Traducción: Mariana Solana
Texto original: http://www.feministcurrent.com/2013/06/24/arguing-against-the-industry-of-prostitution-beyond-the-abolitionist-versus-sex-worker-binary/ 24 de junio. Por FINN MACKAY Introducción La prostitución siempre ha sido un tema controversial en el Movimiento de Liberación de las Mujeres, y siempre ha causado discrepancias entre mujeres y grupos feministas. Esto se debe a que el debate muchas veces se reduce a argumentos del tipo "o uno o lo otro" entre lo que llamamos los argumentos a favor de la legalización (y la "minimización del daño" dentro de la "industria del sexo") y los argumentos a favor de la abolición de la prostitución. Aquellas personas que se inclinan hacia este último son muchas veces acusadas de ser moralistas, conservadoras o, peor, indiferentes hacia la seguridad de las mujeres. Por lo tanto, es tal vez oportuno revisar la concepción feminista de la prostitución como causa y consecuencia de la desigualdad, y en este artículo se intententará abordar algunos de los desafíos que enfrenta esta postura política. ¿Qué es el argumento abolicionista? Abolicionistas son aquellas personas que creen en la penalización de la demanda en la prostitución con la intención de reducir la prostitución, o tal vez terminar con ella en el futuro. Este no es un argumento feminista, muchos socialistas y anti-capitalistas también suscriben a esta idea y miran a un futuro sin una industria de la prostitución. Los abolicionistas generalmente ven la prostitución como causa y consecuencia de la desigualdad, incluida la desigualdad de género. Para estas personas, la prostitución no es un trabajo como cualquier otro. Esta es una postura política, que no tiene un carácter religioso, moralista o conservador. ¿Qué es la penalización de la demanda? Muchas feministas, entre las que se incluye a las abolicionistas, defienden lo que se llama el enfoque nórdico, que propone la completa despenalización de las personas explotadas en la prostitución y la penalización de la demanda en su lugar. En 1999 Suecia prohibió la compra de actos sexuales en prostitución, penalizó a los clientes prostituyentes y despenalizó a quienes vendían "servicios sexuales". Es decir, las mujeres no son penalizadas pero los hombres sí. Esta decisión estaba alineada con la concepción sueca de la prostitución como una forma de violencia contra las mujeres y un síntoma de la desigualdad, así como con su compromiso a la hora de acabar con la trata de personas a nivel global. Cualquier decisión legal de este tipo debe ir acompañada de una inversión financiera considerable, comprometida en la minimización del daño y servicios que ayuden a las mujeres a salir de la prostitución. Esto no es nada menos que lo que merecen aquellas personas explotadas y dañadas por la prostitución, muchas de las cuales han sido defraudadas por los propios servicios públicos que debieron haberlas protegido. ¿Qué es el llamado argumento de la legalización? En esta postura se intenta que la prostitución sea vista como un negocio legítimo y que toda la "industria del sexo" pueda operar legalmente, por ejemplo en burdeles legales. Esta es una postura generalmente defendida por grupos de “trabajadoras sexuales” dedicados a ejercer presión en los gobiernos, los grupos por los derechos de los “trabajadoras sexuales” y los grupos del movimiento “pro sexo”. Para estos grupos, la prostitución es generalmente un trabajo como cualquier otro. Estos grupos se oponen generalmente a los grupos abolicionistas. Con frecuencia, estos grupos argumentan que solamente la legalización completa de la "industria del sexo" puede hacer que todas las mujeres (y las personas) involucradas en la prostitución estén más a salvo. "Legalización" es por desgracia un término engañoso, ya que la prostitución no es actualmente ilegal en Inglaterra, por lo que hablar de "legalización" confunde el tema. Es tal vez mejor descripto como una postura a favor de la "burdelización" - a favor del establecimiento de burdeles legales que operen como negocios. Si bien la prostitución no es ilegal, sí es ilegal publicitarla, solicitarla u operar un burdel y vivir de las ganancias de este. El intercambio de actos sexuales por dinero, bienes o cualquier otra ganancia (entre la que se puede incluir alojamiendo, comida o drogas) en un régimen individual, no es técnicamente ilegal. La idea de que la prostitución es un trabajo como cualquier otro es seguida generalmente por la aseveración de que entrar a esta industra es un tema de elección