Original: https://noizz.de/gefuhle/ex-prostituierte-huschke-mau-im-noizz-interview/3kjnezg?fbclid=IwAR2X3PtON_GcKM-gBEdsLuf-0fDhalIVOq_EE7XWKJyddepICVzT8_RGGxk Por: Katharina Kunert Traducción: María García Fernández Colaboración: Adriana Zaborskyj Huschke Mau llegó a la prostitución de la mano de un policía y no consiguió dejarla hasta pasados diez años de horror y gracias a su gato. Por qué nadie la ayudó, por qué la prostitución no es ni feminista ni voluntaria y por qué todos y cada uno de los puteros son culpables, lo explica la actual estudiante de doctorado en esta entrevista con NOIZZ. Si viéramos la historia de Huschke Mau en una película, lo primero que pensaríamos sería “qué poco realista”. Y es verdad: muchos de los hechos que narra parecen demasiado terribles como para ser parte de la vida cotidiana de Alemania. Al principio, su lucha por ser libre parece demasiado imposible como para ser realista.
Pero la historia de Huschke es la de una niña pequeña que aprendió que su cuerpo no le pertenecía. Y la de una mujer adulta que tuvo que luchar mucho hasta llegar a la conclusión de que “mi cuerpo sí me pertenece, pero Alemania me lo ha arrebatado”. La estudiante de doctorado a día de hoy dice: “el estado alemán y su sociedad normalizan la violencia sexual gracias a la aceptación de la prostitución”. Su misión: “abolir la prostitución“. Horror en la adolescencia En su blog Huschke Mau publica no solo su análisis sobre diferentes temas relacionados con la prostitución, como por ej. la “asistencia sexual” a personas con discapacidad, el “estado proxeneta” en procesos judiciales contra prostituidas o la idea de muchas exprostituidas de volver a la calle. Allí cuenta también su historia: experiencias traumáticas en su infancia y adolescencia y cómo acabó en la prostitución, lo último como consecuencia de lo primero. En una entrada del blog cuenta: “Tengo varios hermanos. En nuestra infancia desde el principio sufrimos violencia extrema por parte de mi padrastro. Nos dio varias palizas de muerte. Casi todos los días pasaba algo. A veces tenía que cuadrarme como los soldados durante horas estando desnuda y soportar que me gritara. O me decía que quería ahogarme y me metía la cabeza bajo el agua durante mucho tiempo. También intentó varias veces matarnos a todos provocando un accidente de coche. Todavía me acuerdo perfectamente del ruido que hacía cuando violaba a mi madre. En la adolescencia mi padrastro empezó a abusar sexualmente de mí también. Pero de eso no me acuerdo muy bien. A los 17 me escapé de casa”. En otro texto: “En mis recuerdos de infancia hay muchas lagunas. Por ejemplo, me acuerdo de cómo mi padrastro entra en mi habitación, se echa sobre mí y yo aguanto la respiración. Y los siguientes tres cuartos de hora se han borrado”. A los 18 al borde del precipicio Después de irse de casa, a Huschke le resulta difícil encontrar un sitio donde vivir. Hasta cumplir los 18 la admiten en un centro de menores pero después de la mayoría de edad vuelve a estar en la calle. Ya no quiere ni puede vivir con su familia. Una terrible reunión con los servicios de protección del menor dio como resultado que incluso sus padres le prohibieron ver a sus hermanos. En realidad, con esa reunión Huschke quería conseguir que su padrastro acabara en la cárcel, pero él le quitó importancia a los hechos, la madre calló y los servicios de protección del menor no hacieron nada. Huschke se muda a otra ciudad y quiere ir a la universidad. Sin embargo, conseguir una vivienda con solo 19 años es difícil cuando no se tiene dinero y no hay adultos que firmen formularios y hagan de aval. Sin la firma de sus padres, tuvo que despedirse también de que le dieran una beca para sus estudios. Después de nueve meses sin dinero, Huschke empieza a prostituirse. Un policía será su primer proxeneta Sobre su primera vez en la prostitución Huschke cuenta: “Le dije a un tío que me silbó por la calle que lo mío no era gratis y le cobré 40 € por mi primer polvo. Era la tercera vez en mi vida que me acostaba con alguien y me dolió muchísimo. Mi primer chulo era un cabrón sádico que se divertía viendo lo difícil que me resultaba todo aquello”. Durante un tiempo Huschke intenta llevar una vida normal, pero es demasiado: el sistema universitario es complicado, no puede pagar el alquiler, las instituciones y las compañías de seguros