"Aquí la prostitución se considera ocio": La lucha contra la explotación sexual en España15/11/2019 Autoras: Annie Kelly y Ofelia de Pablo Publicación original: “'Prostitution is seen as a leisure activity here': tackling Spain's sex traffickers” (The Guardian, 11/05/2019) Traducción: Lola Franco Colaboración: Olga Baselga Una mañana soleada cualquiera en Madrid, dos chicas jóvenes entran por una calle, luego en un bloque residencial y suben hasta la puerta de un apartamento. Llaman a la puerta. Marcella y María pasan mucho tiempo golpeando puertas y gritando a la entrada de pisos a lo largo y ancho de la ciudad. Las puertas casi nunca se abren. Cuando lo hacen, las dos mujeres podrían estar en peligro. Su trabajo en primera línea de la lucha contra la trata de mujeres y niñas en España es peligroso. Ambas han sido agredidas y amenazadas. Sin embargo, siguen llamando, porque han estado al otro lado de esas puertas, obligadas a ponerse a disposición, por unos pocos euros, de docenas de hombres al día, los siete días de la semana. Maria, superviviente de trata que ayuda a otras mujeres que han entrado forzadas a la prostitución. "No tienes tiempo de darte cuenta qué te ha pasado". Fotógrafía: Ofelia de Pablo & Javier Zurita/The Guardian Decir que la prostitución es un gran negocio en España es quedarse muy corto. España adquirió la fama de ser el burdel de Europa, después de que un informe de Naciones Unidas de 2011 lo citara como el tercer destino de prostitución más grande del mundo, detrás de Tailandia y Puerto Rico. Aunque el partido socialista español, que recientemente ganó otro mandato en el gobierno, ha prometido ilegalizar la compra de sexo, la prostitución ha crecido desde que se despenalizara en 1995. Estimaciones recientes apuntan a que los ingresos del comercio sexual en España ascienden a 26 mil quinientos millones de dólares al año, con cientos de burdeles autorizados y una fuerza de trabajo de unas 300.000 personas. Quienes defienden la “descriminalización” sostienen que este sistema beneficia a quienes trabajan en el sector, incluyendo a las mujeres prostituidas. Sin embargo, este mercado sumamente rentable y en gran parte desreglado está infestado de criminalidad y ha convertido a España en un centro mundial para la trata de personas y la esclavitud sexual. La prostitución se convierte en trata cuando una persona mueve, detiene o transporta a otra persona con el fin de explotarla sexualmente mediante fraude, fuerza o coerción. En el Reino Unido, se cree que miles de mujeres están atrapadas en redes de esclavitud sexual, pero la magnitud del problema en España es impactante. Hasta 2010, la ley ni siquiera reconocía la trata de personas como un delito. Actualmente, el gobierno español estima que hasta el 90% de las mujeres que están en situación de prostitución podrían ser víctimas de trata o estar bajo el control de un tercero –un proxeneta-- que se beneficia de su explotación. Entre 2012 y 2016, las fuerzas de seguridad españolas sacaron a 5.695 personas de la esclavitud (mayormente sexual), pero reconocen que miles más continúan bajo el control de distintas mafias. Desde que en 2010 se aprobara la primera ley contra la trata de personas, con el fin de superar esta crisis, el gobierno ha invertido millones de euros en un plan de emergencia para perseguir a los individuos y grupos que operan en este ámbito con impunidad. En 2015, se dio un paso más allá y se crearon alianzas formales entre las fuerzas de seguridad, los fiscales, los jueces y las ONG, para rescatar a las víctimas y procesar a los criminales. Supervivientes como María y Marcella juegan ahora un papel crucial en la batalla contra los criminales que en su día las vendieron y explotaron. Pero, ¿puede la nueva alianza contra la trata cambiar las tornas en la lucha contra los traficantes? *** Conocí a Marcela y María, ambas veinteañeras, en las oficinas de Apramp, una organización creada para proteger y ayudar a reintegrarse a las víctimas de prostitución. Apramp las ayudó a escapar de sus traficantes y ahora se cuentan entre sus voluntarias. Su