personal, con el cual no debería interefir el Estado ni ninguna otra persona, aunque se debería facilitar que dicha elección sea llevada a cabo de la manera más segura posible. Grupos como el Colectivo de Prostitutas Inglesas (ECP por sus siglas en inglés), que forma parte de la Campaña Salarios por el Trabajo Doméstico, están pidiendo que se admita lo que se conoce como "burdelización" (la legalización de los burdeles) de forma similar a lo que han hecho Australia y Nueva Zelanda. Estos grupos describen la prostitución como: "sexo con consentimiento", que: "no debería ser asunto del ámbito penal". Grupos como la Unión Internacional de Trabajadores Sexuales (IUSW por sus siglas en inglés) también exigen que se acepte el modelo neozelandés, que permita promover la prosititución como un negocio legítimo. ¿Qué es la minimización del daño? Los grupos que exigen la existencia de una “industria del sexo” no ven una necesidad en reducir o terminar con la prostitución, y creen que debería ser un negocio legítimo - solamente que llevándolo a cabo de una forma más segura que la actual. Aquí es donde se inserta el concepto de minimización del daño. El término se refiere a invenciones prácticas, como el CCTV y otras medidas de seguridad, mejor respuesta policial frente a delitos relacionados con la prostitución, anticoncepción gratuita, atención médica especializada, etc. ¿Las feministas apoyan los enfoques orientados a la minimización del daño? Sí. Probablemente existe acuerdo, sin importar la postura política, de que aquellos en la prostitución tienen derecho a recibir protección y apoyo. Todas las personas del país tienen derechos como ciudadanos y derechos humanos, cualquiera sea su estatus migratorio, sin importar de qué forma ganen sus ingresos. Aquí es donde el concepto de minimización del daño puede jugar un papel. Ninguna feminista está en contra de la minimización del daño - contra las cámaras de CCTV en áreas donde se sabe que comúnmente se ejerce la prostitución. Tampoco están en contra de una mejor respuesta policial cuando una mujer prostituida reporta un delito, por ejemplo una violación. Todas las mujeres se merecen una mejor respuesta policial a la hora de reportar una violación. Todo el mundo tiene el derecho a recibir apoyo luego de una violación, incluso apoyo para inciar acciones judiciales, si así se desea. Las feministas no están en contra de servicios como la anticoncepción gratuita, apoyo por alcoholismo y dogadicción, acceso a un aborto legal y seguro, asesoramiento por beneficios, alojamientos, asilos, refugios, programas de intercambio de agujas, etc. Todos estos ejemplos de servicios para la minimización del daño son tristemente necesarios en tanto exista la prostitución. Pero aún más impotante, la postura feminista enfatiza el hecho de que debemos siempre mirar hacia la posibilidad de terminar con el daño, además de minimizarlo. La sociedad no debe, y no debería, contentarse para siempre con emparchar las grandes heridas que la prostitución deja en la sociedad y en los cuerpos de aquellas personas consumidas dentro de esta: mujeres asesinadas, desaparecidas, violadas, golpeadas, dañadas. Hacer esto significa simplemente hacer que toda una clase de personas se mantenga al servicio sexual de la otra mitad de la población, lo que significa mantener viva esta injusticia fundamental, una injusticia que pone en ridículo cualquier pretensión de igualdad de nuestro país. Y mientras estos debates se llevan a cabo, esta noche en las calles unas cinco mil personas serán explotadas en la prostitución para alimentar la demanda de algo que nos presentan como inevitable. En el mundo, niños y niñas continúan siendo acicalados y adornados para ingresar a la prostitución con una edad promedio de solo catorce años. Mujeres, niños y hombres en esta industria contúan siendo desproporcionadamente afectados por la violencia, incluida la violencia sexual. Estudios canadienses indican que las mujeres en la prostitución sufren un riesgo cuarenta veces mayor de homicidio en comparación con el promedio nacional. ¿Qué tiene de malo definir la prostitución como "un trabajo como cualquier otro"? Las feministas abolicionistas ven la industria de la prostitución como una causa y consecuencia de la desigualdad, no como un trabajo como cualquier otro. Existe por supuesto la tan conocida postura anti-capitalista según la cual todos somos coercionados a trabajar, sin importar el trabajo que nos toque. Esta postura se pregunta qué tipo de elección o consentimiento