le meten prisa y ni siquiera puede presentar una partida de nacimiento porque el documento sigue estando en casa de sus padres. Finalmente Huschke conoce a un policía que le enseña cómo prostituirse “correctamente”. Él será su primer proxeneta. Lo conoce en un casting que organiza el policía con el objetivo de encontrar mujeres para una película porno. Pero ella prefiere que la cámara permanezca apagada, así que la película se convierte en prostitución. El policía le enseña a Huschke dónde anunciarse, le enseña el vocabulario necesario y se queda con la mitad de sus ingresos. Huschke vive con él y se acuesta con él. Al cabo de poco tiempo es adicta al alcohol y a las drogas, piensa en suicidarse y se autolesiona. Esos pensamientos y el comportamiento autolesivo la acompañan desde su infancia. Pero solo hasta que el policía la golpea, Huschke no consigue hacer la maleta e irse de allí. Su siguiente “trabajo” será en una casa de citas, que será también donde vivirá, ya que no tiene adónde ir. Entrevista con Huschke Mau en NOIZZ NOIZZ: Tu camino a la prostitución estuvo marcado por abusos y violencia. ¿Dirías que este es el típico camino hacia la prostitución? ¿O puede, en principio, acabar en la prostitución cualquier mujer, aunque no haya tenido estas experiencias en la infancia? Huschke Mau: Yo diría que es un comienzo súper típico. Las historias de mis compañeras de la casa de citas parecen todas iguales. Por lo general son tres las cosas que, unidas, empujan a alguien a la prostitución. Una de ellas son abusos sexuales previos. La segunda son los apuros económicos. Y la tercera es por lo general una persona que introduce a la mujer en la prostitución, es decir, un proxeneta. Y por lo general se trata de su pareja. La pregunta de si podría pasarle a cualquier mujer no es fácil de responder, ya que todas las mujeres vivimos en el patriarcado. Yo personalmente no conozco a ninguna mujer que no haya vivido la parte negativa de ese patriarcado. Ninguna a la que no hayan acosado, que no haya sido menospreciada por ser mujer o violada. ¿Quieres decir entonces que el patriarcado marca a las mujeres de tal manera que se sienten inferiores y por eso les allana el camino a la prostitución? Huschke Mau: Eso es. Porque exactamente eso es la prostitución: se atiende la sexualidad de los hombres y la mujer tiene que reprimir su asco o incluso su repugnancia. Ella tiene que actuar para él. Y eso se les enseña a las mujeres, en mayor o menor medida, ya en la infancia y en la adolescencia. A mí también me lo enseñaron. En casa aprendí que el sexo es cosa de hombres y que no se les puede decir que no, y que da exactamente igual si a la mujer le duele. El único objetivo de las mujeres es, según esta manera de pensar, satisfacer al hombre. Y si además haces como si a ti también te gustara, entonces el hombre estará de buen humor y dejará de aterrorizarte durante un tiempo. La prostitución es la punta del iceberg de esta mentalidad que todavía reina en la sociedad. Es la pura realización de: él quiere, ella se somete, sin palabrería romántica y sin matrimonio de por medio. Pero la prostitución no es solo la expresión de las relaciones patriarcales, su existencia reproduce también estas relaciones. Su existencia es el pilar del patriarcado: la prostitución es la causa de que se siga oprimiendo a las mujeres. ¿Qué papel juega en Alemania que la prostitución sea legal? Huschke Mau: La legalización también reproduce el patriarcado. Hay que preguntarse: ¿qué ha traído consigo la legalización de la prostitución en Alemania? La legalización ha ayudado a proxenetas y propietarios de prostíbulos a presentarse ante la sociedad como hombres de negocios. Y ayuda a los puteros a encubrir el abuso y a decir: “esto es como si yo me comprara un döner, las dos cosas son lo mismo, yo no estoy haciendo nada malo”. Pero las que siguen sufriendo son las mujeres prostituidas. Esa es la locura: el estigma no desaparece cuando se legaliza la prostitución. “ Hijo de puta” y “puta” siguen siendo los peores insultos que te pueden decir en el patio del colegio. Las protituidas no dejan de sufrir violencia o son más respetadas porque se haya legalizado la prostitución. El abuso se normaliza y con ello se hace invisible. En el año 2014 se hizo viral “Estoy hasta las narices”, tu carta abierta a una defensora de la prostitución. Ahí