Cursillo de sensibilización: No. La prostitución no es un placer

Le Parisien, 28 de enero de 2018
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Cursillo de sensibilización: No. La prostitución no es un placer
Louise COLCOMBET
 
Traducción: Jacqueline Cruz
Colaboración: Maite Sorolla
Original: http://www.leparisien.fr/faits-divers/stage-de-sensibilisation-non-la-prostitution-n-est-pas-une-partie-de-plaisir-28-01-2018-7527864.php

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​Melun (77), 8 de enero de 2018.

​Prostituidores condenados por un tribunal asisten a un cursillo de sensibilización sobre los peligros de la prostitución. 
​LP / Philippe de Poulpiquet
 
Al margen de la ley desde 2016, los prostituidores pueden hacer un cursillo de sensibilización sobre el lado sórdido e inhumano del “oficio más antiguo del mundo”. Hemos asistido a una de estas reuniones, en las que de vez en cuando se produce un cambio de mentalidad.
 
Es martes, en el juzgado de lo penal en París comienza un juicio contra diez personas implicadas en una importante trama de proxenetismo agravado, con quince víctimas contabilizadas. Mujeres jóvenes que vendían sus cuerpos para enriquecer a la red. Los prostituidores desconocen, ignoran o simplemente prefieren no pensar en este mundo sórdido y degradante. Los cursillos de sensibilización, destinados a hombres que han infringido la ley al recurrir al sexo de pago, muestran el verdadero rostro de la prostitución. Hemos asistido a uno de estos encuentros en los que que de vez en cuando se produce un cambio de mentalidad.
 
Son once en total, sentados en círculo, tensos en las sillas de una pequeña sala en los bajos de un complejo de viviendas de protección oficial de Melun (Seine-et-Marne). Unos miran al vacío, otros se miran los zapatos, mientras que otros dormitan sin disimulo. Tienen entre 23 y 74 años. Son estudiantes, trabajadores o pensionistas, tienen pareja o están solteros, visten de manera informal, incluso algo pija... En cualquier caso, no hay nada distintivo en ellos, salvo su presencia en los locales de la Acjuse, la asociación encargada de los “cursillos de sensibilización sobre la lucha contra la compra de servicios sexuales” en Seine-et-Marne.
 
 
Deconstruir las ideas aprendidas sobre el “oficio más antiguo del mundo”
 
Creadas por la ley del 13 de abril de 2016 que desde entonces penaliza a los prostituidores y no a las mujeres prostituidas, estas sesiones de carácter pedagógico se ofrecen a los infractores como complemento – en la práctica, más bien como alternativa – a una multa que puede ascender a 1.500 euros. Así, aunque sea a regañadientes, la mayoría acepta costear de su bolsillo un curso de dos días de 180€, en el que se analiza la nueva ley y se deconstruyen las ideas aprendidas sobre el “oficio más antiguo del mundo.” Una expresión que sale una y otra vez de la boca de estos prostituidores voluntariamente fatalistas. Porque, si bien algunos niegan la acusación, como un hombre casado que se dice víctima de un “error judicial” y no deja de repetir que se detuvo al borde del bosque de Fontainebleau... porque se le había volcado una lata de pintura en la parte trasera de la camioneta, otros la asumen tranquilamente justificándose con que tienen que satisfacer sus “necesidades”.
 
“Tengo 63 años”, argumenta rencoroso un hombre vestido de chándal. “Ya no tengo mujer y no tengo intención de buscarme otra. ¿Cómo me las arreglo si no?” Furioso, despotrica contra las “mujeres del Este” que han venido a Francia, según él, con pleno conocimiento de causa. “No parecen estar bajo coacción. ¡Incluso se alegran de que uno acuda a ellas, por el pastón que se ganan!” Este mismo hombre llega a asegurar que él “les da placer”, lo que provoca las burlas de sus compañeros. Elda Carly, presidenta de los Equipos de Acción contra el Proxenetismo (EACP), reconduce el debate y menciona algunos datos clave: de las 37.000 mujeres prostituidas censadas en Francia, el 78% son extranjeras. Y una “mayoría aplastante” se hallan bajo el yugo de proxenetas, obligadas a realizar una media de 30 servicios al día, y con una esperanza de vida de... 42 años.
 