tiene realmente cada uno de nosotros en un mundo plagado por la desigualdad, el racismo y la homofobia. El nuestro es un mundo dañado por la masculinización de la riqueza y el poder, donde muchas veces las mujeres y los niños pagan el precio más alto. En tal mundo surge la pregunta sobre el grado de nuestra libertad de elección, cuando la vasta mayoría de nosotros, debe trabajar para ganarse la vida o peor, para poder sobrevivir. Muchos grupos a favor de la “industria del sexo” adscriben a esta postura anti-capitalista pero luego utilizan este argumento para clasificar la prostitución como un trabajo como cualquier otro. Se argumenta que todos los trabajadores venden su labor, sin importar que sean periodistas, meseros, académicos o prostitutas. Este tipo de argumentos imposibilita cualquier análisis de género en cuanto al debate sobre la prostitución; lo que resulta incorrecto, porque la prostitución está fuertemente marcada por género. La vasta mayoría de las personas en la prostitución son mujeres, y la vasta mayoría de quienes la consumen son hombres. Este, y otros síntomas de las desigualdades estructurales, no pueden ser evitados. ¿Cuál es la diferencia entre vender trabajo para ganar dinero y estar en la prostitución para ganar dinero? Vale la pena explorar más a fondo esta creencia de que la prostitución es un trabajo como cualquier otro. Las posturas feministas contra la industria de la prostitución sostienen que hay una diferencia entre vender trabajo y vender acceso al cuerpo. Los sobrevivientes de la prostitución a menudo dicen lo mismo. Un constructor o plomero trabaja con su cuerpo, vende su trabajo que es un producto de su esfuerzo físico y su pensamiento. Una periodista o académica trabaja también con su cuerpo, pensando, escribiendo, presentando ponencias, viajando a conferencias, etc. Pero esto no es lo mismo que vender acceso a su cuerpo. Los trabajadores producen bienes a través del trabajo que realiza su cuerpo, pero su cuerpo no es el bien en sí. Algunos entonces harán referencia a las bailarinas o artistas que usan sus propios cuerpos en el arte. Pero aquí aplica el mismo argumento, las bailarinas producen bailes, los artistas producen arte con su cuerpo, pero su cuerpo no es el bien en sí. Los límites de nuestro cuerpo están consagrados por la ley, parecería que nuestra integridad corporal es aceptada universalmente en todas partes excepto en los debates sobre la prostitución. La mayoría de nosotros entendería que existe una diferencia entre ser golpeado en la cara y ser violado. Nuestra ley trata estas dos violentas agresiones de manera diferente porque se entiende que en esta última se ha violado la integridad corporal, es una violación a los límites de nuestro cuerpo. Esto también en parte explica por qué trabajar con nuestro cuerpo y hacer de nuestro cuerpo un bien en sí son dos cosas muy diferentes. Más claramente, ser constructor no involucra poner a disposición el cuerpo para ser utilizado sexualmente por los empleadores, y lo mismo es cierto desde el punto de vista de los periodistas, académicos, meseros, etc. ¿Entonces las feministas están diciendo que las personas en prostitución no trabajan? No. Las feministas no están diciendo que ganarse la vida a través de la prostitución no contituye una combinación de trabajo entre cuerpo y mente, porque esto ciertamente es así. Probablemente es una de las maneras más difíciles de ganarse la vida. Muchas personas luchan por ganarse la vida dentro de esta "industria" y muchas la viven como mera supervivencia. Pero el debate sobre la prostitución no puede y no debería ser liquidado diciendo que todo trabajo es como la prostitución, porque claramente no lo es, y la gran mayoría de las personas entiende esto. Recuerdo a una sobreviviente que resumía este argumento bien, cuando le preguntaron si la prostitución no era como cualquiera de esos otros trabajos, como la limpieza, que a nadie le gustan demasiado, pero que hacen de todas formas por el dinero. Ella respondió que tal vez la prostitución se parecía un poco a la limpieza sí - si todas las limpiadoras tuvieran que hacer su trabajo con la lengua. ¿Las feministas estigmatizan a las personas en la prostitución? No. La sociedad patriarcal, obsesionada con el miedo y la fascinación que le suscita la sexualidad femenina, le ha adjudicado este estigma a la prostitución. El hecho de que este estigma no se asocie a quienes consumen los servicios sexuales de la prostitución (es decir, los clientes prostituyentes) es una forma