trabajo diario consiste en identificar a las posibles víctimas de trata y ofrecerles una salida. Encuentran a mujeres que creen que podrían necesitar ayuda en las calles, en los clubes de alterne y en algunos de los 400 pisos que, según dicen, operan como burdeles informales en Madrid. Ambas se encogen de hombros cuando les digo lo valientes que me parecen. "Cuando llevo el chaleco de Apramp, en esos apartamentos o en las calles, no siento miedo", dice Marcella. "Sabemos por experiencia propia que las niñas y mujeres que están dentro están padeciendo cosas mucho peores. Así que lo que nos sentimos es más decididas". Estas dos jóvenes, locuaces y preparadas, con aspecto de estudiantes, vestidas con pantalones vaqueros y zapatillas de deporte, han vivido cosas terribles. A María, pequeña y de habla suave, con su cabello castaño recogido en una cola de caballo, la trajo a España desde Rumanía alguien en quien ella confiaba: pensaba que se iba de vacaciones con su nuevo novio. Este, en cambio, la condujo a través de Europa con su documentación y en 24 horas la puso en las calles. “Sucede todo tan rápido”, dice. “Es difícil describir cuánto se puede romper en tan poco tiempo. El shock y el trauma te hacen entrar en modo supervivencia. No tienes tiempo para darte cuenta de lo que te ha pasado”. Pasó ocho meses siendo prostituida en esquinas, burdeles y apartamentos. “Estás viva, pero no existes realmente”, dice ella. “Ninguno de los hombres que pagaron para acostarse conmigo me preguntó si estaba allí por elección propia o si quería hacer aquello. No les importaba lo más mínimo”. Su proxeneta le dijo que había adquirido una deuda de 20 mil euros y que tendría que pagarla si quería volver a casa. “Con las mujeres rumanas, los traficantes utilizan amenazas que van desde matar a tu madre, a tu hermana o a tus hijos si no pagas tu deuda", dice. "La gente siempre pregunta: ¿Por qué no se escapó o fue a la policía?, pero no saben de qué están hablando. No puedes simplemente parar a una persona al azar en la calle y pedir ayuda, cuando piensas que podrían asesinar a un familiar tuyo. La policía en Rumanía a menudo es corrupta. Piensas: ¿Por qué iba a ser diferente aquí?” La promesa de libertad a cambio de pagar la deuda resulta ser, casi siempre, una mentira. María explica que, durante todo el tiempo que estuvo bajo el control de los traficantes, se le cargaron cientos de pequeños pagos: tenía que pagar la ropa, el alquiler de la esquina donde estaba expuesta, los condones y las toallas sanitarias. Cuando no traía suficiente dinero, la dejaban sin comer o la golpeaban. “La deuda es invisible”, dice María. “No es una cadena física, pero funciona igual”. Cuenta que algunos traficantes obligan a las mujeres a ponerse implantes mamarios y que a pesar de que la operación cuesta alrededor de 3 mil euros, les cobran 10 mil. Marcella asiente con la cabeza. Fue traficada desde su Brasil natal después de postularse para hacer una maestría en España, un curso universitario que resultó ser falso. La obligaron a prostituirse inmediatamente después de ser recogida en el aeropuerto. "Si Apramp no me hubiera encontrado, creo que ya estaría muerta", dice. El hecho de no sólo haber sobrevivido, sino de estar en una posición desde la que poder ayudar a otras mujeres en la misma situación que ella vivió, ha sido una parte esencial de su recuperación. “La mafia te toma y destruye tu identidad. Incluso después, puede que te recuperes, pero nunca olvidarás el pasado”, dice. “Hacer este trabajo es una gran ayuda”. Entre las dos, Marcella y Maria han ayudado a docenas de mujeres y niñas a escapar de sus traficantes. Es un proceso que lleva meses, a veces años. Luego, Apramp les busca un lugar seguro para vivir, les ofrece asesoramiento y apoyo legal y las ayuda a encontrar trabajo. “Tenemos que mostrarles que vale la pena recuperar sus vidas”, dice Marcella. De izquierda a derecha: José Nieto, jefe de la aplicación de la ley contra la trata de personas en España; Rocío Mora, directora de Apramp, que ayuda a las víctimas de trata, y la fiscal Beatriz Sánchez.
