Texto original: http://www.feministcurrent.com/2016/06/16/emily-bazelon-amnesty-whitewash-prostitution-indigenous-women/ La total despenalización de la prostitución ha recibido últimamente una atención considerable en los principales medios: El 5 de mayo, el New York Times publicó un artículo de Emily Bazelon titulado "¿Debe ser la prostitución un crimen?" y el 26 de mayo, Amnistía Internacional adoptó formalmente la postura a favor de la total descriminalización de la prostitución. Ni el artículo de Bazelon ni la política de "trabajo sexual" de Amnistía Inernacional tiene en cuenta la manera en que la prostitución funciona como sistema de colonialismo que desproporcionalmente afecta a mujeres y niñas indígenas. A traves de estas posturas y políticas, la prostitución es blanqueada y encubierta bajo "trabajo sexual", dejando a mujeres y niñas indígenas y nuestras hermanas de color lidiar con las consecuencias. Hoy en día, como resultado de la trabajo constante de mujeres y hombres indígenas, cada vez mas individuos y organizaciones están empezando a reconocer la importancia de la tierra para la supervivencia, las culturas, y el bienestar de los pueblos indígenas y la manera en que el colonialismo interrumpe violentamente estas relaciones. Poco a poco, las personas no-indígenas están empezando a entender el concepto de "territorios no cedidos" y reconocer la explotación de las tierras y los "recuersos" que fueron arrebatados por la fuerza a los pueblos indígenas. Los colonizadores varones eran ladrones que tomaron lo que no era suyo porque creían tener el derecho a ello. Pero este privilegio no se limitó a las tierras, estos hombres decidieron que también tenían derecho a los cuerpos de las mujeres y niñas indígenas. Según una investigación realizada por Melissa Farley, Jaqueline Lynne y Ann Cotton, las mujeres y niñas indígenas en Canadá fueron prostituidas desde los primeros fuertes y bases militares, y como "esposas locales" de los comerciantes de piel blanca. Las mujeres y niñas indígenas fueron objeto de la prostitución, en parte, a causa de las mentiras acerca de ellas: eran "indias" y "salvajes" que siempre querían sexo con los hombres blancos. Antes de la invasión en América del Norte, la prostitución no existía entre las naciones indígenas que he encontrado, más bien, la prostitución fue impuesta a las mujeres y niñas indígenas por los hombres colonizadores. El derecho a las tierras aún perdura en los no-indigenas que viven y explotan las tierras indígenas para su beneficio, y también el derecho a los cuerpos continuan a nivel de crisis de violencia machista contra las mujeres y niñas indígenas. En su artículo, Bazelon cita a Liesl Gerntholtz, Directora Ejecutiva de la División por los Derechos de las Mujeres en Human Rights Watch, otra organización que ha optado por posicionarse a favor de la total despenalización de la prostitución: "Estás hablando de mujeres que han tenido extremadamente escasas opciones. ¿Me gustaría vivir en un mundo donde nadie tenga que ejercer el trabajo sexual? Absolutamente. Pero este no es el caso. Así que quiero vivir en un mundo donde las mujeres puedan hacerlo en gran parte voluntariamente, de manera que sea seguro." Gerntholtz y HRW, aparentemente, han concluido que es imposible imaginar un mundo sin prostitución, y al hacerlo, no han tenido en cuenta la historias de las indígenas y nos han enviado el mensaje, a las mujeres y niñas indígenas, de que no merece la pena luchar por nosotras. Al adoptar esta postura, HRW reafirma el mito racista de que a las mujeres y niñas (y las mujeres de color) indígenas están desproporcionadamente consintiendo ejercer la prostitución ya que están deseosas de tener sexo con hombres blancos. Si no reconocemos y luchamos contra las desigualdades racistas, sexistas y capitalistas que conducen a las mujeres y niñas a la prostitución ni luchamos contra el privilegio de los hombres, nuestra única respuesta a la sobrerepresentación de las mujeres y niñas indígenas en la industria del sexo se convierte en "es porque son "indias" que desean sexo con extraños en cifras desproporcionadas a mujeres blancas." ¿Es esta la mentira que queremos seguir contando sobre las mujeres y niñas indígenas y el mensaje que queremos mandar a los hombres que las compran y venden? Por desgracia, Bazelon y HRW no quieren cambiar el privilegio masculino. En cambio, se les dice a mujeres y niñas que necesitan buscar mejores y "más seguros" caminos para amoldarse sin oposición el privilegio masculino sobre nuestros cuerpos. Los mensajes que he recibido desde que era niña estaban destinados a mantenerme "más segura": no hables con extraños, no andes sola por la noche, no lleves falda corta. Este discurso (siempre dirigido a niñas y mujeres) tiene como objetivo limitar nuestros movimientos y acciones en nombre de la "seguridad". ¿Dónde está el discurso hacia los niños y los hombres a no violar? ¿Dónde está el discurso que diga a los hombres y niños que no tienen derecho a sexo cuando, como, y con quien quieran? ¿Dónde está el desafío al privilegio masculino hacia nuestros cuerpos y tierras? Vemos ejemplos de privilegio masculino por todas partes. El reciente caso del violador de Standford, Brock Turner, es un ejemplo perfecto. Sus acciones, así como la sentencia, defensa, minimización, y la incredulidad de las acciones de Turner por su padre y otros, es un ejemplo de cultura de la violación: una cultura que permite, tolera, e incluso celebra la violación de mujeres y niñas por parte de los hombres. Esta cultura afecta a toda mujer y niña, pero particularmente a mujeres y niñas indígenas, lo que lleva a cuestionarse si Turners siquiera habría sido acusado o condenado si la joven víctima hubiera sido indígena o de color. Observando estos casos, las mujeres indígenas y las mujeres de color ven que incluso una mujer con el privilegio de ser blanca recibió una