de lo que Mary Daly llamaría "el reverso del patriarcado". Dentro del patriarcado, la sexualidad de los hombres no es degradada por el hecho de comprar el acceso sexual a otros, mientras que las mujeres en la prostitución sí lo son. En general, el patriarcado ha interpretado a la mujer como un objeto de la subjetividad masculina y ha asociado a las mujeres con la naturaleza, el cuerpo y el sexo. Las mujeres en la prostitución se ven forzadas a cargar con el peso de este dualismo. Esto no es un constructo de las feministas. Las feministas se oponen a estos constructos. Las feministas no apoyan campañas que estigmaticen o intenten avergonzar a las mujeres en la prostitución. Las feministas no piensan que estar o haber estado en la prostitución sea algo de lo cual avergonzarse. Son los hombres que eligen comprar acceso a una mujer quienes están estigmatizando a las personas en la prostitución por el hecho de mercantilizar a otro ser humano. De hecho, quienes consumen prostitución muchas veces dicen sentirse avergonzados de comprar servicios sexuales. ¿Entonces las feministas están sugiriendo que las mujeres en la prostitución deberían ser penalizadas? No. Las feministas no están pidiendo que se penalice a las personas en situación de prostitución. Este es un punto sobre el que hay acuerdo, sin importar la postura política. Todos podemos estar de acuerdo en que las personas involucradas, explotadas o que se encuentran trabajando en esta industria no deberían ser penalizadas. Los grupos feministas están pidiendo la despenalización de las personas en situación de prostitución, que se quiten de la ley los delitos de merodeo con intenciones delictivas y del ejercicio de la prostitución y que se eliminen de los registros todos estos delitos, pues la existencia de estos registros solo logra inhibir más a las mujeres que desean tener acceso a un mercado laboral formal, capacitaciones o educación y las cataloga injustamente como delincuentes. Los grupos feministas no quieren que se penalice a las mujeres en la prostitución, y los grupos feministas no apoyan medidas sancionarias o penitenciaras hacia las mujeres en la prostitución. Tampoco apoyan que se les acuse de conducta antisocial. Si aquellas personas a favor de la "industria del sexo" son "pro sexo", ¿entonces las feministas son "anti sexo"? No. El feminismo nunca ha sido anti sexo. En 1975, en una de sus conferencias, el Movimiento de Liberación de las Mujeres del Reino Unido se puso de acuerdo en cuanto a la siguiente reivindicación: poner fin a la discriminación hacia las lesbianas y declarar el derecho de toda mujer a definir su propia sexualidad. Las feministas han estado al frente de las campañas por los derechos de las mujeres a exporar, expresar y disfrutar de su sexualidad de forma libre y sin miedo, violencia, explotación o estigma. Durante la década del 70 y del 80, las feministas radicales de este país fundaron comunas de lesbianas, practicaron la no monogamia como acto político, criticaron la familia nuclear, desafiaron el heterosexismo y analizaron su propia sexualidad en grupos de concientización. ¡Estas mujeres no eran anti sexo! Las feministas son las primeras en desafiar el doble estándar por el cual se venera a los hombres por su actividad sexual pero se intenta avergonzar a las mujeres por las mismas causas. Las feministas abolicionistas no están en contra de la industria de la prostitución por razones morales, religiosas o conservadoras. No tenemos un problema con el sexo. No pensamos que la industria de la prostitución se relacione verdaderamente con sexo, pensamos que se relaciona con el poder, la desigualdad, la pobreza, la supervivencia y la explotación. ¿Entonces las feministas quieren decir que todas las personas en la prostitución han sido forzadas o coaccionadas? No. En un artículo de su blog, Strinkovsky señala correctamente que sería un disparate sugerir que todas las personas - mujeres, jóvenes, hombres - que se ganan la vida a través de la prostitución estén siendo forzadas o coaccionadas. Y, de todas formas, me pregunto: ¿quién está diciendo tal cosa? Ciertamente ninguna feminista de las que conozco. Habiendo dicho esto, el hecho de que probablemente algunas personas vivan dentro de la "industria del sexo" con éxito, sin experiencias negativas, por amor al arte y por el dinero que obtienen no se debería negar que, de acuerdo con varias investigaciones, esto dista de ser la experiencia de la mayoría. Por ejemplo, podemos decir que estamos en contra de los talleres