Rocío Mora, cofundadora y directora de Apramp, entra en la sala y abraza a las chicas, quienes están a punto de comenzar su turno de tarde. “Las únicas que realmente entienden lo que enfrentamos son las supervivientes”, comenta. Alta e impecablemente arreglada, Mora es una de las activistas contra la trata más conocidas de España. Su rabia por lo que ve en las calles es cruda y visceral. A lo que se enfrenta España, dice ella, es a una enorme violación de los derechos fundamentales de las mujeres y las niñas; cualquiera que defienda que la mayoría de las mujeres que están en la prostitución en España lo hacen por elección, se está engañando a sí mismo. “La industria del sexo se beneficia de la explotación de mujeres a las que extorsiona a través de la deuda, la violencia o la manipulación psicológica”, dice. “Nuestra unidad móvil contacta con 280 mujeres al día y casi el 100% son víctimas de explotación y trata”. Existen muchas razones por las que España se ha convertido en un foco de prostitución, pero el factor más significativo es, según ella, cultural. La epidemia de tráfico sexual en España es la manifestación más extrema de las actitudes violentas hacia las mujeres y el sexo que se dan en ese país. “Existe una gran demanda de prostitución aquí. Se ha normalizado hasta tal punto que se ve como cualquier otra actividad de ocio”. Una encuesta realizada en 2008 concluyó que el 78% de los españoles considera la prostitución como algo inevitable en la sociedad moderna. Y la demanda es enorme: otra encuesta, realizada en 2006, descubrió que casi el 40% de los hombres españoles mayores de 18 años habían pagado por sexo al menos una vez en su vida. Mora ha visto recientemente un cambio en el tipo de hombres que pagan por violar. Antes, eran en su mayoría hombres mayores que se escapaban de sus familias. Ahora, tanto las mujeres que están en las calles como los puteros se están volviendo más jóvenes. “El estigma social ahora no es como cuando comencé”, dice ella. “Tenemos una generación de hombres jóvenes que han crecido creyendo que pueden hacerle cualquier cosa a una mujer si han pagado por ello, y que no tienen que preocuparse por las consecuencias". De niña, Mora vio a su madre (también llamada Rocío) levantar Apramp desde la mesa de la cocina. A los 18 años, Mora estudiaba durante el día y, por la noche, conducía una unidad de salud móvil a través del barrio rojo de Madrid. “Cuando mi madre empezó este trabajo, principalmente se trataba de obtener servicios de salud para mujeres españolas que se dedicaban a la prostitución para alimentar a sus familias o para pagar su adicción a las drogas”, dice. Hace dos décadas, las bandas criminales comenzaron a afianzarse. “Esto supuso un cambio radical. De repente, la violencia y la coerción estallaron: veías hombres en las calles vigilando a las mujeres y quitándoles el dinero.” Ahora, dice, la inmensa mayoría de las mujeres prostituidas en España son extranjeras: Apramp trabaja con mujeres de 53 nacionalidades. “Y los grupos mafiosos son más sofisticados y más despiadados. Ya no necesitan hombres en la calle, porque controlan a las mujeres a través de la deuda, el miedo y el control psicológico. Esto es lo que hace que sea mucho más difícil de combatir, ya que muchas ni siquiera ven que exista una salida”. *** En la calle Montera, una de las calles comerciales más concurridas de Madrid, las mujeres del este de Europa o sudamericanas esperan solas o en pequeños grupos. María y Marcella señalan que muchas de las mujeres a las que ayudan no parecen víctimas de trata. Es fácil que la gente pase por delante de ellas sin inmutarse. María dice que muchas están ahí como señales humanas, para indicar que cerca hay casas llenas de otras mujeres. Cuando regresamos a nuestro automóvil esa noche, nos encontramos varios flyers enganchados en el limpiaparabrisas, en los que se promociona una oferta de 2X1 con mujeres, por el módico precio de 30 €. A dos pasos de la calle Montera se encuentra la sede del Centro de Inteligencia y Análisis de Riesgos, a cargo de la Policía Nacional de España. José Nieto es su inspector jefe y el principal oficial en la aplicación de la ley contra la trata de personas en España. Al igual que para Mora, el trabajo contra la trata se ha convertido en la vocación de Nieto. Ha pasado más de 20 años intentando desarrollar una respuesta policial efectiva a la catástrofe de derechos humanos que, hasta 2010, ni siquiera estaba incluida en el código penal