La vida de una activista contra la prostitución Irlanda del Norte está a punto de criminalizar a los que paguen por sexo. Este avance legal ha llegado gracias al enorme coste personal de una ex prostituta que hizo campaña por ello. Rachel Moran es la autora de Pagada para: Mi viaje a través de la prostitución. Photograph: Bryan O’Brien Traducción: Yoli Solari Sala Rachel Moran Domingo, 31 de mayo de 2015, 09:40 El lunes se promulgarán nuevas leyes en Irlanda del Norte criminalizando a los que paguen por sexo. Yo estuve en la prostitución durante 7 años y he estado entre los activistas a favor de esta legislación y proyectos de leyes similares aquí en la República. En noviembre del año pasado la Ministra de Justicia, Frances Fitzgerald anunció que tenía intenciones de aprobar leyes similares. El éxito obtenido con esta campaña es el resultado de un gran esfuerzo. Parte de las dificultades de estar involucrada en esta campaña ha sido el trato abusivo y sin tregua que he recibido a manos de nuestros adversarios políticos. Cuando comencé a escribir en un blog sobre mis experiencias en el comercio sexual irlandés, empecé a recibir mensajes abusivos y desde el principio se difundieron públicamente mentiras sobre mi. Primero se afirmó que yo no existía, que los autores de mis escritos eran fánaticos de la biblia abolicionistas del comercio sexual, que nunca habían entrado a un burdel. En 2012, hablé en el Departamento de Justicia, a plena vista de docenas de personas que habían sostenido que yo no existía; aquella mentira en particular fue imposible de sostener de ahí en adelante. Entonces dijeron que existía, pero que era una impostora, un fraude y una fantasiosa. ¡Había progresado en la vida! El abuso siguió apareciendo diariamente en mi blog, pero ahora era más cruel, personal y amenazante. En Abril 2013 se publicó mi libro, Paid For, que detallaba mi experiencia en la prostitución, y junto a el mi identidad se hizo pública. No tenía ningún modo de protegerme frente a las mentiras que se decían sobre mi en internet. Tenía que confiar en el sentido común de las personas, y esperaba que estuviera claro que ninguna mujer mentalmente estable declararía públicamente haber estado en prostitución si no fuera cierto. Pero saber que estás siendo juzgada todos los días, que no te puedes proteger en contra de eso, y que lo mejor que puedes hacer es confiar en el juicio de extraños te coloca en una posición extraordinariamente vulnerable. No ha habido tregua. De hecho yo, y las muchas otras mujeres que luchamos por esta legislación, debemos pagar por cada logro legal conseguido, sufriendo campañas organizadas de abuso e intimidación. Aquellos que hacen campaña contra las leyes por las que lucho han conseguido la dirección de mi casa, mis detalles bancarios, y mi correo electrónico personal. Ahora el abuso llega directamente a mi bandeja de entrada, además de aparecer en mi blog, y me han enviado partes de la dirección de mi casa tuiteandome amenazas del estilo “sabemos donde encontrarte”. Denigrante, degradante Cada artículo que he escrito o que se ha escrito sobre mi tiene la sección de comentarios repleta de comentarios de aquellos que también comentan diariamente en las páginas de prostitución irlandesa. Reseñas – repletas de mentiras-sobre mi libro han sido publicados en Amazon. No basta, al parecer, con haber sido abusada sexualmente desde la temprana adolescencia; bajo esta deforme mirada, una mujer también debe recibir abuso por hablar sobre ello. La psicología de este abuso electrónico es paralela al abuso de la prostitución en un sentido: una espeluznantemente similar orden de “mantén tu boca cerrada” se plantea en ambos casos. Escribo este artículo porque ya es hora de que la sociedad irlandesa sepa como se trata a aquellxs de nosotrxs que hemos vivido la humillante y degradante realidad del comercio sexual cuando nos atrevemos a hablar en contra de el. La prostitución es simplemente un sistema de abuso sexual remunerado, y quienes la hemos