de trabajo esclavo, aunque aceptemos el hecho de que los ingresos de muchísimas familias dependen de ellos. Lo mismo diríamos del trabajo infantil. Es posible estar en contra del tráfico ilegal de órganos, pero aceptar que para muchas personas, esta industria ilegal se convierte en una opción en un ambiente de opciones muy limitadas. Imagino que nadie dirá que el tráfico de órganos ilegal está bien, siempre y cuando se opere a las personas con instrumentos estériles. El hecho de que, en nuestro mundo imperfecto, la gente encuentre formas de hacer dinero cuando lo necesita, no las vuelve incuestionables - el intercambio por dinero no hace que todo se vuelva perfecto. ¿Qué tienen en común el tráfico y la prostitución? La demanda. El tráfico continúa existiendo, interna y externamente. El tráfico no abarca solamente a las mujeres traídas al país desde otras partes y forzadas a trabajar en la prostitución. El tráfico también incluye a mujeres y jóvenes que son llevados de una ciudad a otra y forzados a trabajar en la prostitución. Es necesario precisar que tanto la prostitución como el tráfico son alimentados por la misma demanda. Si los hombres en Gran Bretaña no quisieran comprar el acceso al cuerpo de mujeres, niños y jóvenes, nadie en este país sería traficado para trabajar en la "industria del sexo". ¿Los burdeles no harían que todos estuvieran más seguros? Estudiar los periódicos locales de pueblos y ciudades donde los burdeles son legales puede ser muy esclarecedor para ver qué está sucediendo allí mismo. En Queensland, por ejemplo, los diarios locales informan sobre quejas de los burdeles legales porque en el sector ilegal se trabaja más barato que ellos, por lo que tres burdeles legales han tenido que cerrar. Están también preocupados por el tráfico y la relaciones que existen con el crimen organizado, y por la seguridad en ambos sectores. El sector legal no es la panacea, no garantiza la seguridad de las mujeres. Por ejemplo, una mujer está actualmente demandando a un burdel legal en Victoria, Australia, luego de haber sido amenazada con un arma por negarse a tener sexo sin protección. Un estudio en Australia halló que la seguridad por la integridad física sigue siendo la mayor preocupación de las mujeres que trabajan en burdeles legales. Las mujeres siguen siendo violadas, acosadas y atacadas en burdeles legales y en las zonas de tolerancia. Y, en los países donde la prostitución se ha legalizado, esto pasa tras las puertas cerradas de rentables burdeles legales, que deben pagar impuestos al Estado, lo que convierte al Estado en un proxeneta más. Se ha sugerido también que el número de jóvenes explotadas en la prostitución se incrementa con esta legislación. La caridad ChildRight de Amsterdam reportó un incremento luego de la legalización, y ECPAT también documentó un aumento en los estados de Australia donde se instauró la burdelización legal. Legalizar la prostitución la convierte en un negocio legítimo y en una opción profesional válida, y transforma a los proxenetas y traficantes en legítimos hombres de negocios de la noche a la mañana. La legalización de la prostitución quita toda obligación de proveer servicios de salida de algo que se convierte en una profesión como cualquier otra, da la luz verde al crimen organizado y formalmente define a las mujeres como mercancías, como objeto de intercambio que responde a las necesidades presuntamente naturales de los hombres. ¿Qué son los servicios de salida? Es posible implementar tanto la minimización del daño, como los servicios de salida. No hay falso dilema, aunque muchas veces los defensores de la industria del sexo, como el IUSW, lo reduzcan a eso. No es necesario legalizar y normalizar toda la industria del sexo para que se ofrezcan servicios de salida y de minimización del daño, y deberíamos tener cuidado de los grupos que articulen el debate entorno a esto y amenacen con una única opción. Los servicios de salida son intervenciones destiandas a apoyar a aquellas personas que quieran salir de la "industria del sexo". En estas intervenciones se las apoya con vivienda, educación, capacitación, beneficios, asesoramiento, mediación familiar y apoyo policial para enjuiciar a sus abusadores, sean proxenetas o clientes prostituyentes. Como se ha mencionado antes, los ciudadanos de este país tienen derecho a beneficios sociales, salud, respuesta policial a los crímenes que se cometan en su contra, a la capacitación y al empleo, a la educación, al apoyo en vivienda y cuidado infantil, y al