Por: Julie Bindel Original: http://www.corteconstitucional.gov.co/secretaria/archivo.php?id=5954&fbclid=IwAR3au0PJbJOrCqX6mLtmieOTKx5tZ8fTj61HNOerefsycc2JJ8Xl_JjN6rU Traducción: Maia Cincunegui Colaboración: Liliana M Forero Montoya y Hinaetefaton Tebas Durante demasiado tiempo nos hemos enfocado en lo que eligen las mujeres en lugar de los hombres cada vez que se presentan debates acerca de la violencia machista contra las mujeres. Violencia doméstica: ¿Por qué se quedó con él? Violación: ¿Qué tenía puesto? Las denominadas 'zonas grises' del sexo consensual o no consensual: ¿Ella de verdad dijo que no? Prostitución: Pero ¿y si ella quiere? Les invito a que se pregunten lo siguiente: ¿Debería permitirse que los hombres compren y vendan mujeres? ¿No hay algo que funciona mal cuando los hombres se excitan al tener sexo con mujeres que no los desean? ¿Acaso la prostitución no condensa actitudes de los hombres hacia las mujeres, como el sexismo, la misoginia o el deseo machista de ejercer poder y control sobre las mujeres? En mi libro más reciente, The Pimping of Prostitution, realicé alrededor de 250 entrevistas sobre la industria de la explotación sexual en 40 países, a sobrevivientes de la prostitución, activistas por los derechos de las «trabajadoras sexuales», proxenetas, compradores de sexo, dueños de prostíbulos, agentes de policía, grupos homosexuales, bisexuales y transgénero, y personas del público en general. El discurso dominante es que la prostitución es una «elección» y la «voluntad» de las mujeres involucradas que –según la perspectiva mayoritaria– solo son víctimas de moralistas que desearían quitarles su derecho a ganarse la vida. No resulta sorprendente que la historia relatada por las sobrevivientes de la explotación sexual sea extremadamente diferente de tal creencia. De las 50 entrevistas que realicé a sobrevivientes de prostitución, cada una de ellas expresó variantes de la misma reacción: se disocian, abandonan sus cuerpos o se van a otro lado mentalmente cuando tienen un encuentro con un hombre que paga por sexo.(1) Una sobreviviente mencionó que «en realidad, no es un camino por el cual optar con el fin de obtener una seguridad económica. Se trata de una servidumbre forzada, muchas veces por un hombre oportunista, como un proxeneta o traficante y otras veces, representa una elección no deseada de supervivencia básica».(2) Tal como destacan los testimonios de las sobrevivientes de explotación sexual, yo también considero que la prostitución constituye una violación de los derechos humanos de mujeres y niñas. El modelo que permite detener semejante explotación sexual es el modelo nórdico, cuyo objetivo es disminuir la demanda de prostitución y fomentar la equidad entre mujeres y hombres. Por el contrario, el lobby pro-prostitución demanda la despenalización del comercio sexual. Dicho paradigma contiene falacias profundas ya que conduce a un aumento de la trata de personas, incentiva el turismo sexual, fomenta la violencia contra las mujeres y facilita la expansión de la industria de la explotación sexual. En las siguientes líneas, destacaré los resultados de mi investigación incluidos en el libro The Pimping of Prostitution y específicamente, mencionaré las realidades y consecuencias de la legalización, del movimiento en defensa de los derechos de las «trabajadoras sexuales» y de quienes financian los movimientos en defensa de la prostitución.
