aunque aquellos con ideología afín la respalden y defiendan que se trata de una decisión personal aceptable, no tememos decir que la pornografía es una de las peores y más degradantes violencias contra la mujer. 
 
La pornografía no solo va en contra de la mujer, sino en contra de los hombres y en contra de las relaciones verdaderas: el verdadero amor y el verdadero sexo. Existen incuestionables conexiones entre agresión sexual y uso de pornografía por parte de quienes cometen dichas agresiones. Adicionalmente se sabe que se producen otros incuestionables vínculos entre el uso de pornografía y la reducción de la satisfacción sexual, de la función sexual, de la satisfacción en las relaciones, de la atracción hacia las parejas reales y de la aceptación de peligrosos mitos sobre la violación. La industria de la pornografía trabaja duro para mantener una imagen de glamour aunque, tras la cámara, exista una realidad de violencia, drogas y trata de seres humanos.

La mayor parte de la pornografía que se busca online muestra a personas -por lo general mujeres- como a objetos de consumo y satisfacción sexual. Es bien sabido que la mayor parte del porno tiene una perspectiva predominantemente masculina: los directores suelen ser hombres y el contenido se crea para un público en su mayoría masculino. Como resultado de esto, la cámara a menudo encarna la mirada masculina: la cámara mira donde un hombre (el estereotipo de hombre heterosexual) miraría.
Como bien destacó Jean Kilbourne: “Ver a alguien como a un objeto es, casi siempre, el primer paso para justificar la violencia hacia esa persona”. No tenemos ninguna duda de que la cosificación sexual fomentada y normalizada por la pornografía desempeña un importante papel en la epidemia mundial de violencia sexual contra las mujeres.
 
 
El 88% de las películas porno más populares contiene violencia física contra la mujer.
- Bridges, A. J. et al. (2010)

 Los individuos que ven porno violento o no violento de forma continuada, son propensos a apoyar argumentos que promueven el abuso y la agresión sexual hacia mujeres y niñas.
- Haid, G.M., Malamuth, N.M. y Yuen, C. (2010).
 
 
El análisis de 33 estudios halló que la exposición tanto a pornografía violenta como a no violenta aumenta la conducta agresiva, incluyendo la perpetración de agresiones violentas.
- Allen, M., Emmers, T., Gebhardt, L. y Giery, M.A. (1995).
 
 Puesto que nuestro trabajo consiste en ocuparnos de cuestiones referidas a la imagen corporal de las mujeres sabemos que hay una relación innegable entre el abuso sexual y la perturbación grave de la imagen corporal. El abuso sexual provoca la disociación de la persona con respecto a su propio cuerpo y, a menudo, esto la lleva a emplear dañinos mecanismos de afrontamiento para afrontar la vergüenza. Ejemplos de ello son la autolesión, los trastornos de la conducta alimentaria, la ansiedad por la imagen corporal y la depresión. Hasta el 60% de las mujeres tratadas por trastornos de la conducta alimentaria han sufrido abusos sexuales.
 
Hay varias maneras en las que el consumo de pornografía afecta a hombres heterosexuales y a mujeres:  
(A pesar de que sea una simplificación y generalización y, teniendo en cuenta de que correlación no equivale a causalidad, las correlaciones que se producen ilustran una realidad que se ve respaldada por décadas de investigación e incontables experiencias personales. La flecha significa “puede conducir a”).
 
En hombres:
Consumo de pornografía ⇒ cosificación de la mujer* ⇒ violencia contra la mujer + y/o justificación de la violencia contra la mujer + y/o disfunción sexual + y/o falta de satisfacción (emocional y física) en relaciones de la vida real.
 
En mujeres:
Uso de pornografía ⇒ auto-cosificación ⇒ ansiedad por la imagen corporal ⇒ empleo de mecanismos de afrontamiento que son dañinos.
  
En primer lugar, hablemos de algunos de los peores efectos de la pornografía sobre los hombres heterosexuales y de cuáles son los efectos de ello en sus relaciones con mujeres. La doctora Mary Anne Layden: directora del programa de trauma sexual y psicopatología del departamento de la Universidad de Pensilvania, concedió una entrevista a Jonathon Van Maren en la que aportó interesantísimas conclusiones que pueden consultarse aquí. Describió haber sentido la vocación de estudiar las secuelas que la violencia sexual causaba en sus pacientes de psicoterapia cuando se percató de que, en 30 años, jamás había tratado un caso de violencia sexual en el que la pornografía no estuviera involucrada.
 