apoyo por drogadicción y alcoholismo. Las personas tienen estos derechos independientemente de lo que hagan para ganarse la vida y todo el mundo debería poder acceder a estos derechos y beneficiarse de ellos. No es que esto sea fácil para todos, especialmente para los refugiados y quienes buscan asilo, especialmente en el clima económico actual, en el que estamos presenciando devastadores cortes ideológicos a los beneficios sociales y servicios esenciales que son vitales para la mayoría de las personas en situacion de vulnerabilidad. Los servicios de salida son importantes y necesarios porque la llamada "industria del sexo" es una industria construida sobre la desigualdad de las mujeres y sobre las profundas fisuras de la desigualdad que de hecho caracterizan la sociedad en todo nivel, ya sea desigualdades de clase, raza o riqueza. Como indican las pruebas documentales, la mayoría de las personas en la prostitución en el mundo son mujeres, mujeres pobres, mujeres afrodescendientes, mujeres inmigrantes, mujeres jóvenes, madres, mujeres sin hogar, mujeres indígenas, mujeres sin papeles. Esto no puede ser una coincidencia. La "industria del sexo" es una “industria” que daña a quienes “trabajan” en ella y por lo tanto no es sorprendente que en una investigación global se señale que el 90% de las personas en la prostitución saldrían de ella si tuvieran la libertad económica de hacerlo. Un estudio alemán de 2007 también halló que la mayoría de las personas en la “industria” de la prostitución declaraban que era solo una solución temporal a una situación económica difícil y que querían salirse de ella tan pronto como pudieran. Asegurar esta libertad económica debe ser uno de los elementos esenciales en todas las campañas en contra de la “industria” de la prostitución. ¿Acaso las feministas no entienden que la gente tiene que ganarse la vida? Sí, pero la solución a la pobreza y la marginación no consiste en ignorar nuestras responsabilidades sociales y entregarle esta autoridad a la multimillonaria "industria del sexo". Los burdeles y clubes de strippers de nuestras comunidades no ofrecen rehabilitación por drogadicción, apoyo por violaciones o viviendas. Los clubes de strippers no son instituciones de educación superior y no están cumpliendo una función social al contratar estudiantes jóvenes que luchan por pagar los altos costos asociados a la educación universitaria. La respuesta a esto último sería, por ejemplo, unir nuestras fuerzas y luchar por becas estudiantiles o educación gratuita para todos - no ir en busca de la delictiva "industria del sexo", como si fuera una red salvavidas para mujeres, cuando muchas veces es exactamente lo opuesto -. Muchas feministas son socialistas y anti-capitalistas, y muchas feministas abolicionistas ven la industria de la prostitución como la forma más perfecta de la mercantilización y el capitalismo, lo que constituye otra razón para estar en contra. ¿Pero la prostitución no es la profesión más antigua de la historia? No. Aparentemente la agricultura es la profesión más antigua. Las abolicionistas ven la prostitución como una de las formas más antiguas de opresión. El largo tiempo durante el cual se ha extendido esta opresión no es un argumento a favor de su continuación, sino que esto hace aún más urgente su eliminación. Pero si hay burdeles legales, ¿no funcionará eso para deshacerse de la prostitución "marginal"? Si Gran Betraña siguiera el ejemplo de los burdeles legales, como en Nueva Zelanda, Amsterdam y Australia, ¿qué tendríamos que esperar como resultado de esta "industria"? ¿No es acaso obvio dentro del mundo de los negocios que una vez que una industria se legaliza y promueve, se publicita abiertamente y se establece en cualquier pueblo o ciudad, esta crece y se expande? Y si una industria se expande, ¿quién llenará las vacantes que se creen? Más mujeres, niños y hombres en prostitución, y tenemos que preguntarnos: ¿es este el tipo de resultado que buscamos? También existe el argumento de que siempre que exista un sector legal habrá otro que sea ilegal o "clandestino", y este ha resultado ser el caso en todos los lugares donde la prostitución se ha legalizado. Siempre habrá aquellos que no querrán registrarse como trabajadores sexuales, aquellos que no quieren o no pueden pagar impuestos, aquellos que están trabajando ilegalmente sin papeles, aquellos que son inmigrantes o traficados, aquellos que son prostituidos y menores de edad. ¿Qué es lo que quieren los abolicionistas entonces? Es tiempo de