La descriminalización significa la eliminación de sanciones penales al ofrecimiento de mujeres prostituidas, a los proxenetas y a la administración de burdeles. Bajo este sistema, los proxenetas y dueños de prostíbulos continúan operando como tales, aunque se les redefina como gerentes y empresarios.(3) Por el contrario, las mujeres continúan siendo obligadas a mantener relaciones sexuales con muchos «clientes»-prostituidores, no pueden decidir sobre ellos, no tienen control sobre el uso de preservativos y deben hacer frente a presiones provenientes no solo de los proxenetas, sino también de los dueños de prostíbulos que las obligan cumplir con sus compromisos económicos.(4) En los Países Bajos, por ejemplo, tras siete años de descriminalización de la explotación sexual, John Cohen, alcalde de Ámsterdam en 2007, admitió que la legalización de la prostitución había sido un fracaso. Declaró que la ciudad quería revertir el sistema y que cada vez recibían más señales de que el abuso contra las mujeres continuaba.(5) Sostuvo que «la ley fue creada para la prostitución voluntaria, pero en la actualidad podía verse la trata de mujeres, su explotación y todo tipo de actividades delictivas».(6) Después de la descriminalización, la industria se expandió por todo Amsterdam y era casi inexistente cualquier apoyo para que las mujeres dejaran la prostitución. Ocurre algo similar en Alemania, en donde existen cerca de 400.000 mujeres en situación de prostitución y alrededor de 1,2 millones de hombres que pagan por acceso sexual a las mujeres cada día. Son cifras bastante elevadas, si tenemos en cuenta que la población total de Alemania es de 80 millones de habitantes.(7) Estas mujeres no solo son prostituidas en burdeles, sino también en apartamentos. La experiencia de Nueva Zelanda según el Informe del año 2008 del Comité de Revisión de la Ley de Reforma de la Prostitución da cuenta de que tras cinco años de descriminalización de la industria del sexo, tuvo poco impacto en el número de personas que «trabajan» en la industria, en los derechos de las personas adultas a no ser forzadas a ejercer la prostitución y de su derecho a no ser sometidas a prácticas «laborales» explotadoras o degradantes.(8) Sabrina Valisce, una sobreviviente de la prostitución que abogó por la despenalización de la explotación sexual, percibió, tras haberlo fomentado, que el nuevo sistema solo beneficiaba a los «clientes»-prostituidores y a los dueños de prostíbulos, pero no a las mujeres. Los dueños de prostíbulos obtuvieron más poder, fijaron los precios y controlaron el «comercio» sexual, mientras que las mujeres no tuvieron voz en absoluto. Asimismo, a diferencia de lo que sugiere el lobby pro-prostitución, la legalización de los prostíbulos no evita la expansión de la industria ilegal. En Turquía, existen muchos más burdeles que funcionan ilegalmente (100.000) que legalmente (1500).(9) Un fenómeno similar ha ocurrido en los Estados Unidos, en donde la industria ilegal de la prostitución en Nevada es nueve veces más grande que los prostíbulos legales del estado, según una investigación del Gobierno de los Estados Unidos.(10) Otro fracaso de la legalización y despenalización es que, una vez que la prostitución es vista como un trabajo igual a otros, el impulso por brindar cualquier tipo de servicio de salida desaparece, tal como ha ocurrido en los Países Bajos, Alemania y Nueva Zelanda. Rachel Moran, decana emérita, y Michael J. Connell, profesor distinguido de Derecho de la Facultad de Derecho de la Universidad de Los Ángeles California, afirmaron que «parte de lo que me han dicho me duele más que cualquier otra cosa. He escuchado de regímenes en donde la explotación sexual no está sancionada por la ley. Lo primero que ocurre en países así, es que no existen rutas de salida. Una vez que se regula socialmente la prostitución como otra forma de trabajo, desaparecen de inmediato las estrategias de salida».(11) En consecuencia, la descriminalización y legalización dejan a las mujeres y niñas totalmente desprotegidas ante los proxenetas y dueños de prostíbulos que tienen una fuente legal de ingresos a través de la venta de sus cuerpos. 2. El movimiento por los derechos de las «trabajadoras sexuales» El movimiento contemporáneo por los derechos de las «trabajadoras sexuales» no quiere que exista ningún tipo de intervención estatal en el «comercio sexual». Los siguientes movimientos son los principales:
En 1976, COYOTE presentó una demanda contra Rhode Island, cuyo trasfondo fue la medida en que el Estado debía intervenir en la actividad sexual de sus ciudadanos, y también alegó discriminación, ya que la Policía arrestaba a más mujeres prostituidas que a hombres. Si bien no se hizo lugar a la demanda, Rhode Island modificó su legislación y el crédito de ello lo recibió COYOTE. Respecto de sus miembros, Valerie Jenne, en su libro Making it Work: The Prostitute’s Rights Movement in Perspective (1993), expuso a la fundadora de COYOTE como una persona estrategicamente deshonesta respecto a que la organización está conformada principalmente por mujeres en prostitución. Explica que «quienes son portavoces de COYOTE no han implementado acciones serias o consistentes que tengan por objeto desmentir que se trate de una organización de mujeres prostituidas. Por el contrario, los líderes de la organización han sido esenciales en el fomento de la imagen de que COYOTE está compuesta por prostitutas y para ellas».(12)
