Texto original: http://morningstaronline.co.uk/a-0df7-The-day-The-Pimp-Movement-won-the-cause Traducción: Colaboración de @BeyondWoods RAE STORY se sitúa en un futuro distópico donde las feministas se han dado por vencidas y los explotadores de la prostitución actúan sin control. Año 2032. Gran Bretaña es un lugar muy diferente. Ahora puedes elegir entre 12, en lugar de 4 tamaños diferentes de tazas reciclables en las cafeterías locales que también sirven como representación del Gobierno del Condado debido a los recortes. El pan blanco lleva una advertencia de las autoridades sanitarias, y es ya costumbre masticar coágulos de sangre de cerdo “de origen local”, debido a sus “propiedades contra el envejecimiento”. Los conservadores siguen en el poder tras modificar las leyes electorales, así que ahora sólo necesitan unos tres votos para conseguir siete diputados, y desde entonces el resto de partidos políticos han perdido todo poder, dejando a los Stark Raving Loonies como única leal oposición de su majestad. Miles de personas están en la miseria después del masivo desempleo causado por la automatización. La mayoría de los robots se hacen en Japón y hay un esfuerzo conjunto de las facciones más conservadoras de la extrema derecha (Paul Nutall en una cabaña de paja en Shropshire) para pedir trabajos británicos para los robots británicos. Oficialmente todavía queda un estado del bienestar pero solo una oficina, en el lejano pico de Snowdonia (Gales). Para formalizar el registro, tú, por las pésimas condiciones de la administración, tienes que llegar hasta allí haciendo parapente. Lo cual es considerablemente más difícil cuando tienes que subir a una montaña que cuando tienes que bajarla. Las personas de clase media han conseguido mantener sus interesantes puestos de trabajo en medicina y medios de comunicación (meedja), pero las personas de clase trabajadora que todavía se molestan en levantarse por la mañana sobreviven mayoritariamente con el cultivo de coles en cubos y venderlas –delante de sus casas suecas prefabricadas- a la clase media, quienes tanto aprecian cuántos encantadores productos frescos ecológicos británicos pueden comprar hoy en día por tan poco dinero. Tengo 45 años. Era feminista, pero ese debate político se acabó cuando Russell Brand tomó la decisión de convertirse en nuestro líder teórico (baste decir que habíamos tenido problemas), no sin antes decidir que el problema del feminismo actual era la invalidez de su existencia. Decidí estar de acuerdo con él. El feminismo tradicional no tenía la garra ni la esencia de otras formas más modernas de la política de género, y después de un tiempo me dí cuenta de que no tenía nada verdaderamente importante que decir sobre algunas de sus nuevas fronteras, entre ellas la última, la de los aprovechados de la prostitución. Estos señores, según terminé dándome cuenta, una vez me hube alejado del caldo de sesos de la filosofía política, eran uno de los grupos socialmente más discriminados. Una miserable violencia hasta entonces largo tiempo ignorada, ni aún ponderada. Como dijo una astuta defensora de los derechos de los proxenetas, y antigua propietaria de una agencia de señoritas de compañía, Indigo Pantyhose: “Primero vinieron a por los proxenetas y no salí en su defensa, porque como yo no era proxeneta...” En los albores de este siglo, las ‘feministas pop’ de la nueva ola fueron incitadas a apoyar esta privación de derechos colectivos. Entendían que la estigmatización social de los chulos y “madams” era la causa de la prohibición de hacer negocio con la prostitución, y que esto era una injusticia. Sin embargo también sabían que la mayoría de la gente con mentalidad pueblerina no lo entendería del todo, así que en sus argumentos de campaña se las apañaron para que pareciera que los beneficios de la legalización del negocio de la prostitución tenían el objetivo de garantizar la seguridad de las prostitutas. Y el público en general ni se dio cuenta, ni le importó un pimiento: estaban demasiado ocupados leyendo números atrasados de Jack Monroe sobre cómo estirar una lata de judías para que te durase toda la semana como para prestar demasiada atención. Así que, con las antiguas feministas final y afortunadamente convertidas en agua pasada, y con la conciencia colectiva cada vez más perdida en divagaciones sobre la pobreza chic, El Movimiento Proxenetista ganó y el empoderamiento de los empresarios de la prostitución terminó de fraguar el 15 de Mayo de 2022. Se eliminaron todas las restricciones sobre dónde podían asentarse sus burdeles, su tamaño, cuántas prostitutas voluntarias “autónomas” podían alojar, o sobre los beneficios que podrían sacar. Eran libres. La competencia en el sector aumentó sin parar. Cadenas de burdeles dirigidas por nuevas empresas de proxenetas competían entre ellas para copar el mercado, con lo que la calidad del sector mejoró. El producto ‘prostituta’ se hizo más atractivo y para un abanico más amplio de consumidores, ofreciendo una gama infinita de todo tipo de mujeres, normalmente menores de cuarenta años, fácilmente disponibles tras el desmantelamiento del Estado del Bienestar. Y por supuesto, allá donde escasearan, se podía fácilmente mandar más mujeres desde cualquier otro lugar, por catálogo. Y para no empobrecer a los clientes más pobres ofrecían a muchas mujeres a precio de saldo, a bajo coste y “de marca blanca”. Desgraciadamente para Indigo su modelo de negocio era demasiado de la vieja escuela y “pre criminal” y no pudo mantenerlo en pie. Lo dejó y lo último que supe es que trabajaba como vidente en Margate. Solía trabajar para las cadenas, pero a mis cuarenta y pico ya soy demasiado mayor y rellenita. Durante un tiempo trabajé con unas amigas en unos cuantos apartamentos, aquí y allá, gracias a que la ley del 2022 también lo legalizó, otro de los logros del Movimiento Proxenetista. Sin embargo la legislación sobre alquileres siempre dificultó la puesta en marcha de este tipo de negocio. La propiedad debe tener un uso principalmente residencial, hay que conseguir el permiso del propietario y evitar llamar demasiado la atención, lo cual hace imposible mantenerse en el mismo sitio demasiado tiempo. Bueno, sí, hablamos de alquilar un local comercial (que costaba alrededor de unas 4000 bolsas de coles al mes), y establecernos adecuadamente, pero nos dimos cuenta de que era algo escandalosamente caro y complejo y terminamos separándonos. Ya no hay tabú en cuanto a los clientes, y la mayoría de las mujeres aceptan que es algo que los hombres tienen que hacer para mantener sus matrimonios en pie. De no aceptarlo, o si se estresan por ello, tienen que visitar al médico de cabecera que les recete algún tranquilizante. Desde luego esto juega a favor de los megaburdeles, porque los clientes ya no sienten ningún reparo en entrar, aunque eso sin duda significa que las independientes como yo hemos perdido en cierta forma nuestro caché. Debo admitir que tengo problemas para llegar a fin de mes, y me preocupa, al hacerme mayor, cómo será mi futuro. En fin. Al menos, como suelo decir, los empresarios proxenetas han dejado de estar estigmatizados. Hemos cruzado la última frontera. La población humana en general ha sido ya liberada de los altibajos del compromiso político. A nadie le preocupa ni le importa lo que haces, cómo eres o qué sientes. Sí, en efecto, tanto en la pobreza como en la super-riqueza, nos hemos liberado de los alborotos y frustraciones de la sociedad civil. Rae Story “trabajó” en la prostitución durante 10 años. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
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