contabas que el mito de la “prostitución voluntaria“ es falso. ¿No conoces a ninguna mujer que se haya hecho prostituta porque lo deseaba realmente? Huschke Mau: La cosa es que en Alemania la imagen de la trata es una prostituta del este maltratada encadenada en un sótano. Pero la trata, o prostitución por coacción, también puede significar que no se tengan otras opciones o que no veas estas opciones. Las mujeres que yo conozco acabaron en la prostitución por falta de opciones. Entonces no podemos decir que lo hayan hecho porque lo deseaban. Pero aparte de eso, me parece terrible que nos centremos todo el rato en si las mujeres se prostituyen “voluntariamente”, ya que no se trata de eso para nada. No se trata de si las mujeres han dado su consentimiento. Te garantizo que encontraríamos mujeres que dicen “en realidad me parece bien que mi marido me pegue”. Pero eso nunca supondría que empezáramos a debatir sobre si está bien que los hombres peguen a sus mujeres, solo porque hayamos encontrado a tres mujeres que lo digan. En este debate necesitamos más análisis político. Y este nos dice claramente que la prostitución es sexualidad comercializada. Y una sexualidad sometida al mercado sucumbe a la presión comercial y no es libre, eso ya no tiene nada que ver con el consentimiento. Y con eso podríamos dar por terminado el debate sobre la libre elección en la prostitución. ¿Por qué salen en los medios de comunicación prostitutas que dicen que la prostitución es el trabajo de sus sueños? Huschke Mau: Yo también he leído artículos de mujeres que dicen exactamente eso. Pero aun así sus historias eran muy similares a la mía. Y yo no puedo tomarme a mal que digan que la prostitución les parece bien. Porque yo también lo habría dicho los primeros años. Al principio muchas veces no entiendes cuál es tu situación. A mí me metió en la prostitución un policía y hasta diez años después no llegué a comprender que lo que él hizo conmigo siendo tan joven era trata de seres humanos. En aquel momento habría jurado por lo que más quería, que yo me prostituía voluntariamente. Y no sabemos si las mujeres que salen en los medios de comunicación diciendo que les gusta la prostitución están en la misma situación que yo en aquella época. Y tampoco es que nos deban explicaciones sobre su vida. Pero yo le daría la vuelta a la pregunta y me centraría en los puteros. No deberíamos preguntarnos por qué las mujeres se prostituyen, sino por qué hay hombres que se acuestan con una mujer si sospechan que esa mujer no quiere realmente acostarse con ellos o al menos no lo saben. “Un putero es un hombre que después de acostarse con una mujer no puede estar seguro de si la ha violado o no. No puede saberlo porque al fin y al cabo le ha pagado para que diga que sí”. Y quizás haya un chulo en la habitación de al lado y le pegue si no se acuesta con el putero. Todo eso no lo sabe el putero, pero tampoco le importa. Sobre eso deberíamos discutir, sobre si queremos que exista este comportamiento en Alemania, es decir, que a los hombres les importe un huevo si son violadores. Eso es mucho más importante que preguntarle a una mujer prostituida, si a ella le parece bien la prostitución. ¿Con tus antecedentes familiares, tus adicciones y sin apoyo fuera del mundo de la prostitución, cómo llegaste a darte cuenta de que querías dejarlo? Mi cambio de mentalidad tiene mucho que ver con la vergüenza que me acompañaba en la prostitución día a día, ya que cuando se viola tu integridad física día sí y día también, estás tan deshumanizada que desarrollas esa vergüenza. Por eso empecé a echarme la culpa a mí misma: “Estoy mal porque soy mala. Estoy en la prostitución porque soy rara”. Y hasta que no habían pasado diez años no empecé a plantearme a qué se debía que yo hubiera acabado en la prostitución. Hasta entonces no me había dado cuenta de que toda mi red de apoyo me había fallado: los psicólogos, las instituciones, la economía y por supuesto también la familia. Cuando consigues llegar a pensar que no eres mala persona y puedes mirarte con un poco de compasión, entonces llegas a la conclusión de que no tenías otra alternativa. Y si solo tenías una opción, entonces no estás ahí voluntariamente. En ese sentido no hubo un solo desencadenante, por así decirlo. “De que la prostitución no tiene nada que ver con “Pretty woman” te das cuenta