Las mujeres necesitan poder escapar, y no ser embaucadas con gel antibacterial. Por Julie Bindel 1 abril, 2020 Fuente original: https://thecritic.co.uk/prostitution-is-never-safe-let-alone-now/?fbclid=IwAR3dOo_JtjT3cPISwWOwpodRuO5AjDaHL12T8t-5P8OOVkzbfyHF_nS0j6w) Traducción: Victoria Argoty Colaboración: Liliana Forero Montoya Julie Bindel responde a un artículo reciente que caracteriza a las ‘trabajadoras sexuales’ como mujeres simplemente auto-empleadas. Tan pronto como se sintió el confinamiento, me pregunté cuánto tiempo demorarían los apologistas de la prostitución, incluyendo a los proxenetas que se enriquecen a costillas de las mujeres vulnerables, para tratar de justificar ‘la normalidad de los negocios’ en el comercio sexual. Después de todo, ¿qué harían los hombres si no pudieran acceder al interior del cuerpo de una mujer para su placer unilateral? ¿Cómo se puede hacer clausurar el comercio sexual, al igual que restaurantes, pubs, clubs e instalaciones deportivas? Los hombres tienen sus necesidades, ¿sabes? Algo así nos habrían hecho creer si leyéramos los muchos artículos sobre el tema en tiempos recientes. Un proyecto de reducción de daño – este tipo de proyectos usualmente están financiados por el Servicio Nacional de Salud con el fin de minimizar los riesgos para la salud de las mujeres prostituidas – ha publicado concejos basados en usar cloro y desinfectante mientras se atiende a un putero, no permitir besos, y cambiar la ropa de cama ‘si es posible’. En otros lugares, como en sitios de agencias de acompañantes, a las mujeres se les ha indicado bañarse o ducharse con cloro, hacer gárgaras con esa misma sustancia y, por consejo de un putero, usar ‘duchas íntimas de cloro’. Las sobrevivientes del comercio sexual con las que he hablado están muy enojadas por la manera en la cual se está protegiendo la prostitución a toda costa. “No podemos estar seguras”, dice Fran. “Los puteros ponen las condiciones y ellos tienen el control, no nosotras. Deben sacar de ahí a esas mujeres”. La idea de que la prostitución puede ser segura bajo cualquier circunstancia, incluida la de una crisis de salud mundial, es risible. ¿Por qué alguien que tenga en su corazón los intereses de las mujeres prostituidas mostraría mayor preocupación porque la prostitución sea renombrada formalmente como ‘trabajo’ para que puedan reclamar el estatus de ‘trabajadoras’, en vez de demandar que el gobierno destine recursos para estrategias de salida de la prostitución? En 2009, junto con colegas de la South Bank University, llevé a cabo un estudio exhaustivo sobre las barreras y las oportunidades para salir de la prostitución. La vasta mayoría de las 114 mujeres entrevistadas nos dijeron que preferirían estar haciendo cualquier otra cosa en vez de ‘vender sexo’. Querían dejarlo. Incluso las que se auto-identificaban como ‘escorts de clase alta’ hablaban de la experiencia misma de la prostitución como degradante, abusiva y traumatizante. Una mujer que explicaba lo mucho que ‘amaba su trabajo’, derramó lágrimas de sus ojos atormentados a medida que narraba su experiencia durante la entrevista. También he entrevistado docenas de hombres que pagan por sexo, en el Reino Unido y en otros países. Los puteros que se me quedaron en la mente son los que me encontré en burdeles legales, como los de Nevada, Estados Unidos. Su sentido de privilegio y auténtica arrogancia salieron a relucir cuando escogían su ‘cita’ de una fila tipo mercado ganadero que se ubicaba a la entrada del burdel. Cuando se registraban en la recepción podían ver una lista de nombres de mujeres y los resultados de sus exámenes de sangre para esa semana, que estaban expuestos en la pared. Los proxenetas sabían muy bien que, a pesar de las reglas escritas que les exigen a los puteros usar condones, muchos se rehusaban, y por lo tanto la responsabilidad recaía en las mujeres, quienes debían demostrar que estaban ‘limpias’. El burdel Chicken Ranch, que visité mientras investigaba para mi libro sobre el comercio sexual global, ha sugerido recientemente que es seguro mantener a los negocios florecientes siempre que las mujeres y los puteros que los visitan se laven las manos con frecuencia y usen desinfectante. Todo esto se trata realmente de las ganancias de los proxenetas. Son espeluznantes los intentos de algunos grupos de lobby para aprovechar la pandemia del coronavirus como una oportunidad para abogar por la normalización del proxenetismo, los burdeles y la compra de ‘sexo’, al renombrarlos como ‘trabajo’. Los países que han legalizado o despenalizado el abuso comercial de las mujeres han cocechado las consecuencias, y están reconociendo que la trata de personas, el uso de drogas, la tasa de VIH y otras ITS y la explotación sexual de la niñez empeoran cuando se les da carta blanca a los hombres para pagar por ‘sexo’ con mujeres desesperadas. En Brisbane, Australia, donde la prostitución es legal, la policía ha estado arrestando y multando mujeres que ‘trabajan’ en burdeles sin licencia, cuando lo que deberían estar haciendo es arrestar a los proxenetas y puteros involucrados. Las mujeres vulnerables necesitan que se les den oportunidades para escapar del comercio sexual, y no ser arrinconadas con consejos de salud sin sentido y desinfectantes de manos. Estas mujeres ya están expuestas a una violencia horrorosa, así como a una variedad de condiciones mentales y físicas graves y crónicas. La última cosa que cualquier gobierno debería hacer es buscar maneras de que el comercio sexual se mantenga y prospere. Esta crisis es una oportunidad para que nuestro gobierno castigue duramente a los proxenetas y puteros que están decididos a explotar a las más vulnerables de las mujeres a pesar de los enormes riesgos para la salud, para ellas y para la sociedad en un sentido más amplio. Las únicas mujeres que quedan ‘trabajando’ en este ambiente son las más desesperadas. Actualmente en el Reino Unido la legislación concerniente a pagar por ‘sexo’ define que aquellos que tienen acceso a prostitución de mujeres que son tratadas o de alguna manera coaccionadas, están cometiendo un delito. Las mujeres prostituidas deben ser apoyadas económicamente y clasificadas como desempleadas de largo plazo. Necesitamos reconocer el infierno en el que han estado viviendo y poner a su disponibilidad servicios de salud física y mental, cuidado de niños/as y paquetes de re-educación. El gobierno debería tomar medidas drásticas contra los hombres que están poniendo sus propios deseos egoístas por encima de las vidas de otras personas. La prostitución nunca puede ser segura. El Covid_19 no es sino una de las amenazas a las que se enfrentan las mujeres en la prostitución y los proxenetas y puteros deben ser los que paguen el precio. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
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