“Los hombres no nacen violadores pero, por alguna razón, cada vez más a menudo tratan de justificar la violencia sexual. ¿Por qué? Porque la pornografía ha convertido los cuerpos de niñas y mujeres en productos; esto esta transformando la manera en que los hombres están percibiendo a las mujeres. Estamos ante un negocio porque muchos proxenetas dejarían de serlo si no hubiera dinero de por medio. Es un negocio desde el momento en el que se le dice a alguien que es un producto. Primero se le dice a alguien que hay algo que se puede comprar y luego se le dice que también eso es algo que se puede robar, ambas cosas van unidas. Es decir, la industria de la explotación sexual que ya se da en clubs de striptease, en prostitución o en pornografía es el “lugar donde se compra” pero la violencia sexual es el “donde se roba”. Se roba con la violación, con el abuso sexual infantil y con el acoso sexual.
 
Es decir, todos estos aspectos están perfectamente conectados. No hay manera posible de trazar esa línea que separe a la violación de la prostitución, o a la pornografía del abuso sexual a la infancia: no existen líneas de demarcación claras. Los perpetradores comparten un conjunto de creencias comunes y en el caso de los que han estado expuestos a pornografía, las creencias contrastadas con la investigación, permiten afirmar que estos están convencidos de que las víctimas deseaban la violación y de que no sufrieron tanto mientras las estaban violando. Todo ello forma parte del mito de la violación. Las personas que consumen pornografía asumen el mito de la violación en mayor medida que el resto. Por todo esto tenemos la sensación de que la pornografía enseña a los hombres a pensar como a violadores y luego provoca que actúen como tales.
 
Cuando se abarata la oferta sexual, se abaratan los cuerpos de las mujeres y se trata a las personas como a objetos, se dan unas consecuencias concretas: la violencia sexual y el deterioro de las relaciones. Existe un conjunto de interesantes estudios que, destacan en parte, cómo se está produciendo y manifestando esto. En un estudio concreto se empleo un conjunto de fotografías de hombres y mujeres en bañador y ropa interior, es decir, ligeramente sexuales. Dichas fotografías fueron presentadas ante los sujetos en dos orientaciones: en la orientación correcta y en orientación invertida. Mientras tanto, se analizó la actividad cerebral que presentaron con la finalizar de observar qué parte del cerebro era la empleada para analizar la fotografía mostrada.
 
Lo que concluyó este estudio es que, cuando se miran fotografías de hombres en bañador o en ropa interior, la parte del cerebro que se activa es la que se emplea para analizar personas y rostros humanos. Sin embargo, cuando se miran las fotografías de mujeres en bañador o ropa interior, la parte del cerebro que se activa es la que se emplea para analizar utensilios y objetos.
 
Por norma, cuando un utensilio u objeto ya no sirve para su propósito, se desecha y se sustituye por uno nuevo. De modo que, hace años, cuando las feministas decían que los hombres tratan a las mujeres como a objetos, no debimos haber pensado que se trataba de una metáfora porque, no lo era. Se trataba de una afirmación realista: están empleando la parte de su cerebro que típicamente analiza cosas y objetos, y hay consecuencias en la sociedad cuando se empieza a tratar el sexo como producto y a las mujeres como a objetos”.
  
Alcanzado este punto interrumpimos para asegurarnos de que el estudio citado no se tergiverse. Las mujeres de las imágenes de dicho estudio estaban tan sexualizadas o llevaban tan poca ropa como los hombres, pero tan sólo a las mujeres se las vio como objetos.
Esto es tan relevante porque, en nuestra cultura, hay una tendencia a culpabilizar a las mujeres de que los hombres las perciban como a objetos sexuales. No es culpa suya, es la manera en la que se enseña a percibir a las mujeres. Incluso cuando visten con tan poca tela como los hombres y están en el mismo contexto. Desde la cuna nos hemos visto rodeados por los medios que sexualizan a la mujer sin cesar, reduciéndola a mero cuerpo para ser visto y sobretodo y ante todo: consumido. Mientras tanto, los hombres (que de vez en cuando también se les sexualiza), están representados como agentes activos a los que se valora por muchas otras cosas aparte de por su apariencia física.
 
Los cuerpos de las mujeres no son inherente ni biológicamente más sexualizados que el de los hombres y, sin embargo, los percibimos de este modo. Culpar a las mujeres de esta tendencia no tiene sentido ni nos acerca de modo alguno a la solución. Necesitamos responsabilizarnos de cómo percibimos a las personas, de cómo pensamos en ellas, de cómo nos comunicamos y de cómo actuamos con ellas; después, debemos trabajar en cambiarlo. También, debemos responsabilizarnos de los mensajes y contenidos que estamos consumiendo y de cómo afectan a la manera en que vemos a los demás. El porno siempre mantendrá nuestro cerebro en modo cosificación. Si no queremos ver a las personas como objetos, ni caer en la trampa de pensar en ellas de esa manera o tratarlas de esa forma, no podemos continuar viendo contenidos que perpetúen tales mentiras.
 
