Fuente: https://revolutionfeministe.wordpress.com/2016/04/17/interview-de-meghan-murphy-quand-le-feminisme-sert-a-attaquer-les-feministes/ Traducción: Maura Lopez Revisión: Gio Cerutti Entrevista a Meghan Murphy Fecha: 17 de abril 2016 Entrevista a Meghan Murphy Por Francine Sporenda Meghan Murphy es una periodista independiente, presentadora, productora de radio y feminista canadiense que vive en Vancouver. Su blog Feminist Current fue nominado «mejor blog feminista» en el Guardian Blog Award de 2012. Ha colaborado y publicado artículos para The Globe and Mail, Al Jazeera, Ms Magazine, Alternet, Herizons Magazine, The Tyee, Megaphone Magazine, Rabble ca, The Georgia Straight, Pacifica Radio, The F Word. FS: ¿Qué opina sobre la ley aprobada por el Parlamento francés que sanciona la compra de sexo? MM: El reciente voto del Parlamento para aprobar el Modelo Nórdico es una importante victoria histórica no solamente para Francia, sino para toda la Unión Europea (y el mundo entero), porque sienta un precedente para otros países. Que los diputados y diputadas hayan reconocido que la prostitución es una forma de violencia hacia las mujeres y que es por naturaleza coercitiva tiene un gran impacto. Es exactamente el tipo de análisis feminista que los grupos de presión de la industria del sexo y los hombres sexistas, que piensan tener derechos sobre las mujeres, buscaron acallar a toda costa (por razones obvias). La prostitución sigue existiendo y es aceptada socialmente debido a la capacidad de la industria del sexo para ocultar su realidad, a las mujeres y jóvenes reales implicadas en esta actividad y a la misma realidad del acto prostituyente. La industria del sexo depende de que aceptemos que «está bien, es normal, no tiene riesgos, es una elección», solo un trabajo común como cualquier otro, e ignoremos lo que viven verdaderamente las mujeres en esta industria. Esta invisibilización asegura la impunidad de los hombres y les permite continuar comportándose de manera increíblemente misógina. Y no solamente se cierra los ojos ante estos comportamientos, sino que además son respaldados y validados por feministas liberales y progresistas que rechazan todo debate sobre los “clientes” o sobre el hecho de que pagar mujeres para tener acceso sexual está directamente vinculado a la cultura de la violación. Que un país progresista como Francia haya dado ese paso muestra a otros países que existen otras opciones y que no pueden simplemente esconderse y limitarse a ignorar el problema o barrerlo bajo la alfombra. Rosen Hicher, sobreviviente de la prostitución, militante abolicionista francesa FS: Recientemente fuiste blanco de una campaña lanzada por las «feministas liberales», que exigía que fueras despedida de tu trabajo como editora de Rabble.ca porque, según ellas, habías sido muy crítica con una persona transgénero (Laverne Cox). Escribiste que esas «feministas prosexo» se unieron con Hugh Hefner (fundador de Playboy, NDLT) y que «promocionaban la pornificación de las mujeres llenándose los bolsillos». ¿Puedes hablarnos sobre esas feministas «prosexo» y su connivencia con la industria del sexo? MM: La verdad, para ser exacta, la petición para exigir que me despidieran y me prohibieran publicar en Rabble.ca tuvo poco que ver con mis comentarios sobre Laverne Cox. Estas personas pedían mi censura y mi expulsión desde hacía ya mucho tiempo, presionando a mi empleador para que me censurara, antes de lanzar finalmente esta petición, que fue sobre todo en respuesta a mi trabajo para apoyar el modelo nórdico y luchar contra la industria del sexo. Vieron en mis comentarios sobre la foto desnuda de Laverne Cox en Allure la oportunidad de calificarme de «transfóbica», aunque mi crítica hacia las reivindicaciones del feminismo pop y las revistas femeninas (que ser cosificada y deseada por los hombres sería en cierto modo «radical» y «empoderante») coincidía con el análisis que hago de la cosificación de todas las mujeres. Pero no se trató verdaderamente de Laverne Cox, sino de un grupo muy pequeño de individuos que no tenían el mismo impacto que yo en el discurso y las leyes sobre la prostitución en Canadá. Solían tener cierto control sobre el tema (particularmente en Rabble, pero también en medios de comunicación canadienses progresistas) y ahora su hegemonía se veía amenazada. Hubieran querido marginar e ignorar a todas las feministas que no estaban de acuerdo con ellos porque esas mujeres no