relativamente pronto”. También te das cuenta de que no te tratan como a una persona. De que tienes dolores y los tienes que ocultar. De que hay hombres con los que te supone un gran esfuerzo acostarte. ¿Había ayudas para salir de la prostitución? Huschke Mau: Las instituciones implicadas no me ofrecieron ninguna ayuda durante mucho tiempo. Cuando acudí a un centro de información a la mujer para pedir ayuda para salir de la prostitución, me dijeron: “Si ya no quieres seguir haciendo eso, pues no vuelvas al prostíbulo”. Pero por supuesto, eso no es tan fácil. Sin trabajo, sin casa o personas que te puedan ayudar en esa nueva etapa de tu vida, ¿cómo vas a sobrevivir? Yo conozco a prostitutas que quieren dejarlo, pero el servicio público de empleo les niega ayudas económicas y las amenaza con recortarles las ayudas sociales durante tres meses si son ellas las que dejan el “trabajo” en el prostíbulo. Otras intentan dejarlo pero no les dan ayudas porque el servicio público de empleo da por hecho que siguen “trabajando” y ganando dinero en negro y por eso les descuentan euro por euro el dinero supuestamente ganado en la prostitución de las ayudas que deberían percibir. A esto hay que añadir que la prostitución trae consigo otros problemas: empiezas a necesitar las drogas para amortiguar tu asco hacia algunos hombres. De pronto ahora también tienes una adicción que tendrás que superar antes de poder empezar una nueva vida. O tienes deudas que saldar antes de poder dejar la prostitución. O multas que a veces encima tienes que pagar con recargo. En tu blog cuentas que tuviste una ayuda muy importante para poder salir de la prostitución. ¿A quién o qué te referías? Huschke Mau: Fue mi gatito. Cuando lo encontré, estaba hecha polvo. Yo era de las prostitutas que nadie echaría de menos si desaparecieran. Estaba pensando en suicidarme y tenía la moral tan por los suelos que no tenía fuerzas para hacerlo. Estaba esperando morir de sobredosis cualquier día, que me atropellara un coche o que me matara un putero. Y entonces llegó mi gatito. En el puticlub en el que estaba en ese momento, el hijo de la jefa tenía un compañero de clase que tenía una gata. La gata había tenido gatitos y el hijo de la jefa trajo uno a casa. Pero la jefa no quería quedárselo porque temía que estropeara su carísimo sofá de piel. Así que se trajo el gato al puticlub y me preguntó si quería quedármelo. Cuando vi ese ovillito de pelo naranja con ojos azules, supe que tenía que quedármelo. Me puse a llorar de lo que me emocionó el gato. Ni siquiera sabía aún andar y se caía de culo constantemente. Tampoco sabía lavarse, así que yo lo hice por él. Al principio lo llevaba a todos lados envuelto en un jersey muy suave, incluso al puticlub y al supermercado. Nos queremos mucho y no podríamos vivir el uno sin el otro. Cuando me separo de él más de un día, me da algo. Mi gatito fue quien me dio fuerzas para tantas cosas, de él aprendí mucho. En casa de mis padres solo me tocaban para pegarme. Yo estaba en la prostitución, donde todo contacto era abuso. De él aprendí a poner límites, ya que él lo hacía de manera natural. “Yo aprendí de mi gatito lo que son las necesidades físicas. Después de todo el maltrato que había sufrido, yo estaba tan disociada de mi cuerpo que no fui capaz de sentirlo hasta ese momento”. Aprendí de él que hay que comer si tienes hambre, y que puedes dormir, si estás cansada. Que puedes dejar que te consuelen cuando la vida es una mierda. Que puedes existir sin tener que pedir perdón o castigarte. Gracias a él aprendí a cuidar de alguien y a ser cariñosa y dulce con él, porque yo eso antes no sabía hacerlo para nada. Gracias a él aguanté en las épocas más horribles y no tiré nunca la toalla. Porque mi gato necesitaba un lugar donde vivir, necesitaba comida, un entorno seguro, sin puteros ni chulos. Un entorno sin borrachos, sin drogas por allí tiradas o que pudiera transmitirle al acariciarlo. Solo por eso conseguí superar la desintoxicación y encontré un piso bonito, corté con relaciones tóxicas y finalmente dejé la prostitución y terminé mi carrera en la universidad. Incluso me dio un pseudónimo para escribir. Yo estaba en el sofá y dije: “Huschke es un nombre bonito, pero necesitamos un apellido. ¿Se te ocurre alguno? Y él dijo: “Mau”. Y con eso ya estaba todo dicho. “Huschke” viene del dialecto prusiano y significa “una mujer que no está del todo presente”. ¿Cómo te explicas que todavía haya tan pocas ayudas institucionales para salir de la prostitución? Huschke Mau: Por un lado hay que decir que las ayudas para salir de la prostitución dependen mucho de la persona a quien vayan dirigidas. Algunas mujeres, las que no tienen problemas con las adicciones, solo necesitan dinero para pagar sus deudas con el seguro médico. Algunas tienen ya una vida laboral y un hijo, pero a veces están tan agobiadas que se prostituyen de nuevo para hacerse daño a si mismas. Estas mujeres necesitan una psicóloga. Otras son muy buenas estudiantes pero se prostituyen aparte de estudiar y comienzan a tener problemas con las drogas. Estas necesitan otra ayuda diferente. Por eso no se puede decir que haya, por así decirlo, un paquete de ayudas para salir de la prostitución. Yo creo que hay tan pocas ayudas porque los problemas derivados de la prostitución tienen que permanecer ocultos. La comparación con el abuso a menores, aunque sea un poco problemática, es en parte acertada. Hubo un tiempo en que no había apenas ayudas para niños y niñas víctimas de abuso porque era más fácil decir “tu padre no es un buen profesor, pastor o lo que sea”, que cuestionar el sistema. Siempre es más fácil decirles a las víctimas “os lo estáis inventando” o “la culpa es vuestra”. En el estado alemán de Thüringen, por ejemplo, no hay absolutamente ninguna ayuda para salir de la prostitución. No me sorprende, teniendo en cuenta que allí continuamente puedes encontrar artículos en la prensa sobre las “felices trabajadoras del sexo”. Si no se abre ningún centro de información a la mujer, adonde estas mujeres puedan acudir para contar sus experiencias, lo que queda es la imagen lejana de las chicas felices del puticlub. Nuestra sociedad sospecha que si hubiera suficientes ayudas para dejar la prostitución, de repente muchas mujeres empezarían a hablar. Y entonces tendríamos que cambiar algunas cosas en nuestra sociedad. Entonces tendríamos que decir: si causa tantas víctimas, si es tan horrible y va contra la dignidad humana, entonces tenemos que cambiar algo. Y a eso hay muchos que no estan dispuestos. Puesto que los puteros, que causan tanto dolor, no son extraterrestres. Son nuestros vecinos, nuestros policías, nuestros políticos o sus votantes. Y que ellos no quieren que cambie nada está claro, vamos. Pero estos hombres son cobardes y nunca dirían en público: “Sí, yo quiero que exista la prostitución. Porque es que yo quiero pagar toda mi frustración sexual y mi misoginia con una búlgara de 18 años que no habla ni una palabra de alemán”. “Y por eso estos hombres se alegran cuando un par de prostitutas aparecen en los medios y, a modo de hoja de parra que tapa las vergüenzas, hacen como si la prostitución fuera algo feminista”. Mientras siga existiendo este relato, será muy difícil cambiar la situación jurídica, y aún así es vital comprender que la prostitución no influye solo en las mujeres prostituidas, sino en toda la sociedad, con la imagen de la mujer que tenemos, con las muchachas jóvenes que se traen ilegalmente al país para los hombres alemanes, como si aún fuéramos una potencia colonial. En este momento hay una verdadera ola de reivindicación de reconocimiento de las “trabajadoras del sexo”. El argumento: no es feminista negarles a las mujeres la elección de su profesión. En tu opinión, ¿puede la prostitución ser feminista? Huschke Mau: Definitivamente no. No sé qué podría haber de feminista en poner tu cuerpo a disposición de los hombres y someter tu propia sexualidad al mercado capitalista. En lo que sí tengo que darles la razón es en que cada mujer puede hacer con su cuerpo lo que quiera. Por eso el modelo nórdico, que me gustaría que se implantara en Alemania, no pretende criminalizar a las prostitutas, sino a los puteros. Este modelo, que se ha implantado en países como Suecia, considera la prostitución violencia de género, mientras que dice: “no castigaremos a las víctimas del sistema”. Yo misma estuve haciéndome cortes en los brazos durante años, ya que yo puedo hacer con mi cuerpo lo que quiera. Lo que sí se puede prohibir es hacer lo que uno quiera con el cuerpo de otra persona. Y eso es lo que hacen los puteros. ¿Qué preguntas sobre la prostitución estás harta de oír? Huschke Mau: La primera es: ¿si prohibimos la