Pude descubrir a través de informantes y de una investigación exhaustiva que el IUSW no es un verdadero sindicato. Proxenetas y «clientes»-prostituidores están muy involucrados en dicha organización. Por ejemplo, Douglas Fox solía ser una cara conocida dentro del IUSW. Él y su pareja, John Dockerty, administran Christony Companions, uno de los servicios de acompañantes más grande del noreste de Inglaterra. Su agencia ha estado funcionando durante diez años. En una entrevista que Cath Elliot y yo le hicimos en el año 2010, Fox alegó que era un «trabajador sexual» y no un gerente, que su pareja era el dueño de la agencia y él simplemente colaboraba igual que cualquier esposo o esposa lo haría. Incluso alegó que su compañero no era un proxeneta, sino un gerente y por ese motivo, él también era un «trabajador sexual». Por definición Fox se acerca más a un proxeneta que a una prostituta. Asimismo, muchos miembros del IUSW eran académicos que estaban llevando a cabo investigaciones de la industria. Ana Lopes era una de ellas. Sin embargo, se ha identificado a sí misma como «trabajadora sexual». Hay una gran diferencia entre ser trabajador y ejercer el control cuando estos proxenetas pretenden presentarse como trabajadores sexuales(13). 3. ¿Quiénes financian los movimientos pro-prostitución? La financiación de la lucha contra el SIDA determinó gran parte de las políticas respecto de la prostitución hacia fines de la década de 1980. Dicha financiación ha provenido principalmente de la Fundación Bill y Melinda Gates, así como de la Open Society Foundation (OSF), fundada por George Soros. Soros es un multimillonario que hizo su fortuna a través de especulaciones financieras agresivas. Eugenio Zaffaroni, también fundador y asesor de la OSF, fue acusado de mantener prostíbulos y gerenciar una red de trata de mujeres en seis departamentos que posee en Buenos Aires, Argentina. Desde entonces, ha sido nombrado juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. La OSF es un contribuyente significativo de Amnistía Internacional, Human Rights Watch (HRW), el Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el VIH/SIDA (UNAIDS), así como de otros grupos de presión en favor de la prostitución de todo el mundo. Soros es el principal financista del lobby mundial en favor de la legalización de la prostitución y ha financiado informes sobre los cuales Amnistía Internacional baso su postura por la descriminalización total de la prostitución.(14) Asimismo, UNAIDS y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo han reconocido el respaldo financiero brindado por la OSF. HRW inicialmente no tenía una política frente a la industria del sexo, aunque recientemente la organización manifestó su apoyo a la plena descriminalización de dicho comercio. Quizás el haber adoptado tal posición se debió a las contribuciones recibidas de Soros. De hecho, esta financiación ha tenido un impacto en legislación. Por ejemplo, destina fondos al grupo de presión Alianza de Trabajadoras Sexuales de Irlanda, que hace campaña contra el modelo nórdico y apoya el intento de revisión judicial de la legislación abolicionista en Irlanda del Norte.(15) Los argumentos del cuestionamiento de la ley son que viola los derechos humanos de los hombres que explotan a las mujeres prostituidas y también aquellos de las mujeres que eligen vender sexo.(16) Datos del 2013 indican que organizaciones no gubernamentales (ONG) han otorgado financiamiento por la suma de 10 millones de euros a proyectos en favor de la prostitución, así como en defensa de la descriminalización.(17) Los principales aportantes fueron Open Society Initiative, Ford Foundation, American Jewish World Service, Red Umbrella Fund y Mama Cash. Del total de fondos obtenidos, 3 millones de euros fueron invertidos en salud; 1,4 millones de euros, en servicios jurídicos y 4,4 millones de euros fueron destinados a asesoría y elaboración de políticas.(18) La distribución de fondos prueba la importancia que dichas ONG dan a la presión por la despenalización de la prostitución. Específicamente, la Red Umbrella Fund, organización vinculada con América Latina, estpa integrada por redes globales de proyectos de «trabajadoras sexuales» y cataliza esta financiación a organizaciones lideradas por «trabajadoras sexuales»(19). Desde su creación, ha otorgado 63 becas a organizaciones en defensa de las «trabajadoras sexuales» de 42 países. En este contexto, los desafíos que enfrentan aquellos que están en contra de la despenalización son los mismos que enfrentan las feministas que luchan contra el acoso sexual, la violencia doméstica y el matrimonio forzado como violencia machista contra mujeres y niñas, pero con una complicación: la explotación sexual implica dinero. Sin los miles de millones destinados a combatir la crisis del SIDA que se desvían hacia las organizaciones con una agenda pro-«industria sexual», la campaña mundial por los derechos de quienes «trabajan» en la industria del sexo sería relativamente insignificante. Además, si se les impidiera a quienes obtienen ganancias de dicha industria proveer de fondos y liderar el movimiento en pos de la descriminalización, muchísimas menos personas creerían las mentiras y los mitos sobre la prostitución.