tenían acceso fácil a los medios de comunicación. Sin embargo, ya no pueden actuar como si no existiéramos, dado que nuestra lucha ha ganado mucho terreno. Pensaban que, al atacarme de esa manera, podrían hacer creer que solo las mujeres blancas consideran que el sistema prostituyente es malo (lo que es falso) y que, al silenciarme, la presencia del abolicionismo en los medios canadienses disminuiría notablemente y podrían volver a promover la industria del sexo sin que nadie los cuestionara. Mintieron en su demanda tratándome de «racista» y «transfóbica» porque sabían que si decían la verdad no convencerían a nadie. La cuestión de fondo es que están en desacuerdo con la lucha feminista contra la industria del sexo. En definitiva, estas personas no tienen ninguna propuesta política. Su «análisis» se basa en el individualismo y el neoliberalismo, y consiste principalmente en repetir mantras en Twitter. También son cobardes porque son conscientes de que, si se atreven a hablar en contra de la industria del sexo y cuestionan la idea de que la cosificación es una elección empoderante para las mujeres, también serán atacadas y marginadas. Atacarme y señalarme como si yo fuera el problema es mucho más fácil que criticar a la industria del sexo, la de la moda, a los medios hegemónicos o a los grupos de presión a favor de la prostitución. Al convertirme en un chivo expiatorio, esas personas mantienen sus trabajos, sus privilegios sociales y su popularidad con los hombres. En todo caso, no son prosexo, sino propatriarcado. Sostienen una visión falocéntrica de la sexualidad y, aunque no lo admitan, apoyan la sexualización de las mujeres de color. Su argumento es que, de alguna manera, las mujeres marginadas se liberan mediante su cosificación y sexualización, del mismo modo que las mujeres más privilegiadas. Es ridículo. Las mujeres marginadas siempre fueron sexualizadas y fetichizadas en el patriarcado y, si la cosificación liberara a las mujeres, nos habríamos liberado hace mucho tiempo. Pero no es el caso. Que los hombres quieran o no follarnos no tiene ningún impacto en nuestra liberación de las estructuras de opresión tales como la supremacía blanca, el capitalismo y el patriarcado. Y atacar e intentar silenciar a las feministas que se atreven a decirlo es tan patético como peligroso. Cartel publicitario para el burdel «Angel Ladies», abierto las 24 horas, 7 días de la semana, los 365 días del año. Masajes y estacionamiento gratuito para camiones. FS: Algunas de las mujeres que presentaron la petición en tu contra se denominaban «feministas interseccionales» y te calificaron de «racista» y de «putófoba». ¿Qué opinas sobre esa clase de feminismo y cómo explicas que ciertas feministas interseccionales apoyen la prostitución, el porno y el fundamentalismo religioso? MM: Indudablemente no eran feministas interseccionales. La interseccionalidad significa que se toma en consideración la forma en que diversos sistemas de opresión interactúan sobre las mujeres pobres y las mujeres de color. El feminismo no puede dejar de ser interseccional. No se puede liberar a las mujeres sin analizar la forma en que el patriarcado afecta particularmente a aquellas de clases populares y de color, y cómo el imperialismo, el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado nos mantienen marginadas y divididas. Es absurdo ignorar esta realidad. La industria del sexo apunta a las mujeres más marginadas y más vulnerables. Si no quieres ver cómo estos sistemas oprimen a las mujeres, no eres verdaderamente feminista. Si estas personas tuvieran un enfoque interseccional, no harían propuestas de liberación tan individualistas. No argumentarían que la prostitución es una «elección» para las mujeres y no ocultarían el hecho de que los hombres y la industria del sexo se benefician con la explotación de las mujeres marginadas. La prostitución y la pornografía son sumamente racistas, y creo que es inaceptable y absurdo que una persona que se dice progresista o feminista no lo reconozca y no luche contra esas industrias. Además, estas personas han ignorado sistemáticamente el trabajo y los análisis de organizaciones como la Native Women’s Association of Canada (NWAC), la Asian Women Coalition Ending Prostitution (AWCEP), la Indigenous Women Against the Sex Industry (IWASI), la Aboriginal Women’s Action Network (AWAN), la Af3irm y la Apne Aap, así como el trabajo de mujeres como Fay Blaney y Cherry Smiley, y podría