español. “Cuando empecé, en 1997, estaba en una brigada que creía que todas las prostitutas hacían este trabajo porque querían", dice. "Es como una enfermedad: al principio sientes que algo va mal, pero no tienes un diagnóstico. Ahora, tan pronto como le pones un nombre, todo cambia. Lo ves tal y como realmente es". Nieto explica las múltiples razones por las que España se ha convertido en un imán para las redes internacionales de trata. Lo llama “una tormenta perfecta”. “Para empezar, estamos combatiendo un crimen que está socialmente aceptado, porque la prostitución no está mal vista en España, tiene una amplia aceptación aquí”. En segundo lugar, está la cuestión geográfica: "Estamos en el centro de todas las rutas migratorias principales. La inmensa mayoría de víctimas de prostitución y trata que estamos viendo son rumanas, sudamericanas o procedentes de África Occidental. Para llegar a España desde Rumania no necesitas más que una tarjeta de identificación. África está a solo 15 km de nosotros. Con América latina, tenemos una conexión histórica y lingüística que no tiene ningún otro país de Europa." Como en tantos otros países, un juicio es casi imposible sin una víctima dispuesta a revelar su situación y testificar contra sus explotadores. "Hay un gran temor entre las víctimas de que si hablan con la policía, serán deportadas a sus países de origen sin pagar sus deudas", dice Nieto. “Esto dificulta mucho las cosas. Si las mujeres no piden ayuda, te encuentras con el límite de lo que puedes hacer. Aquí, en España, la prostitución en sí misma no es ilegal, administrar un burdel no es ilegal, así que tienes que demostrar que lo que está pasando es más de lo que se ve a simple vista." Esa noche, Nieto, los fotógrafos de The Guardian y yo nos acoplamos a una unidad de policía encubierta que lleva a cabo inspecciones de clubes privados en el barrio de Salamanca, uno de los barrios más lujosos de Madrid. A pesar de que los policías están entrenados en la lucha contra la trata de personas, su trabajo esta noche parece limitado a pedir los papeles y llevar a comisaría a cualquier mujer que se encuentre trabajando sin su permiso en regla. En la primera parada que hacemos, no nos ayuda que los dos coches sin marcar en los que llegamos tengan que recorrer la calle varias veces antes de encontrar un sitio para aparcar. Para cuando entramos, la música ya está apagada y el club está desierto, salvo cuatro mujeres que esperan en silencio, sentadas sobre sendos taburetes pegados a la barra, con sus tarjetas de identificación, y el encargado, quien limpia notablemente los cristales de sus gafas, detrás de la barra. Ninguno de ellos es español. Todas las mujeres están en España con visas de estudiante y sacuden la cabeza cuando el jefe de policía les pregunta si necesitan ayuda. No hay evidencia de que estas mujeres sean víctimas de trata, pero parece ridículo esperar que nadie diga nada en semejante entorno. En otros clubes, se detiene a algunas mujeres que no tienen los papeles en regla y se las sube a un furgón. En uno de los locales, tres chicas chinas muy jóvenes se sientan en silencio y aparentemente aterrorizadas en su ropa interior sobre una banqueta de cuero falso agrietado, mientras la policía revisa las instalaciones, todo humedad y mugre. Un putero solitario, un joven español de unos 20 años, empapado en sudor, es expulsado de un dormitorio en la parte trasera. A la salida de otro dormitorio, un disfraz de "enfermera sexy" cuelga de una percha. Las mujeres mantienen los ojos fijos en el hombre chino que atiende a la policía desde detrás de la barra; les muestra su licencia y habla fluidamente con ellos. Al salir, la pesada puerta metálica se cierra de golpe, con un ruido sordo, dejando a las mujeres adentro. Uno de los oficiales se pasa una mano por la cara y exhala. “Dios mío”, dice. Dios mío. Con todo, Nieto cree que hay esperanza y dice que la nueva estrategia, consistente en crear alianzas formales entre la policía, los fiscales y los servicios de primera línea, está sirviendo para ejercer más presión sobre las bandas criminales. En particular, cita la coordinación con Mora, de Apramp: "Con su ayuda, estamos consiguiendo crear conexiones con las supervivientes; estamos siguiendo el dinero y echando a gente. Estamos haciendo que los tratantes entiendan que la policía española es algo que deben temer". Nieto lleva trabajando con la fiscal Beatriz Sánchez hace unos diez años. Desde 2010, la brillante fiscal