prostitución, aumentará el número de violaciones? Esa cuestión no solo se ha rebatido, además hay que decir que esta pregunta nace de una determinada visión de los hombres que dice: los hombres tiene que violar, tenemos que proporcionarles mujeres para que no ataquen al resto de la comunidad. La segunda es: ¿si se criminaliza la prostitución, no pasará a la clandestinidad? En Alemania existe ya esa clandestinidad, porque en todos sitios donde hay prostitución legal, también hay prostitución ilegal. En Alemania ya hay muchas mujeres prostituidas que no están dadas de alta en ningún sitio, aunque la prostitución aquí es legal. Y yo no sabría decirte en qué sentido la legalización mejora la situación de la prostitución. ¿Si una chica de 18 años es explotada sexualmente en Alemania, mejora en algo su situación si está dada de alta y paga impuestos? ¿Tendríamos que avergonzarnos menos como comunidad por eso? A esto hay que añadir que el estado, con la legalización, dice que está bien la prostitución, es decir, la explotación sexual de mujeres. Y la tercera es el debate sobre la libre elección en la prostitución y las tres mujeres de siempre con sus historias sobre su supuesta libre elección, que legitiman el sistema que explota a otras miles de mujeres de la manera más brutal. Si de verdad hacemos que dependa de las víctimas si lo que ha ocurrido está mal y es un delito, entonces tenemos un problema enorme en la justicia, siempre que la víctima esté en una posición más débil o incluso dependa del agresor. Por esta razón en el derecho se define lo que es la violencia y se establece su prohibición. Ahora solo nos queda dar el paso para definir la prostitución como la violencia que es. Una violencia en la que la mordaza es el dinero. Esa mordaza también la he notado yo. “Cuando yo decía que me sentía violada, que yo con un putero sentía lo mismo que cuando mi padrastro se me echaba encima, entonces me decían: “¿Pero qué te pasa? De qué te quejas si has cobrado”. El abuso es abuso, aunque te paguen por él. Según la lógica de los defensores de la prostitución, solo habría que darles dinero a las víctimas de violación y ya con eso dejaría de ser una violación. Por esta razón no se debería usar el término “trabajo sexual”, que maquilla la prostitución. En tu blog cuentas experiencias personales extremas, ¿aún supone para ti un esfuerzo hablar de ello? Huschke Mau: A veces la gente piensa que me resulta fácil, pero no es así. Incluso después de haber dado conferencias no puedo dormir en toda la noche. Con frecuencia me atacan por ser una figura pública y la gente espera de mí que me avergüence de mi pasado. Esto es para morirse: puteros como Michel Friedman (político, jurista y presentador de televisión; nota de la periodista) de los que sabemos que se han acostado con víctimas de trata, pueden hablarnos de moral en público, mientras que yo tengo que avergonzarme por lo que “dejé” que me hicieran para pagar el alquiler. ¿Qué mensajes te envían los lectores y lectoras de tu blog? Huschke Mau: Me llegan muchos mensajes de odio. Pero también recibo muchos mensajes de mujeres que aún están en la prostitución o que la han dejado y que dicen: yo no puedo hablar en público por esta razón o por la otra, por sus hijos o para no perder el trabajo, pero te doy las gracias por lo que estás haciendo. Pero también lo notamos en Netzwerk Ella, en una red de y para mujeres que han estado en la prostitución y que fundé yo. Hay muchas mujeres que quieren hablar pero sin que las hagan avergonzarse o sin que les digan que no es para tanto. El BesD (asociación de profesionales de servicios sexuales y eróticos) dice, por ejemplo, que la prostitución es como cualquier otro trabajo: algunas veces no tienes ningunas ganas de trabajar. Pero hay que reflexionar sobre lo que significa esto. Porque si tu trabajo es practicar sexo y ese día no tienes ganas pero aun así tienes que hacer tu trabajo, entonces eso es abuso sexual. Me escriben mujeres que, por el choque con personas que tienen esa mentalidad y por la vergüenza que sienten, no pueden hablar con nadie. Me dicen que yo soy la única a la que pueden contárselo, la única que las cree y las toma en serio. ¿Por qué pasa esto? Huschke Mau: Por un lado está el estigma que también sienten las víctimas de violación. Si quieren hablar de lo que les han hecho, se las tacha de mentirosas