respuesta horrible a su agresión sexual, lo que lleva a preguntarnos, "si esto le pasa a una mujer con cierto nivel de privilegio, ¿qué nos habría pasado a nosotras?" Independientemente de la raza de la víctima, lo que todas las mujeres viven como víctimas de agresión sexual y la manera en que nuestras limitadas vidas por la violencia del hombre o las amenazas de violencia masculina son directamente resultado de la cultura patriarcal en la que vivimos. Turner violó a una mujer porque se sintió con el derecho al cuerpo de ella. El derecho del hombre es la base de la cultura de la violación, sin embargo, cuando quienes crítican la cultura de la violación al mismo tiempo apoyan la descriminalización de prostituyentes y proxenetas, errando en reconocer que es el mismo derecho masculino que apoya tanto la cultura de la violación como la industria del sexo. Amnistía dice que su nueva política, "no discute que hay un derecho humano a comprar sexo o un derecho humano a beneficiarse económicamente de la venta de sexo por otra persona". Lo que la organización no parece entender es que, sin consecuencias por las acciones de proxenetas y prostituyentes, sus políticas dan luz verde y perdona sus actos. La política de Amnistía Internacional naturaliza el derecho de los hombres a los cuerpos (y tierras) al negarse a reconocer como parte de los cimientos del patriarcado, el racismo y el capitalismo y al negarse a oponerse a ésta consecuentemente. Para que quede claro, critico el sistema de la prostitución, no a las mujeres y niñas que están en prostitución. De la misma manera, critico el horrible sistema de internados de Canadá sin criticar a sobrevivientes de estos internados y critico la cultura de la violación sin culpar a las mujeres y niñas que han sido violadas. No hay que avergonzarse de ejercer la prostitución; las mujeres y niñas indígenas han sido víctimas de la prostitución desde la invasión de Canadá por los hombres blancos. El hecho de que mujeres y niñas indígenas sobrevivan a todo en una cultura genocida que nos odia y odia a todas las mujeres no es nada menos que una victoria. Pero nos merecemos algo más que la supervivencia, merecemos una vida plena, alegre, libre de violencia masculina o su amenaza. Merecemos participar en actos sexuales de nuestra elección, con parejas elegidas, que consideren nuestra humanidad y el placer, sin ningun tipo de amenaza o coacción, económica o de otro tipo. Todas las que venden sexo, por supuesto, deben ser despenalizadas y todas las mujeres y niñas deben tener acceso a las cosas que necesitamos para construir esas vidas alegres y satisfactorias, como una vivienda segura y asquible, alimentos ricos y agua potable, acceso a la educación y oportunidades de empleo, y un reconocimiento de nuestros derechos a nuestras tierras, lenguas y culturas. No juzgo a quienes se encuentran vendiendo sexo, pero si juzgo a los hombres que optan por pagar o se benefician de la explotación sexual de mujeres y niñas -la gran mayoria son pobres, indigenas y de color. Hoy en dia en Canadá, las niñas están sexualizadas desde una edad muy temprana y las mujeres aún ganan solamente el 72% de lo que ganan los hombres por un trabajo similar; no finjamos que las niñas comienzan su vida en igualdad de condiciones. He sido testigo de una gran cantidad de elogios en internet por el artículo de Bazelon y la nueva política de Amnistía Internacional, y por desgracia, no me sorprenden estas muestras de apoyo. Cuando no se está cuestionando el status quo (el privilegio masculino), esta celebración es de esperar. Estoy segura que muchos prostituyentes y proxenetas aplaudieron el artículo de Bazelon y la nueva política de "trabajo sexual" de Amnistía. Un buen número de individuos y organizaciones bien intencionadas hacen referencia a los informes de HRW y Amnistía Internacional en relación con la violencia contra mujeres y niñas indígenas en Canadá como la investigación en lo que respecta a esta cuestión. Sin embargo, debido a la posición de estas organizaciones sobre la prostitución, es obvio que no comprenden el colonialismo y las consecuencias de este proyecto en curso en la vida de mujeres y niñas indígenas. Human Rights Wathc, Amnistía Internacional, y Bazelon no entienden que, en esencia, el derecho del hombre blanco a los cuerpos y tierras es dañino, incluso a veces mortal, y que el derecho del hombre blanco a los cuerpos y tierras debe ser cuestionado. La prostitución es la colonización de cuerpos, y es en esencia, una expresión del patriarcado, del racismo y del capitalismo. Trata sobre la riqueza, la dominación del hombre blanco y el control. Sugiero a escritoras como Bazelon educarse más sobre colonialismo y lo que significa antes de publicar más sobre estos temas, y que HRW y Amnistía Internacional se abstengan de hacer comentarios sobre cualquier tema de la violencia masculina contra mujeres y niñas indígenas en Canadá hasta que estén dispuestos a posicionarse contra el derecho del hombre a los cuerpos y tierras de las mujeres. Estas posturas y argumentos son contradictorias y no pueden reconciliarse para por un lado abogar por el fin de la violencia contra las mujeres y niñas indígenas, y por otro, que los proxenetas y prostituyentes compren y vendan mujeres indígenas sin consecuencias. Las mujeres y niñas indígenas no necesitan "aliados" que se nieguen a cuestionar el colonialismo en Canadá y las ideologías coloniales en sí mismas. Cherry Smiley es una activista feminista y artista de las naciones Thompson y Navajo. Es co-fundadora de mujeres indigenas contra la industria del sexo y fue ganadora del Governos General's Award in Commemoration of the Person's Case en 2013 y ganadora del The Nora and Ted Sterling Prize in Support of Controversy. Pueden seguirla en @_cherrysmiley_ Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
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