española ha supervisado más de 100 casos de trata. En 2012, logró enviar a la cárcel a Ioan Clamparu, el capo de la que fue la red de trata más grande de Europa durante 30 años. Ella es optimista, cercana y divertida, pero inflexible en su determinación. "Hemos hecho grandes avances en el procesamiento y la condena de traficantes de personas", comenta. "Pero muchos casos se desestiman o no se llevan a juicio”. Sánchez dice que sólo una décima parte de los casos de trata de personas que le llegan acaban presentándose ante un tribunal, porque la carga de la prueba es alta y requiere declaraciones de testigos y meses de trabajo policial. “A menudo, investigamos organizaciones transnacionales que mueven ingentes cantidades de dinero. Se trata de delitos complejos, difíciles de desmantelar”. De acuerdo con la legislación española actual, necesita probar el uso de violencia extrema e intimidación para procesar casos de proxenetismo y coerción. "Todas las formas de proxenetismo deben ser punibles penalmente", sentencia. "Sólo así podremos detener efectivamente la trata de personas". Sánchez admite que su optimismo natural puede verse afectado por la ardua lucha de llevar los casos a juicio. "Sería difícil si estuviera haciendo esto sola, pero lo bueno es que tengo a Rocío y a José, somos un equipo", explica. “Entonces, cuando estás deprimida y sientes que las cosas no van a cambiar, tienes una razón para seguir adelante. Los demás te animan, te dicen: "¡Venga! ¡Tenemos que seguir adelante!" Sánchez se mantiene en contacto con todas las mujeres a quienes representa. "Verlas reconstruir sus vidas es tan satisfactorio como ver a sus abusadores ir a la cárcel", declara. *** Visitamos a una antigua cliente de Sánchez, Helena, en las oficinas del Proyecto Esperanza, ONG que le ha proporcionado apoyo a lo largo del proceso judicial. Su familia es de Ecuador, pero ella vivía en las afueras de Madrid, con un pasaporte español, cuando fue obligada a prostituirse en su propio vecindario hace cinco años, después de ser víctima de una estafa. Unos supuestos prestamistas la amenazaron con matar a sus hijos pequeños si no accedía a prostituirse para pagar su deuda. “No veía la salida y cuanto más tiempo lo hacía, más me moría por dentro”, dice. Llevó varios años, pero finalmente sus explotadores fueron enviados a prisión y se dijo que Helena recibiría una compensación histórica de 100.000 Euros por parte del Estado. Se estimó que los proxenetas habían ganado 92.000 Euros con su explotación sexual. Por el momento, ella no ha visto ni un céntimo de ese dinero, y sus deudas con familiares y vecinos siguen sin pagar. “Todavía debo 12.000 euros a amigos y familiares y no tengo idea de cómo pagarlos”, dice ella. Por ahora, sobrevive. Proyecto Esperanza la está ayudando a encontrar trabajo y brindando asesoramiento. Tiene un hogar y está reconstruyendo la relación con sus hijos. A pesar de sus experiencias, intenta transmitirles que el mundo puede ser un buen sitio. Helena elogia a Sánchez por haberle dado el coraje para rehacer su vida. “Beatriz siempre fue positiva y fuerte, en un momento en que yo no creía en mí misma”, dice en un tono suave. “Ahora estoy aprendiendo a quererme otra vez. Y eso es lo que quiero enseñar a mis hijos: que no importa lo que otras personas te hagan, es importante quererte a ti misma y mirar hacia adelante; que en cada situación terrible puede haber una luz al final del túnel, una forma de salir de la oscuridad”. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
1 Comentario
Sheila Donnell
27/2/2025 05:07:07 pm
Mi propósito hoy aquí es compartir este artículo con el mundo sobre cómo el Doctor Odunga me ayudó a recuperar a mi EXnovio que rompió conmigo hace 4 meses. Intenté todo lo que pude para hacerle entrar en razón conmigo para que pudiéramos continuar nuestra relación pero él me negó. Gracias a Dios por darme la idea de buscar ayuda en Internet, busqué correctamente y vi diferentes reseñas del Doctor Odunga e insistí en intentarlo contactándolo a través de la aplicación (+2348167159012). Me dio razones para vivir de nuevo y preparó un hechizo y me dijo que mi exnovio volverá conmigo dentro de 28 horas. Puedes creerlo Mi EX novio volvió conmigo y nuestra boda se llevará a cabo pronto. ¡¡¡Contáctalo ahora!!! si necesitas ayuda. Correo electrónico: [email protected] y hace muchos hechizos. Una vez más quiero decir que estoy muy agradecido por su ayuda.
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