 La doctora Layden continuó afirmando lo siguiente:
 
“El deseo de amor está imbuido en nosotros. Mi colega decía: «El verdadero daño está en que la pérdida del amor es una gran amenaza siendo este un mundo en el que el amor es lo único que conduce a la felicidad». Eso resume lo que estamos haciendo para que a todo el mundo se le haya programado mentalmente para amar y ser amado.  Eso es lo que sacia nuestro hambriento corazón, y tenemos una generación muerta de hambre que se está alimentando de esa comida basura que es la pornografía y transformándose en obesos sexuales porque están tan hambrientos que no dejarían de comer comida basura si es lo único que se les está ofreciendo.
 
De modo que, en parte, necesitamos que haya gente que quiera hablar del milagro del buen sexo, de la maravilla del buen sexo, de cómo sirve para unir a las parejas comprometidas y las ayuda a mantener las promesas que se han hecho. De que hay una cosa que se llama sexualidad buena que es emocionante, vivificante y basada en el amor; y que toda esa comida basura que hay ahí fuera no lo es todo. Si yo le dijera a la gente que quiero que se alimenten de comida sana y que no vayan al McDonald´s no me llamarían “anti-comida”, dirían que solo pretendo promover la comida sana… al fin y al cabo, si alguien se alimenta durante 30 días seguidos de McDonald´s acaba con hígado graso. Pues eso es lo que quiero hacer pero con la sexualidad: quiero promover la sexualidad que alimenta el alma, que es sana, que surge del amor, y no esa sexualidad basura.
 
Creo que tenemos que educarnos a nosotros mismos y que tenemos que decir la verdad al resto. Tenemos que reafirmarnos en nuestras convicciones porque, quién ya se sabe todo esto, si se calla, otorga.
 
Tenemos que ir a las bibliotecas de las escuelas a pedir que protejan a nuestros hijos. Tenemos que decirles a nuestros gobiernos que dejen de difundir falsas creencias sobre el consentimiento y por tanto eviten que la prostitución se legalice; pues hace que los hombres crean que está bien y hace que recurran a las mujeres prostituidas. Debemos dotarnos de leyes contra lo que dañe a las personas y debemos enfurecernos cuando, en esta sociedad, la violencia sexual se tapa y se trata de ocultar porque la ha perpetrado un atleta profesional. Debemos unirnos, y que se unan a la lucha periodistas, abogados, padres y madres, que formemos un poderoso equipo que proclame al unísono que merece la pena salvar a esta sociedad, que merece la pena salvar a nuestros hijos e hijas y que la sexualidad es sagrada. Debemos hacerlo unidos y esto requiere de un esfuerzo coordinado. Cuando oigo a personas decir que no podemos cerrar la caja de pandora, les contesto que hace 50 años el 60% de los habitantes de la ciudad de Nueva York fumaba, y, hoy día solo lo hace el 18%. Cerremos la caja de pandora porque esto también podemos conseguirlo y vale la pena hacerlo”.

No podríamos estar más de acuerdo. No vamos a dejar pasar este asunto por temor a que los trolls nos tilden de celosas, feas, mojigatas o puritanas anti-sexo (que son las acusaciones más amables que recibimos…). Sabemos del daño que el consumo de porno produce a los hombres y sus relaciones. También somos conscientes del daño que ellos infringen sobre las mujeres por la interiorización de los nocivos mensajes que el porno transmite sobre el valor de estas. El porno no solo daña a las mujeres a través de sus relaciones sino a través de la exposición directa ante el mismo. Sabemos cómo la exposición al porno daña a las mujeres: haciéndolas retrotraerse, centrarse únicamente en su apariencia física y haciendo que prioricen su atractivo sexual en lugar de su propia satisfacción y salud sexual.
 
