24 de marzo 2017 Por Sarah R. Champagne Texto original: https://www.gazettedesfemmes.ca/13751/anciennes-prostituee-aide-psychologique/ Traducción: Leila Hicheri La prostitución deja huellas. Mujeres que han dejado la prostitución se encuentran con el cuerpo y la cabeza enfrentadas, asaltadas por el síndrome de estrés postraumático. Cuando piden ayuda, el apoyo psicológico especializado y a un coste accesible les es difícil de conseguir. Incluso en la consulta del psicólogo, se enfrentan a ser juzgadas. Una cara en el autobús. Un par de botas en la tienda del barrio. Un ruido en el piso de arriba. Un olor en un restaurante. El entorno de Justine, Marie y Emma* resulta ser un campo de minas que pueden explotar en cualquier momento, reavivando los peores recuerdos. “En el momento en que las prostitutas sufren cosas que ya no quieren más, que les dan miedo, les dan asco, ya no se ajustan a sus valores o a sus deseos, estas cosas pueden tener un potencial traumático.” - Pascale Brillon, psicóloga y directora del Institut Alpha. La memoria traumática de agresiones sexuales y de otras violencias está latente. Ese “estar en guardia permanente” agotador acarrea recuerdos y pensamientos intrusivos (flashbacks), pesadillas, crisis de pánico; demasiados obstáculos para una vida normal y serena. “La gente no tiene idea de lo que hemos vivido. Las consecuencias están grabadas en nuestro cuerpo”, suelta Emma. Ella sufrió muchas violaciones durante 15 años antes de entrar en la prostitución, período en el que también intentaron asesinarla. “La policía no hizo un informe; yo sólo era una puta”, cuenta ella, apenada pero vigorosa. Aún poco comprendida “en el sistema”, dice, Emma llama hoy a esta herida mental “mi post”…como para hacerla callar. En la Concertación de las Luchas contra la Explotación Sexual (CLES), Emma ha encontrado un espacio de seguridad para hablar de ello. Mujeres que habían ya dejado la prostitución o quieren hacerlo se juntan allí cada semana, a su ritmo, para apoyarse unas a otras. Durante uno de esos debates al que asistió nuestra periodista, las lenguas se desataron. En cuanto a Marie, fue vendida en una red de prostitución durante 10 años. Tomó conciencia de las violencias sufridas muchos años después. Ahora, los fantasmas la atormentan allá por donde va. “Quizá hayamos dejado la prostitución, pero la prostitución no nos ha dejado.” Cientos de elementos desencadenantes invaden todas las esferas de su vida, desde los clientes de la farmacia hasta el ruido alrededor de su casa “Mi vida en este momento, es una gestión. Gestiono cada momento del día para atravesarlo.” ¿Dónde están los especialistas? Según un estudio realizado por la CLES en 2014, el 78% de las mujeres que dejaron la industria del sexo padecen problemas de salud mental, entre ellos el síndrome del estrés postraumático (SEPT). La necesidad de servicios es indiscutible, pero las listas de espera en el sistema público de salud para ver a un psicólogo o un psiquiatra son cada vez más largas. Marie y Emma esperaron durante meses- hasta un año- antes de encontrar a alguien… que no conocía el SCPT de las ex prostitutas. Los especialistas escasean, incluso en las clínicas privadas, reconoce Pascale Brillon, psicóloga del Institut Alpha, un centro de Montreal especializado en tratamiento de la ansiedad. Escribió su tesis doctoral sobre el SCPT a partir de entrevistas con 25 mujeres que habían sufrido una violación desde hacía menos de un mes, entre ellas mujeres en la “industria del sexo”. El análisis del estrés postraumático es muy reciente en Canadá, afirma ella. Es bastante estudiado en Estados-Unidos, donde la vuelta de los veteranos de la guerra de Vietnam forzó a realizar numerosas investigaciones. “El general Dallaire despertó las conciencias sobre el tema” prosigue ella; pero la prostitución sigue siendo un sector donde pocas investigaciones se llevan a cabo. Los recursos financieros al salir de la prostitución siguen siendo escasos y el seguimiento psicológico necesita tiempo. Visto el histórico de rechazo del programa de indemnización a las víctimas de actos criminales (IVAC), las tres mujeres dicen dudar en pedir una compensación, incluso si estuvieron bajo el control de un proxeneta durante muchos años. La historia recientemente publicada en el Journal de Montreal de una joven amenazada de muerte y forzada a prostituirse por su ex pareja a quien el IVAC negó toda indemnización, confirma sus palabras. Emma cuenta haber llamado a la puerta de un centro de ayuda a las víctimas de actos criminales (CAVAC) en 2008, para salir de una depresión severa. “Me dijeron: “Si fuiste prostituta, te metiste con tus propios pies en ello”. Una manera expeditiva de responsabilizarla de los crímenes que ha sufrido y que han afectado a su salud mental. El consentimiento peliagudo Es precisamente este razonamiento acerca del consentimiento que impide reconocer el fuerte potencial traumático de la prostitución. “Mucha gente piensa que estas mujeres no pueden padecer un estrés postraumático. Vamos a decir: “ella lo ha querido”, señala Pascale Brillon, que recibe pacientes que dejaron el mundo de la prostitución. En el otoño de 2016, algunos medios utilizaron el pasado de Alice Paquet para desacreditarla cuando presentó una denuncia por agresión sexual contra el diputado liberal Gerry Skiavounos. Escribió en una carta abierta acerca de un artículo en este sentido: “Se informa en él que he sido escort, como si tal información incidiera en la rotura de consentimiento del que he sido víctima, igual que tantas mujeres.” Sobre este tema, Pascale Brillon es tajante: el contrato inicial no es una carta blanca. En efecto, el consentimiento puede ser retirado en cualquier momento. “En el momento en que las prostitutas sufren cosas que ya no quieren, que les dan miedo, les dan asco, ya no se ajustan a sus valores o a sus deseos, estas cosas pueden tener un potencial traumático.” Explica la psicóloga clínica. Muchas van, entonces, a sentirse que se “desconectan” de su cuerpo, un mecanismo de distanciamiento emocional que se produce cuando los acontecimientos traumáticos son “demasiado grandes para lo que podemos soportar” indica Pacal Brillon. La carga adicional del juicio Al tabú de la agresión sexual se le añade el de la prostitución, el de la vergüenza, el del miedo al proxeneta, el del aislamiento social de esas mujeres…y cuando acuden a la consulta del psicólogo, sienten todavía su palabra vergonzante. Justine, casi treinta años, cuenta haber encontrado un equipo del Institut universitaire en santé mental de Montréal (Instituto Universitario de Salud Mental). “Fui objeto de un ataque durante tres horas y media. Me juzgaron porque estaba en la ayuda social, me dijeron que mi cese de “trabajar” no está justificado y, delante de mi asistente y de mí, dijeron: “Nuestros impuestos pagan eso.” Justine salió de ese encuentro, esperado durante nueve meses, conmocionada y desanimada. Piensa incluso presentar una demanda. “Suerte que no estaba sola, si no nadie me creería”. Emma cuenta también que su psicólogo había omitido su pasado sexual en sus informes, ocultando a su vez lo que ella misma denomina un SCPT. “Soy un ser humano con corazón, y todo lo que veo, es juicio. Por dentro, estoy todavía podrida de violencia y de rabia. Dentro de poco tendré 60 años y sólo pido vivir un momento de paz. Pero tengo todavía miedo.” *Nombres ficticios Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
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