El escalofriante relato de Julie, 19 años, ex prostituida
 
Hace sólo un año, Julie era una de ellas. “Encantada”, comienza la joven frente a este público de prostituidores. Habla sin tapujos de su caótica infancia, entre centros y familias de acogida, del consumo de drogas como escapatoria y de su posterior encuentro con dos chicos “cool” una tarde en el tren de cercanías... En realidad, dos avezados narcotraficantes que muy pronto la pondrían a hacer la calle a cambio de “unas rayas de coca”. En esa época era menor de edad y se convirtió en su “gallina de los huevos de oro”, observa, para seguir desgranando anécdotas escalofriantes: “Ya no me quedaba dignidad. Lo único que se esperaba de mí era que chupara y generara beneficios”, suelta a bocajarro. En la sala, hasta los asistentes más pasivos empiezan a escucharla, mirándola entre incómodos y compasivos. Cuando se les pregunta por su edad, todos le echan 25 años. Tiene 19. “Nadie se prostituye libremente. Cada servicio constituye una violación”, les espeta para concluir con este razonamiento irrefutable: “si dejara de haber ‘clientes’, no habría mujeres prostituidas. Y sin mujeres prostituidas, no habría redes”. Descanso para fumar.
 
“Da que pensar”, reconoce un hombre con chaqueta de cuero bajo el desapacible porche de la asociación. “Admiro su valentía”. Otro confiesa que está turbado, que ya no sabe “qué pensar”. Sin embargo, unos minutos después lo oímos apoyar vehementemente los argumentos de su compañero, que está muy enfadado. Carga contra todo: contra la policía, que “es corrupta”, contra el Estado, que “prefiere extorsionarnos en lugar de arremeter contra los proxenetas”, y contra las mujeres, por supuesto “embaucadoras”. “También debemos abordar el origen del problema”, propone el susodicho. “Cuando uno las ve con esas minifaldas... ¡No pensarán que están ahí para vender papas fritas!” “Lo que venden, en realidad, es su consentimiento... Y ustedes compran la ilusión de un deseo”, señala uno de los miembros de la EACP.
 
Uno de los asistentes: “No volveré al bosque, buscaré otro modo...”
 
A la mañana siguiente, los once se reúnen de nuevo, esta vez para un módulo dedicado a la salud. Sin embargo, el debate se desvía muy pronto del tema. Entre un pensionista a cuya esposa “le interesan más sus nietos que el sexo” y un apuesto joven que “trabaja demasiado como para tener tiempo para ligar”, el debate llega a un punto muerto. De hecho, basta con una ronda de comentarios para convencerse de que ninguno piensa renunciar. Así, uno de los asistentes promete: “No volveré al bosque”, antes de añadir: “Sin duda buscaré otro modo...” Es decir, por Internet.
 
Aun así, Jean-Claude Faivre, presidente de la Acjuse y creador de estos cursillos que ya han completado 125 hombres en Seine-et-Marne, se muestra optimista. “En cada sesión hay al menos uno que lo niega todo, y otros que están enfadados porque les parece humillante estar ahí. Pero, en mi opinión, sobre la base de las respuestas por escrito que nos entregan, el 80% termina algo concienciado”. Por otra parte, otros no lo dejan ahí, como un cincuentón bastante elegante que confiesa haber consultado a un psiquiatra tras su detención. “Uno sabe que es un acto despreciable”, reconoce. “Y, sin embargo, vuelve. Lo que habría que preguntarse es por qué”.
 
La ley para la lucha contra la prostitución en cifras
2.130: número de prostituidores multados tras su entrada en vigor el 13 de abril de 2016 (a 1 de enero de 2018), de los cuales cerca del 60% sólo en la ciudad de París.
1.500 euros: cuantía máxima de la multa, que ha de abonarse o reemplazarse por un “cursillo de sensibilización sobre la lucha contra la compra de servicios sexuales”.
3.750 euros: cuantía de la multa en caso de reincidencia.
16: número de prostituidores reincidentes detenidos en 2017.
3: número de departamentos [divisiones administrativas, de las que hay 95 en la Francia continental] en los que se ofrecen los cursillos. Su duración y su coste, que corre a cargo de los infractores, varía.
125: número de prostituidores que ya han hecho un cursillo en Seine-et-Marne. Hay otros 50 inscritos para las próximas sesiones.
 
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