Sirva de ejemplo de esto mismo el sincero mensaje que nos envió una joven:
 
«He decidido compartir mi experiencia porque espero que sirva para demostrar el cambio que se ha producido en mi vida, en gran medida gracias a las verdades empoderantes de beauty redefined. Estuve luchando varios años con una adicción a la pornografía. Perdí muchísima confianza en mi físico y en mis capacidades. Me resultaba imposible reunir la suficiente autoestima como para mantener la abstinencia más de una semana o así. Acababa recayendo en los mismos ciclos de autodesprecio, autocritica con mi físico, envidia a los demás y de nuevo volver a la estimulante insensibilización que me ofrecía el porno. Una noche encontré vuestra página web y me quedé leyendo hasta las 4:00 de la madrugada porque no podría creer cuánto me identificaba con todo. Me di cuenta de que estaba enganchada a las redes sociales por causa de la misma falta de autoestima que me mantenía enganchada a la pornografía. Pensé que quizás, abandonando una temporada todas las redes, sería capaz de abandonar definitivamente la pornografía. Baste señalar que transformó mi vida. Estuve dos semanas alejada de las redes y centrada en el servicio a la comunidad, en mi familia, en desarrollar mis habilidades, etc. Me sentí más feliz, completa y empoderada de lo que nunca me había sentido antes. Por primera vez, fui capaz de abstenerme de las conductas destructivas que me mantuvieron cautiva tanto tiempo y ahora sé que no necesitaré recurrir a ellas jamás. Lo que casi se convierte en una lucha de por vida concluyó gracias a vuestras investigaciones».
 
Además de que hombres y mujeres aprendan a verse como objetos entre sí por la exposición a los medios que nos presentan como a partes, un gran número de mujeres aprende a auto-cosificarse y a monitorizar su propia apariencia a costa del resto de aspectos de su vida. Esta es una de las áreas de investigación sobre la que hablamos y escribimos siempre que se nos presenta la ocasión. Es una realidad epidémica para niñas y mujeres de todas las edades pero podrá ser combatida una vez seamos capaces de reconocer lo que está sucediendo.

Podemos abordar la auto-cofisicación de forma similar a cómo abordamos la cosificación. Unámonos en esto para reparar nuestras relaciones mientras sanamos por dentro.  Desterremos esas mentiras que creímos y mantuvimos y que nos dañaron por dentro e hirieron a quienes nos aman.

- ¿Necesitas más ayuda para desarrollar una resiliencia de imagen corporal que te permita superar tus complejos y empoderarte como nunca antes? Aprende a reconocer las ideas nocivas, redefine belleza y salud y resístete ante todo aquello que te impide experimentar la felicidad, la salud y el verdadero empoderamiento con el programa de Beauty Redefined para imagen corporal en niñas y mujeres de más de 14 años. Se trata de una herramienta de terapia anónima que puede cambiar tu vida y, cuyas desarrolladoras, Lexie y Lindsay, poseen un doctorado en medios de comunicación e imagen corporal.

- Anima a tu pareja, a tus amigos y a tu familia a que se opongan a la cosificación y a que rechacen todas los tipos de pornografía, incluyendo las revistas que presentan a la mujer como un elemento decorativo y cualquier otro medio que degrade y devalúe a la mujer. Las personas deben reconocer la cosificación en los medios de comunicación antes de poder reconocerla dentro de sus propios esquemas mentales del mundo y de sus interacciones con los demás.

- Denuncia si ves en ese programa de televisión que te gusta, que una mujer es usada como accesorio y que está siendo sexualizada y tratada como mero cuerpo.

- Haz crítica de la disparidad en cuanto a la cantidad de hombres en los medios frente a la cantidad de mujeres así como de las disparidades en los requisitos de apariencia física que se exigen para aparecer en televisión.

- Analiza hacia dónde hace zoom la cámara, cómo panea y cómo encuadra el cuerpo de la mujer sin importar hacia qué sexo se dirigía la película o el programa.

- Fíjate en el cambio de diálogo cuando se habla de mujeres y no de hombres.

- Recuérdate y recuérdale a tu pareja, así como a tus amigos y a tu familia que, sea cual sea la apariencia que tenga una mujer o lo que lleve puesto, cada persona tiene el control de lo que ve, de lo que piensa y de lo que hace.

Si alguien te considera un objeto al que escudriñar, juzgar o sobre quién actuar sin solicitar consentimiento alguno es algo que bajo su criterio por su cuenta y es responsable de ello, es decir, no es tu culpa. Todos somos responsables de lo que vemos, de lo que pensamos y de lo que hacemos con esos pensamientos. En este tema de la cosificación los hombres a menudo son excusados de simplones, débiles e incapaces en la lucha por ver a la mujer como otro ser humano en lugar de verla como un conjunto de partes corporales que cosificar pero, todo esto, es mentira.