imaginar una sociedad, y un mundo, sin prostitución. Esto podrá sonar idealista, pero la teoría importa, la dirección del camino importa y nuestras aspiraciones importan, porque si no podemos imaginar una sociedad así, no podemos ni siquiera empezar a construirla. Para aquellos de nosotros que entendemos que la prostitución no es un elemento positivo de la sociedad, aquellos que comprendemos que no es una opción de carrera positiva para las mujeres, niños y hombres jóvenes, debemos atender y revertir aquellos factores sociales y económicos que hacen que la prostitución florezca. Nuestra sociedad le ha fallado a aquellos que necesitan refugio, que necesitan viviendas de calidad, que necesitan comida, que necesitan salud, que necesitan dinero para sobrevivir, que necesitan centros de cuidado infantil, que necesitan que se sienta el peso de la justicia sobre violadores y abusadores. Hemos criado niñas que piensan que su valor está en su capacidad de atraer al sexo opuesto, hemos reducido a las mujeres a nada más que objetos sexuales, hemos enseñado a los niños que las mujeres son de segunda clase. Y por eso hemos creado un ambiente que conduce a la prostitución. Esto no es natural, no es inevitable y puede ser reducido, puede ser terminado. Al menos podría ser cuestionado, en lugar de ser normalizado, condenado o presentado en términos glamorosos. La principal cuestión con respecto a la prostitución es la cuestión de los derechos de los hombres, y si, como sociedad, pensamos que los hombres tienen derecho a comprar y vender los cuerpos de las mujeres. Sabemos que las personas harán lo que tengan que hacer para sobrevivir y ganar dinero, esto no es tan complicado de entender. Pero esto no es una característica de la sexualidad de las personas ni de su identidad. Las personas toman decisiones desesperadas para darles de comer a sus hijos, para tener un lugar donde vivir, para proveer de alimentos a sus familias o incluso para tener algún tipo de ingreso - y no deberían ser penalizados por hacerlo cuando su situación y vulnerabilidad es explotada dentro de la prostitución. ¿Pero por qué los hombres eligen comprar cuerpos de mujeres, hombres que muchas veces tienen trabajos de tiempo completo, están en una relación y gozan de cierto privilegio? ¿Y por qué como nación tenemos que proteger o sancionar una elección como si no hubiera otra opción, como si fuera una condición de la biología humana que alguno de nosotros naciéramos con un precio en la frente y otros con el derecho a comprarnos? Imaginen que nuestro país se opusiera a esto y dijera que ya no es aceptable, como Suecia ha hecho. Imaginen que nos levantáramos y dijéramos que las mujeres valemos más que lo que algún hombre quiera pagar por nosotras, y que vamos a penalizar y condenar a los hombres que utilizan el derecho de comprar el cuerpo de otro ser humano. Si nuestras leyes son límites artificiales y si definen aspiraciones colectivas, entonces las nuestras son bastante deficientes en este sentido. Esto se plantea a pesar de los cambios introducidos en la Ley de Delitos y Mantenimiento del Orden Público de 2009, con la que se logró un gran paso adelante, pues por primera vez se dirigió el peso de la ley hacia aquellos que promueven la prostitución: los clientes prostituyentes. Esta victoria fue resultado de la lucha incansable de grupos feministas, dirigidos por la campaña feminista y abolicionista "Exijamos el cambio" (Demand Change, en inglés). Sin embargo, estos cambios no tuvieron el alcance suficiente y aquellos explotados dentro de la "industria del sexo" aún son etiquetados y tratados como delincuentes, con toda la vulnerabilidad adicional que esto conlleva. Conclusión En lugar de rendirnos y legalizar toda la "industria del sexo" así como así, necesitamos visión y ambición para el cambio. Es tiempo de elegir de qué lado estamos, porque la multimillonaria "industria del sexo" se encuentra funcionando perfectamente bien y no necesita nuestro apoyo, mucho menos nuestra protección. Sin embargo, alrededor del mundo hay mujeres, niños y hombres explotados en la prostitución que sí la necesitan. Muchos de ellos no ven un fin a la situación, por lo que es nuestro deber hacerlo. Debemos luchar para terminar con una de las más antiguas violaciones a los derechos humanos y dejar esta mancha en el pasado. Visita nuestro canal de Youtube con interesantes videos traducidos y subtitulados en español: https://www.youtube.com/channel/UCuDKy2DjYr3Egw6iX1h1tcQ/videos
0 Comentarios
Deja una respuesta. |
|