(20) La industria del sexo se erige sobre el racismo, el colonialismo y el clasismo, así como sobre el sexismo. No solo se jacta de una inmensa brecha de ingresos por género (los proxenetas varones suelen ganar mucho más que las mujeres prostituidas), sino que terceriza en las mujeres más desfavorecidas –mujeres pobres, de grupos étnicos no dominantes, mujeres del sur global– el «semen y la violencia de los hombres» que «las mujeres blancas y agradables de clase media no quieren recibir». Algunas mujeres y hombres que se autodenominan «trabajadores sexuales» y abogan por la legalización de los «derechos de los trabajadores sexuales» en realidad están abogando por su derecho de explotar sexualmente a otras personas. Su abogacía se asimila a la de un miembro del lobby en favor de la esclavitud, quien recomendaba denominar a los esclavos «agricultores asistentes» en un esfuerzo por apaciguar a los abolicionistas de la esclavitud del siglo XIX. De un modo análogo, los proxenetas se han vuelto gerentes y la violación se convierte en un incumplimiento contractual. Entonces el mal se oculta en la banalidad del profesionalismo. Es evidente para mí que el sistema de descriminalización no dista del desastroso enfoque de la legalización de la explotación de la prostitución, en donde solo los proxenetas y dueños de prostíbulos son quienes se benefician, y nada ha mejorado para las mujeres prostituidas bajo dicho régimen. En consecuencia, es tiempo de enviar un mensaje enérgico respecto de la seriedad con que tomamos el asunto de la explotación y violencia sexual contra las mujeres. Y de asumir que la postura en la cual la industria del sexo nunca podrá abolirse y debe regularse y administrarse, es meramente el resultado de falta de imaginación. Se ha comprobado que el modelo nórdico es una solución legislativa viable siempre que las sociedades valoren a las mujeres y luchen por la equidad de género. Julie Bindel es periodista de investigación, escritora e investigadora sobre asuntos de violencia contra mujeres y niñas, en especial, prostitución, trata, comercio internacional de gestación subrogada, entre otros. Desde el año 1979 está comprometida con la campaña mundial por la erradicación de la violencia contra las mujeres y las niñas. A lo largo de su carrera, ha sido coautora de más de treinta capítulos de libros y cuatro libros, incluidos Straight Expectations (2014) y The Pimping of Prostitution (2017). Además, escribe con regularidad para The Guardian, New Statesman y la revista del Sunday Telegraph. 1 Bindel, Julie. 2017. The Pimping of Prostitution, abolishing the sex work myth. London: Macmillan Publishers Ltd., pp. 77. 2 Ibid., pp. 315. 3 Ibid., pp. 90. 4 Ibid., pp. 90. 5 Ibid., pp. 91. 6 Ibid., pp. 110. 7 Ibid., pp. 95. 8 Ibid., pp. 102. 9 Ibid., pp. 93. 10 Ibid., pp. 94. 11 Ibid., pp. 117. 12 Ibid., pp. 48. 13 http://logosjournal.com/2016/farley-2/, http://traductorasparaaboliciondelaprostitucion.weebly.com/blog/los-proxenetas-seran-proxenetas-seahombre- o-mujer-o-se-hagan-pasar-por-trabajadoras-sexuales-activistas-y-otros-conflictos-de-intereses 14 https://www.amnesty.org/download/documents/40000/fin400122010en.pdf, pp. 10. 15 McGrew, K (2016, Sep. 8). Sex Workers’ Legal Challenge granted leave in High Court in Northern Ireland. In Sex Workers Alliance Ireland. Consultado el 15 de junio de 2017, en: http//sexworkersallianceireland.org/sex-wrokers-legal-challenge-granted-leave-in-high-court-in-northern-ireland-28_09_2016/. 16 Bindel, Julie. 2017. The Pimping of Prostitution, abolishing the sex work myth. London: Macmillan Publishers Ltd., pp. 235. 17 Mama Cash, Fondo Paraguas Rojo, Open Societies Foundation. (2014) Financiamiento para los derechos de las «empleadas sexuales»: Oportunidades para que las fundaciones brinden mayor y mejor financiamiento [Título original: Funding for sex workers’ rights’: Opportunities for foundations to fund more and better]. Consultado el 15 de junio de 2017, en: http://www.mamacash.org/content/uploads/2014/12/report_funding/sex/worker/rights_Final_WEB.pdf. 18 Mama Cash, Fondo Paraguas Rojo, Open Societies Foundation. (2014) Financiamiento para los derechos de las «empleadas sexuales»: Oportunidades para que las fundaciones brinden mayor y mejor financiamiento [Título original: Funding for sex workers’ rights’: Opportunities for foundations to fund more and better]. Consultado el 15 de junio de 2017, en: http://www.mamacash.org/content/uploads/2014/12/report_funding/sex/worker/rights_Final_WEB.pdf, pp. 10. 19 Ibid, pp. 7. 20 Bindel, Julie. 2017. The Pimping of Prostitution, abolishing the sex work myth. London: Macmillan Publishers Ltd., pp. 335. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
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