Retomamos una cita de un post previo de Nate Pyle:
“Muchas personas lo intentarán, tratarán de decirte que una mujer tiene que prestar atención a cómo se viste para no tentarte y así evitar que la mires lascivamente. Esta es mi opinión: es responsabilidad de la mujer el vestirse al despertarse de mañana y tu responsabilidad es la de verla como a un ser humano sin importar su vestimenta. Sentirás la tentación de culparla por tu mirada cosificante justificándote en lo que lleva puesto. No lo hagas, no busques ser la víctima porque no eres una víctima indefensa de tus propios ojos. Tienes absoluto control sobre tus ojos, ejercita ese control, entrénalos para que miren a los ojos de ella. Disciplínate para buscar su mirada y no su ropa ni su cuerpo. En el momento en el que juegas a ser la víctima caes en la mentira de que solo eres una reacción encapsulada en un cuerpo  que se dispara ante estímulos externos siendo incapaz de distinguir entre el bien y el mal, entre lo humano y la mera carne. Mírame… sé que todo eso es una mentira ridícula, eres mucho más que todo eso y la mujer a la que miras es mucho más que su ropa, mucho más que su cuerpo”.

Para evitar ver y tratar a los demás como a objetos y para dejar de tratarnos como objetos debemos ser conscientes de la influencia que tienen la pornografía y la cosificación sexual sobre nuestras relaciones, nuestra salud y nuestra seguridad. Cuando ya hemos reconocido dicha influencia deberemos rechazarla en todas sus formas. Podemos “re-entrenar” nuestras mentes para ver personas humanas en lugar de partes corporales sexualizadas. Podemos “re- entrenarnos” para priorizar nuestra propia salud, nuestra seguridad y nuestra satisfacción en lugar de obsesionarnos con la medida en que estamos atrayendo sexualmente a los demás. Lo que no vamos a poder hacer es entrenarnos en todo esto mientras permitimos que poderosas y lucrativas industrias sigan perpetuando mentiras sobre sexualidad, corporalidad y valía personal.
​
*De forma mucho menos habitual la auto-cosificación se da también en hombres homosexuales y heterosexuales. En ambos casos se manifiesta con la obsesión sobre los ideales de cuerpos sexualizados que se muestran en la pornografía, en cuestiones como el tamaño de órganos sexuales o la musculación.
 
 
 
 
 


Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
2 Comentarios
Vera
29/4/2018 10:57:16 am

He amado muchísimo esta entrada; parece mentira que aún haya que explicar cosas tan lógicas como esta.

Especial devoción por la sensibilidad que habéis empleado para hablar del amor y la insatisfacción que esta industria genera en nuestras mentes. Una reflexión muy afín al Amor Líquido de Bauman.
Gracias, de verdad: Me ha encantado de principio a fin.

Responder
Rogelio
3/9/2020 12:02:23 am

Cada persona debería tener al alcance este tipo de información, siento que quienes que tienen el poder de influencia y autoridad en cada parte del mundo debería haber tomado carta al asunto con este tema. Para comenzar a sanar un mal que ha causado tanto daño a toda la sociedad, principalmente a quienes han sido víctimas de actos graves a su persona.

Crecí mi adolescencia rodeado de pornografia y de un eterno que no normalizaba, tanto hombres como mujeres lo hacían y es algo que dentro de esa falsa normalidad termina siendo una adicción. Y lo peor es que enferma la mente, esa es la palabra, uno queda enfermo, contaminado, sucio, porque no sólo es consumir esa porquería y ya. Sino que influye en demasía a como uno termina viendo a su entorno y termina sexualizando el cuerpo de la mujer.

A mí no me pasó que lleguase a tocar fondo como perder parejas, o peor aún llegar a faltarle el respeto a una mujer. Pero si me di cuenta que no podía seguir normalizando eso, comencé por dejar de ver ese contenido e informarme cada cosa desastrosa que implica ese negocio y también el reflexionar lo asqueroso que es tener un comportamiento de cosificador sexual, es algo a lo que cualquiera puede llegar, hay que ser muy ciego o estar muy bloqueado para no permitir la reflexión de esto. Siento que no es algo fácil porque en mi experiencia recaí muchas veces, pero cualquiera puede, hay que trabajar la mente y asimilar que lo que nos diferencia de otros animales es que tenemos la razón para decidir que pensamientos son los correctos, todo va en tener la decisión.

Si alguien lee esto que esté en una situación parecida a lo que he vivido, recomiendo de comienzo dejar cualquier tipo de material del estilo, si son influenciables alejarse de círculos con ese tipo de pensamientos y algo importante que a mí me sirvió mucho, fue el comenzar a predicar incluso cuando yo no cumplía a la perfección lo que decía, pero eso me ayudó a esforzarme a ser cada día más parecido a quien mostraba, porque el conocimiento se adiquiere fácil, pero la parte importante es practicarlo, ya van a ver cuando vean lo que es realmente gratificante de hacer realmente el amor.

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