continuar con la lista. Desconocen y eliminan las voces de las feministas indígenas y mujeres de color que han combatido la industria del sexo durante años y prefieren meterse con mujeres como yo, o Gloria Steinem y Lena Dunham, como si fuéramos las únicas que cuestionaran la legitimidad de la industria del sexo. Es totalmente racista e ignorante. FS: Actualmente, voceras de la industria del sexo son invitadas a diversas plataformas, entre las que se incluyen universidades y personas progresistas (el año pasado, un proxeneta estadounidense fue invitado a hablar en la Sorbona de París). En ámbitos universitarios y de izquierda, se acepta sin reparos el discurso que naturaliza la industria del sexo. ¿Qué opinas sobre su aprobación por parte de la izquierda y las universidades? MM: Creo que es cobarde y patético. El objetivo es ocultar la realidad para que las personas se sientan bien y busquen poder y popularidad en vez de luchar a favor de las más vulnerables. Los hombres tienen el poder y naturalmente quieren conservarlo, incluso los de izquierda quieren seguir cosificando y violentando mujeres con la conciencia tranquila. Y las mujeres «prosexo» les han ofrecido alianzas que se hacen llamar «feministas», lo que es un verdadero regalo. Piensan que el apoyo de esas mujeres les da derecho a atacar a las verdaderas feministas con agravios y calumnias. Pueden silenciar las voces de las mujeres que se resisten al poder masculino porque esos ataques y campañas de calumnias son respaldadas por «feministas liberales». Es realmente la peor de las traiciones, ¿no? Estas mujeres privilegiadas de clase media eligieron aliarse con los masculinistas en lugar de luchar por la liberación de las mujeres y, para colmo, dan a los hombres armas «legítimas» para atacar a las feministas que se atreven a cuestionar su derecho al acceso al cuerpo de las mujeres. ¡Vivimos una época increíble! FS: Fuiste blanco de ciberacoso y dijiste que «Twitter es un lugar espantoso para el feminismo». ¿Podrías comentarnos algo sobre ese acoso de mujeres y de feministas en Internet y por qué crees que Twitter es la peor plataforma? MM: Por Dios, Twitter es de terror por distintas razones. Es útil para seguir las noticias y es ideal para contar chistes (de otros, no los míos), pero creo que un día recordaremos Twitter y nos preguntaremos en qué estábamos pensando. No se puede decir nada sustancial en 140 caracteres y este medio nos deshumaniza: nos atacamos mutuamente, lanzamos campañas de acoso que arruinan la vida de la gente, desperdiciamos nuestro tiempo en discusiones absurdas con interlocutores que de todas maneras no cambiarán nunca de opinión. Tal vez sea demasiado cínica. Hay muchas mujeres formidables en Twitter y estoy feliz de conocerlas, pero, al mismo tiempo, prefiero relaciones más significativas. Es muy fácil que te malinterpreten en Twitter y hay gente que busca interpretaciones equivocadas, quieren encontrar un error, destruirte, buscan sistemáticamente deformar y tergiversar tu palabra. Es un medio terriblemente cruel y narcisista que ha convencido a la gente de que todas las opiniones son equivalentes, sea cual sea su nivel de ignorancia. Lo siento pero no es verdad. Si eres un tipo con una cuenta de Twitter, no es mi trabajo intercambiar contigo o fingir que tu opinión sobre los derechos de las mujeres es válida o importante. Sin embargo, casi todos los días, los hombres exigen mi atención y aparentemente creen que es mi deber y mi trabajo a tiempo completo responder a sus mensajes irritantes de 140 caracteres todo el día. Es un mal necesario si eres autora o periodista y, repito, es útil para estar al tanto de la actualidad y de los temas que se debaten, así como para compartir información, pero espero que en el futuro encontremos algo mejor. No tenemos que estar disponibles públicamente todo el día y todos los días. Y cualquier individuo (generalmente anónimo) no debería poder acosar y atacar impunemente mujeres en línea tan solo porque ha abierto una cuenta en Twitter. El mantra «está todo permitido» de esta red social es absurdo y tiene un impacto negativo real en la vida de la gente. El acoso es totalmente libre y no tiene consecuencias para los acosadores. Mientras tanto, Twitter se beneficia. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
1 Comentario
Kassandra cardenaz zarate
4/9/2018 08:56:11 am
La prostitucion es violencia.
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