porque aún tienen una cuenta pendiente con ese hombre o porque quieren llamar la atención. Hay miles de cosas que le pueden echar en cara a esa mujer para taparle la boca. Por otro lado hay otro estigma: que se puede hacer todo lo que quieras con las prostituidas. Este estigma es tan viejo como la prostitución misma. Así, en la Edad Media, se metía en una casa de putas, por ejemplo, a niñas que habían perdido su “virginidad” en una violación; el honor que había que proteger en las niñas, ya lo habían perdido, así que ya se podía hacer con ellas lo que quisieran. Hoy en día todavía hay mucha gente que sigue pensando lo mismo de las prostituidas. Quien crea que las víctimas de abusos por parte de hombres famosos buscan solo llamar la atención, no ha entendido nada (>> Fem as Fuck #18: Wer denkt Missbrauchsopfer berühmter Männer wollen Aufmerksamkeit, hat nichts verstanden). Ahora que has conseguido dejar la prostitución, estás haciendo incluso un doctorado y que tienes una nueva vida, ¿por qué sigues dedicando tanto tiempo a la prostitución en tu blog y en la red Netzwerk Ella, en lugar de dar por superado este tema tan traumático? Huschke Mau: A la opinión púlblica puede parecerle que este es prácticamente mi monotema, pero no es así. También hago publicaciones sobre otros temas, pero no bajo el pseudónimo de Huschke Mau. Como persona tengo muchos otros intereses. Por eso no tengo la sensación de estar todo el día dándole vueltas a mi trauma. La razón por la que quiero escribir sobre prostitución desde mi perspectiva, sobre experiencias personales pero también con análisis político, es esta: me parece terrible que arrastren a las víctimas de violación aTalkshows para que hablen de sus experiencias y a continuación un experto explique por qué le pasó eso y qué significa este hecho para nuestra sociedad. Víctimas y expertos aparecen siempre como dos personas diferentes. Sin embargo nosotras las víctimas somos de hecho expertas que además han vivido esa experiencia en su propia piel. Así, como experta, es como quiero expresarme y no dejar que otros me vuelvan a explicar el mundo. ¿Qué quieres lograr con tu trabajo en Alemania? Yo quiero que en los próximos años introduzcamos el modelo nórdico en Alemania. Y que lleguemos a la conclusión en esta sociedad de que la prostitución es violencia de género. Que no toleremos en Alemania el comportamiento de hombres a los que no les importa haber violado por dinero. Porque cuando toleramos el comportamiento del “a veces la violación está bien”, te garantizo que esto no afectará solo a las mujeres que ejercen la prostitución. El modelo nórdico ofrece ayudas a las prostituidas que quieren dejar la prostitución, penaliza a los puteros y prevé multas que duelen: multas para puteros que se calculan según su sueldo o incluso penas de cárcel. Suecia no solo ha prohibido como primer país la compra de sexo según el modelo nórdico, sino que ahora incluso ha endurecido las penas. Ahora incluso se demandará a los hombres suecos que hayan acudido a la prostitución en el extranjero, aunque esto aún no se ha aprobado. Lo que sí se ha aprobado ya es la sanción de la compra de sexo con la ayuda de un delito adicional, el de la “violación imprudente”. Suecia endurece el sistema mientras que Alemania ni siquiera lo ha instaurado: hay que cambiar eso. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
3 Comentarios
Aladeriva
25/9/2020 04:49:56 pm
Igual que con Amelia Tiganus y tantas otras, es impresionante la lucidez, la tenacidad y la inteligencia de estas supervivientes. Hay que seguir difundiendo el trabajo impagable que hacéis. Los regulacionistas tienen que hacer mucho ruido y copar los medios, porque saben que la verdad brilla con luz propia.
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Yurek
29/1/2021 04:48:41 pm
Hay que aplaudir a mujeres como Huschke Mau y Amelia Tiganus.
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Carmen
18/11/2022 08:39:41 pm
Gracias por llegar a esas conclusiones tan arrolladoras sobre los hombres que violan a las mujeres. Yo tambien he sufrido eso con muchos hombres ; incluso siendo tu pareja .Las Mujeres tenemos que contarnos las cosas que nos pasan por ser mujeres y seguir la senda de la lucha contra el patriarcado y el capitalismo salvaje que todo lo mercantiliza.
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