vivido, no solo tenemos el derecho sino la obligación de decirlo. Lejos del discurso de “la puta feliz”, la realidad es que la gran mayoría de mujeres y niñas en los burdeles y zonas rojas están ahí porque han sido dañadas por experiencias de vida anteriores que no han podido controlar, como la pobreza, las carencias educativas y el abuso sexual en la niñez. Las mujeres no queremos que los orificios íntimos de nuestros cuerpos sean tan públicos como cualquier estación de bus o tren, y me resulta increíble tener que seguir enfatizando esto- cuando sé bien que quienes leen esto no querrían eso para las mujeres de sus vidas, independientemente de sus puntos de vista sobre lo que es aceptable para "otras" mujeres. Sobre las mujeres, dejenme aclarar otra cosa importante: la mayoría de las mujeres en prostitución no eran mujeres cuando llegaron a esto. Las siete chicas de mi esquina eran todas adolescentes. Casi todas, inclusive yo misma, por debajo de la edad de consentimiento. Yo tenía 15 años cuando comencé en la prostitución, tras 18 meses en custodia del estado intercalada con periodos de situación “sintecho”. Nosotras, las chicas jóvenes éramos muy demandadas por los hombres que compran sexo en Irlanda. El concepto de “carne fresca” no es tan tangible en ningún lugar como en la prostitución. Por lo que hacemos campaña es por la criminalización de la demanda del acceso sexual por pago al cuerpo de las personas, por la descriminalización de las personas explotadas sexualmente y por la implementación de estrategias de salida que incluyan la educación y capacitación para que las personas prostituidas puedan avanzar y reconstruir sus vidas. Con respecto a la minoría de mujeres que dicen estar contentas de estar en prostitución; estas leyes las descriminalizarían. ¿Por qué entonces algunas de ellas tratan de bloquear las estrategias de salida por las que hacemos campaña? Existe otro grupo de mujeres poco considerado en este debate: las esposas y parejas de los hombres que compran sexo. La gran mayoría de estos hombres están casados y tienen parejas estables, sin embargo en este debate, estas mujeres y sus hijxs rara vez merecen alguna mención. ¿Qué tipo de devastación cree la gente que causa a las familias que una madre descubra que el padre de sus hijos ha estado usando mujeres en prostitución? Esta consideración estaba lejos de mi mente, cuando estaba en prostitución, pero las actitudes de las mujeres hacia la prostitución son marcadamente distintas según si todavía están inmersas en ella o si han logrado escapar. La verdad es que hoy soy libre de afrontar que la prostitución causa grandes daños a las familias, a los hombres y particularmente a las mujeres. Es destructiva del concepto de igualdad de género especialmente, y de la sociedad en su conjunto. Como dijo la psicóloga estadounidense, fundadora y directora del Centro de Investigación y Educación sobre Prostitución: “La prostitución es para la sociedad lo que el incesto es para la familia.” Habiendo vivido la prostitución, entiendo profundamente la sabiduría de esas palabras. En cuanto al abuso que las mujeres como yo recibimos de aquellos que invierten en el mantenimiento del comercio sexual, soy muy consciente de que no terminará. Cuando logremos estas leyes en la República, el abuso no cesará; aumentará, tal como le sucedió a las mujeres canadienses con las que me he organizado después de que lograran que se promulguen sus leyes. Es un duro precio a pagar, estar siendo recordada cotidianamente que nosotras y nuestrxs hijxs no estamos segurxs en nuestra propia casa, pero valdrá la pena si significa hacer que demanda del acceso sexual por dinero a cuerpos humanos sea ilegal en nuestro país, reduciendo dramáticamente el incesto social que lo infecta. Rachel Moran es la autora de Pagada para: Mi viaje a través de la prostitución, publicado por Gill & Macmillan; @RachelRMoran Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
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