¿Debería la prostitución ser un delito? Una carta abierta a los medios
Publicado: 31 de mayo de 2016 Traducción: Mariana Solana Texto original: http://cseinstitute.org/open-letter-media/ El artículo de Emily Bazelon, titulado ¿Debería la prostitución ser un delito? y publicado en la revista de The New York Times el 8 de mayo de 2016, presenta la explotación sexual comercial, humillante y discriminatoria, como un "trabajo sexual" liberador que, de ser legalizado y reglamentado, ayudaría a alcanzar la igualdad de género como objetivo del movimiento feminista. En el fondo, el mensaje más claro que transmite este artículo es que la compra de sexo es simplemente un hecho de la vida que la sociedad debe apoyar y aceptar. Mediante la naturalización de la mentalidad "así son los chicos", se refuerza la premisa de que los hombres tienen derecho al sexo y que las mujeres (que viven en un mundo gobernado por hombres) deben capitalizar este recurso y utilizarlo a su beneficio. Así, la mercantilización del cuerpo de las mujeres se perpetúa por la idea de que "el sexo vende" y por una presentación glamurosa en los medios de comunicación. Muchas mujeres prostituidas, entre las que podemos mencionar a una que es citada en el artículo, dicen que "si no quieres hacer este trabajo, no deberías tener que hacerlo". La venta de sexo no es inevitable. Sugerir que la prostitución es una forma de empoderamiento constituye una representación incorrecta de lo que son las experiencias de las supervivientes en relación con las opciones a su alcance. Si bien muchas víctimas de explotación sexual no se reconocen como tales al momento de ser explotadas, muchas supervivientes que analizan sus experiencias pasadas reconocen que, al momento de empezar a prostituirse, no tenían suficientes opciones a su alcance. Muchas habían sido sexualmente abusadas de niñas. Muchas vivían en la calle o en casas de acogida, o estaban escapando de hogares donde eran abusadas. Muchas eran explotadas por proxenetas. Muchas fueron golpeadas y violadas en repetidas ocasiones e inevitablemente terminaron en las drogas para calmar el dolor del trauma que habían sufrido. Muchas no tenían opciones laborales debido a la falta de educación o por tener antecedentes penales. Muchas continúan estando involucradas en el sexo comercial, no por elección, sino porque no tienen ninguna otra elección. Si lees con atención a quienes hablan en el artículo, verás que muchas cuentan cómo comenzaron a practicar el sexo comercial como una forma de supervivencia, y si tuvieran otra opción, no estarían haciéndolo. Esta claramente no es la opinión de alguien que se siente empoderado en un sistema que refuerza la idea de que los cuerpos de las mujeres son mercancías en un mundo gobernado por hombres. Bazelon acusa a las abolicionistas de ver a todas las mujeres en prostitución como víctimas, pero esta acusación es falsa. En general, las abolicionistas no niegan que ciertos adultos pueden elegir libremente vender sexo. Sin embargo, las abolicionistas reconocen que la mayoría de las mujeres en la industria del sexo no eligen la prostitución, sino que esta las elige a ellas, típicamente por razones que tienen que ver con la desigualdad social y la violencia de género. Además, las abolicionistas reconocen que las leyes y las políticas deberían proteger a quienes son más vulnerables y por lo tanto más propensos a sufrir abusos, es decir, a quienes son elegidos por la prostitución. La prostitución incrementa el riesgo de violación, enfermedad, adicción, lesiones por violencia e incluso la muerte. El sentido común nos haría pensar al respecto y preguntarnos por qué la legalización está siendo tan fuertemente defendida cuando las personas prostituidas estás sufriendo y muriendo en cantidades alarmantes. Bazelon dice que la legalización hace que las mujeres se encuentren más seguras, pero no existen pruebas empíricas de esto. Lo que podemos hacer para lograr más seguridad es una rebelión: rechazar, no legitimar, una industria que depende enteramente de la demanda masculina. Debemos dejar de arrestar a las personas prostituidas y continuar insistiendo en que no es "normal" que los hombres compren sexo, es una acto delictivo y un mal que daña a cada una de las mujeres que Bazelon dice apoyar. Bazelon escribe, "el movimiento por los derechos de los trabajadores sexuales es una rebelión en contra del castigo y la vergüenza". Pero se olvida de una rebelión mucho más radical y empoderante: la que propone el movimiento abolicionista. Las abolicionistas se rebelan en contra de la industria patriarcal y multimillonaria que existe enteramente para satisfacer el placer masculino y que trata a las mujeres como meros objetos al servicio de ese placer. Nos rebelamos en contra de una industria que se mantiene por las demandas sexuales de clientes hombres o peor, por los intereses económicos de proxenetas violentos, controladores y abusivos que sirven a esa demanda. Bazelon también dice que el movimiento de los "trabajadores sexuales" demuestra "respeto por un grupo que raramente lo ha recibido" y que "insiste en que solamente se puede ayudar a la gente cuando se la respeta". Si bien es verdad que las personas prostituidas merecen respeto (y un movimiento solo puede ayudar a la gente cuando la respeta), Bazelon realmente no entiende lo que significa el verdadero respeto por los seres humanos. Es el movimiento abolicionista, no el movimiento de los "trabajadores sexuales", el que realmente respeta y valora a cada persona que ha estado atrapada en esta industria, ya sea por elección libre o no. Está mal hacer sentir vergüenza a las personas prostituidas, pero la mercantilización de los cuerpos de las mujeres no debe continuar siendo legitimada a través de la mentalidad de que "el sexo" vende y siempre va a vender. Debemos parar esta legitimación controlando la demanda. La pregunta que Bazelon postula al final de su artículo presenta una elección falsa. El problema no es simplemente si la "prostitución" debería ser un delito. En realidad, hay tres preguntas que presentan problemas: (1) ¿El proxenetismo debería ser un delito? (2) ¿Comprar sexo debería ser un delito? Y (3) ¿Ser vendido para sexo debería ser un delito? Las respuestas abolicionistas son que el proxenetismo y la compra deberían continuar siendo delitos, mientras que la prostitución de las personas no. La pregunta de Bazelon oscurece todo el daño sufrido por las personas prostituidas por meter a las víctimas de la explotación sexual comercial en la misma bolsa que a sus explotadores. Por lo tanto, mientras dicen "respetar" a las personas prostituidas, sus argumentos las reducen a meros instrumentos que profundizan la naturalización y legitimación del abuso. Nosotros pensamos que los seres humanos se merecen algo mejor, se merecen respeto verdadero. Y por lo tanto, respondiendo a la pregunta de Bazelon: la prostitución, es decir, ser vendido para sexo, NO debería ser un delito, pero el proxenetismo y la compra del sexo DEBEN serlo. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
|